Mujeres víctimas de violencia, adicciones o trastornos de personalidad y falta de autoestima encontraron una segunda oportunidad en el albergue del grupo Mujeres que Pintan, que en los últimos años presenta un aumento en la demanda, que se atribuye a las problemáticas inherentes al crecimiento del estado.

La presidenta de la agrupación, Mayra Almanza, afirmó que el albergue tiene espacio para todas, pero cada vez llegan más mujeres con diversos problemas o víctimas de violencia en sus propios hogares, que las lleva a las adicciones o que funciona como “disparador” para otras alteraciones emocionales.

Mujeres que Pintan se dedica a ayudar a mujeres en condiciones vulnerables. Tiene un albergue donde las mujeres pueden vivir luego de que reciben atención especializada para superar sus problemas y antes de regresar a sus rutinas diarias.

La mayor parte de las mujeres no puede volver a sus casas de manera inmediata. Tal vez nunca lo hagan, porque después de los tratamientos contra adicciones o recuperación de la violencia deben someterse a un proceso de recuperación para el que el albergue es ideal o simplemente porque no pueden enfrentarse al lugar del que huyeron.

El albergue no es una clínica. Las mujeres cuentan con el apoyo de especialistas, pero en este sitio sólo encuentran un lugar para vivir y facilidades para el proceso de regresar a la vida normal.

Cuando llegan al albergue, las mujeres ya concluyeron sus tratamientos sicológicos o de rehabilitación y se comprometen a continuar con una reintegración, antes de continuar con su vida diaria. Uno de los grandes retos a los que se enfrentan es conseguir un trabajo mientras están dentro del albergue. Sin importar si tienen 15 o 40 años, que son las edades más frecuentes a las que se atiende, todas deben conseguir empleo.

Esa es una manera de hacerlas responsables de sí mismas. De entender que ellas son quienes dirigen sus propias vidas. Al principio, las familias de la mayoría de las mujeres pagan una cuota de recuperación para que permanezcan en el sitio, pero a los tres meses ellas deben hacerse cargo de su propio cuidado o bien, recibir una beca de la organización.

Mayra Almanza detalló que la mayor parte de las mujeres que acuden al albergue tienen problemas como adicciones, violencia familiar, trastornos de personalidad, baja autoestima y otras condiciones que hacen imposible que, cuando terminen su recuperación, regresen a sus casas.

Por eso es indispensable que aprendan a valerse por sí mismas. Ellas acuden a terapia sicológica una vez a la semana, a un taller de habilidades sociales y un programa de 12 pasos, similar al de los Alcohólicos Anónimos.

Aunque algunas mujeres se recuperan más rápido, el promedio de estancia es de seis meses, pero recientemente dejó el albergue Pía, de 26 años, quien pasó un año en el albergue, el periodo más largo hasta ahora, pero hoy está sobria y se mantiene por sí misma.

“Estuvo internada en una clínica por adicciones, vivió el proceso con nosotras, es artista, ya se independizó y sigue viviendo en Querétaro, porque el objetivo es ese, la mayoría no puede regresar a sus casas, no pueden ir con las familias que fueron detonantes de sus adicciones o con el marido que es el que abusa de ellas, así que el objetivo de la casa es que tengan herramientas para que se fortalezcan y puedan vivir una vida útil y feliz”, insistió.

El tiempo dentro de la casa es su decisión y depende de su capacidad de recuperarse, pero sobre todo, de entender que su felicidad depende de ellas mismas y no depender de otras personas.

Esa es también la razón por la que se les cobra una cuota de recuperación. Las mujeres pueden solicitar becas, pero siempre deberán pagar algo en cuanto consigan empleo, es una manera de entender que todo cuesta y demostrarles que pueden hacerse cargo y tener el control.

Esto es básico para dejar de lado la indefensión en la que muchas se sienten y que entiendan que el trabajo es una manera de fortalecerse.

Desde la experiencia de Mujeres que Pintan, con 15 mujeres atendidas, existe una carencia en el estado de programas enfocados a la población, a pesar del aumento de la entidad en adicciones, violencia familiar, dificultades económicos o estrés.

Aunque hay varias organizaciones sociales que se enfocan en ayudar a las mujeres, son pocas las que cuentan con infraestructura para recibirlas, por lo que se ofrece el albergue como un sitio de recuperación y de apoyo.

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