Desde la ropa interior roja o amarilla, hasta barrer a media noche, pasando por los 12 deseos con las 12 uvas, los rituales para despedir al año viejo y recibir al nuevo son variados, todo se hace para tener buena fortuna, ya sea en el amor, el dinero o el trabajo.

Una de las tradiciones que más popularidad ha tenido en los últimos años, es la de usar ropa interior color rojo o amarillo. Es común ver en esta temporada que la oferta de calzoncillos, boxers, tangas, bikinis y cualquier cantidad de estilos y modelos de bragas en estos colores llenen los aparadores, tanto de tiendas departamentales como de los puestos de ropa de mercados públicos y tianguis.

La tradición dice que la ropa íntima de color rojo es para tener suerte en el amor, mientras que la amarilla es para el dinero. La gente, en buena medida, acepta esta superstición como verdad, y compra la ropa, incluso suele regalar prendas a sus familiares y amigos, para que tengan suerte.

A los solteros, dicen, se les regalan rojos, para que encuentren el amor y tengan a alguien que “les caliente los huesitos”; mientras que los amarillos son en general, pues con los aumentos a los hidrocarburos a todos les harán faltan recursos extras.

Otra de las tradiciones, quizá no tan conocido como la de las bragas, es la de meter un billete en la cartera durante la Noche Vieja y no gastarlo durante todo el año, para que no falte el dinero los 12 meses siguientes.

Al concluir el año y no haberlo gastado, se dice, ese billete se debe de usar en un acto de caridad, para que se multiplique. El proceso se debe de hacer nuevamente en la misma fecha, “para que no hagan falta los centavos”.

Una tradición más, similar a la anterior, consiste en colocar un billete de un dólar en la cartera. Ello porque el papel moneda estadounidense está lleno de símbolos que se consideran por muchos como esotéricos.

Sin duda una de las costumbres más arraigadas entre la población es la de comer 12 uvas al ritmo de las 12 campanadas que marcan el inicio del nuevo año. Esta tradición ha servido para que los comerciantes de la fruta aumenten el precio del productos a valores de entre 80 y 100 pesos el kilogramo, como se vende en algunas tiendas de autoservicio.

Se dice que por cada uva que se come se debe de pedir un deseo para el nuevo ciclo que comienza; sin embargo, por el precio tan elevado de la fruta, muchas familias optan por consumir las uvas más económicas.

Costumbre también popularizada en las últimas décadas, es la de salir varias veces del domicilio con un par de maletas, ello para poder viajar constantemente a lo largo del año.

Una más es la costumbre de barrer de adentro hacia afuera, con el propósito de eliminar las malas vibras y purificar la casa de la energía negativa que se pudo juntar durante todo el año.

Otras personas suelen recibir el año con alguna prenda de vestir nueva, para poder tener con esto un año de prosperidad y bonanza.

Más cercano a la religión, los católicos suelen bendecir en la misa de Año Nuevo 12 veladoras que deben ser encendidas el primer día de cada mes, en honor la Divina Providencia; además de rezar la oración que pide “casa, vestido y sustento”.

Esta costumbre está más relacionada a las creencias religiosas de la población que a la superstición, pues por lo regular la gente la practica por costumbre en sus hogares, heredada de la tradición familiar.

En estos día, afuera de los templos es común ver puestos de veladoras que ya se ofrecen en cajas de 12 piezas, junto con vaso de cristal para mayor seguridad y las impresiones de las oraciones. El precio del producto es, en promedio, de 80 pesos.

Además, en los primeros días del año se viven las Cabañuelas. Según la tradición, el clima que se presente en los primeros días de enero será el que predomine durante los 12 meses de año; por ejemplo, si el día 3 hace mucho frío y llueve, así será el mes de marzo.

Aunque no tiene fundamento científico, las Cabañuelas son una tradición arraigada entre la población, principalmente en las zonas rurales, que viven en buena medida al pendiente del clima, para aprovecharlos en los ciclos de siembra y cosecha.

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