Yubicela Hipólito López nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, muy lejos de Amealco, Querétaro, municipio de donde son originarios sus padres. Su infancia la vivió rodeada de juguetes de plástico y muñecas con pilas. A los siete años de edad llegó a vivir a la localidad de Santiago Mexquititlán y hasta ese momento conoció las tradicionales muñecas otomíes.

A los 12 años se involucró en la creación de dichas artesanías y actualmente, a sus 22 años de edad, se dedica por completo a elaborar distintos diseños a mano. El producto más reciente e innovador es una serie de muñecos indígenas sexuados. Sí, muñecos con órganos sexuales masculinos y muñecas con órganos femeninos. Las piezas tienen un valor de 250 pesos. Cada 15 días Yubicela trae de 10 a 15 muñecas desde Santiago Mexquititlán a la capital, el único lugar donde se venden sus diseños. La joven artesana espera que sus productos lleguen a todo México y el extranjero, su deseo es formalizar el negocio familiar en una microempresa.

De la ciudad al pueblo

La vida en la ciudad es muy distinta a la vida en el pueblo, Yubicela lo entendió hasta que experimento el cambio. Sus padres vivieron por 20 años en Monterrey, ahí nació y vivió hasta los siete años de edad.

Desconocía las costumbres del pueblo, no sabía nada de las tradicionales muñecas hechas a mano, tampoco sabía hablar otomí. Yubicela creció con el español y jugando con piezas sintéticas: “Esos fueron los juguetes con los que yo crecí, eso había en la ciudad. Mis muñecas eran de plástico, sintéticas, con pilas, Barbie. Recuerdo que tenía muchos juguetes, muñecas que hablaban, que cantaban, peluches, trastecitos de cocina que yo coleccionaba”.

Todos esos juguetes se quedaron en Monterrey, llegó a Amealco a jugar con tierra, a hacer platitos de barro, canalitos de agua. Se divertía corriendo por el campo, comiendo elotes y todas las cosas que en la ciudad no se acostumbra. Lo más difícil fue dominar el otomí, sufrió discriminación por haber nacido en la ciudad, por hablar distinto.

“Fue bonito y a la vez malo, porque yo dejé una vida allá en Monterrey, dejé mi infancia. Aquí los niños me discriminaban, me decían cosas en otomí, al principio yo no entendía. No se juntaban conmigo y me decían: tú no eres de aquí. Me decían groserías en otomí. Todas las groserías conocidas me las decían, yo me sentía mal y me quedaba callada. Después fui entendiendo y aprendiendo para contestarles, aunque fuera en español”, platica entre risas a EL UNIVERSAL Querétaro.

Primero, a rellenar muñecas

Las muñecas otomíes eran desconocidas para Yubicela: “Nunca pensé que iba a hacer esas muñecas, quizá porque no eran mis juguetes de niña; mi mamá tampoco pensó hacerlas”.

Hace 10 años convocaron a un grupo de mujeres de Amealco para capacitarlas en la creación de muñecas artesanales; eran cinco mujeres y tres niñas, entre ellas la señora Josefina López y su hija Yubicela Hipólito López.

La capacitación era para elaborar la muñeca pero con más calidad. “Anteriormente la muñeca estaba distorsionada, metían mucho retazo y nos enseñaron todo sobre las telas, teníamos que mejorar la muñeca que ya había en ese entonces”, señala.

Las señoras aprendieron de costura, eran las que marcaban, cortaban los moldes y unían las piezas en la máquina de coser; el trabajo de las niñas era rellenar las muñecas. Después de un año se desintegró el grupo, pero Yubicela y su mamá decidieron continuar por su cuenta.

“Con mi mamá y en nuestra casa empezamos a hacer nuestras muñecas, con una pequeña máquina de coser que ella se trajo de Monterrey. Yo le empecé a ayudar a marcar los moldes, a cortar las telas, las faldas, a ponerle los encajes, me enseñó a coser en la máquina, a rellenar y bastillar. Ella se encargaba de formar los vestidos, pegar todo completamente, y yo le ayudaba a ponerle los calzones a las muñecas y luego ya me enseñó a ponerle los vestidos, pero al principio nada más era rellenar y bastillar. Ahorita ya hacemos todo parejo”, indica.

Diversos tipos de muñecos

Yubicela y su madre elaboran diversos tipos de muñecas, deste la típica otomí con su vestimenta de diario o las que portan el vestido de gala de Santiago Mexquititlán, que lleva pliegues y encaje. En la segunda Feria de la Muñeca de Amealco recibieron una mención honorífica por su nacimiento de muñecos indígenas, que incluye desde los Tres Reyes Magos hasta José, María y el Niño Dios, hechos a mano y con vestimenta tradicional.

El producto más reciente y más innovador es una serie de muñecos indígenas sexuados. Desde 2014 la señora Josefina López había tenido la idea de crear los muñecos sexuados, pero por el “qué dirán” descartó el prototipo. En 2015 les encargaron realizar unos muñecos sexuados para una campaña de diversidad sexual, los muñecos quedaron tan bien que les propusieron crear la versión femenina. Así lo hicieron.

Los muñecos han causado varios comentarios entre las mismas personas del pueblo: “La gente de Santiago Mexquititlán que anda aquí en Querétaro y que ya nos ha visto con nuestros muñecos, dijeron: ¿Cómo los hacen? ¿Por qué hacen eso? Les dio pena pero a la vez les daba curiosidad. ¿Cómo tú haces eso? Porque es como si tú estuvieras enseñando tu cuerpo, nos dicen o hay gente que no lo dicen, pero lo piensan. Creen que somos gente muy liberal y que estamos expresando en los muñecos lo que nosotros queremos ser. Pero nosotros no lo estábamos haciendo con ese fin, no es nada malo, sirven como material didáctico para la psicología. Y si nos ponemos a pensar todos somos iguales y así venimos, así somos todos. Si tu mente es morbosa y si piensas mal, pues sí te va a dar pena”.

En 2015 fueron beneficiarias del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), con el proyecto Artesanías de alta calidad, muñecas tradicionales y muñecos sexuados para conservar nuestra cultura y por el respeto a la diversidad; el apoyo sirvió para comprar materia prima y continuar la producción de muñecos sexuados.

En este momento las muñecas y muñecos sexuados sólo se venden en el local Sólo disfruta Querétaro, que se ubica en la calle Luis Pasteur 24- A, esquina con Independencia, en el Centro Histórico de la capital. Pero el futuro de los muñecos sexuados es prometedor, Yubicela está a punto de iniciar la carrera en Contabilidad y quieren formalizar el negocio familiar como una microempresa.

“Queremos que se vendan más los muñecos sexuados y los exporten, como todos nuestros productos, pero como no tenemos registro en Hacienda no nos los compran. Queremos producirlos en cantidades mayores, antes de que la gente también los empiece a sacar, porque por ejemplo, no todos allá en el pueblo son iguales y quizá alguien puede decir: pues aunque me dé pena, pero los hago para ganar dinero. No los van a hacer porque piensan diferente, porque quieren innovar, sino por dinero”, comenta.

Además de los muñecos hechos a mano, también trabajan servilletas y bolsas bordadas, y más recientemente se han dedicado al telar de cintura, porque ya son pocas las artesanas de Amealco que se dedican a esta tradición de donde salen los quesqueme. Yubicela ha aprendido de su madre y de su abuelita, la señora María Sabina Daria, a trabajar en el telar de cintura y hasta les hace quesqueme a sus muñecas.

“Yo sí me siento muy orgullosa de haber aprendido y seguir en este trabajo, espero que siga así por años. Lo que bien se aprende no se olvida y si de aquí saco para comer voy a seguir con esto”, dice Yubicela Hipólito López, quien nunca se imaginó dedicarse a esto, pero hoy es una joven comprometida con la tradición de su pueblo y no tiene miedo en innovar.

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