La cultura actual ha dejado en el olvido el trabajo de los lustradores de calzado. Repartidos en los diferentes parques de la ciudad y algunas avenidas principales, los boleros continúan con su encomienda de mantener limpios los zapatos de los habitantes de la ciudad, mientras los jóvenes ya no utilizan este servicio.

Los principales usuarios son adultos de mediana edad, entre los 30 y los 50 años, que trabajan en las diferentes oficinas de gobierno estatal y municipal o en instituciones bancarias, donde la apariencia de pulcritud es imprescindible.

“Se volvió una tradición; es un servicio que a cierta parte de la sociedad se nos hace indispensable, es bonito ya que el bolero viene siendo en cierto modo un cronista de la historia de Querétaro, tiene mucho contacto con toda la sociedad y hay buena comunicación con ellos. Ellos conocen la historia de la ciudad y en muchas ocasiones tienen muy buenas anécdotas”, dijo Enrique Tavera López, quien desde hace 30 años utiliza el servicio de los lustradores de calzado.

Con una tarifa promedio de 20 pesos, los boleros han podido mantener a sus familias durante generaciones. Guillermo Muñoz, uno de ellos, padre de 3 hijos, dos profesionistas y un estudiante, ha dedicado su esfuerzo y arduo trabajo para brindar formación a estos jóvenes; como sus colegas, comienza su jornada a las 8 de la mañana y termina a las 7 de la noche.

Muñoz, quien ha desempeñado su trabajo durante 22 años, asegura que a pesar de ser más de 20 trabajadores en el jardín Zenea el trabajo es bueno para todos, “pero ya no es como antes. Ahora ya los jóvenes, con sus tenis y con zapatos de tela ya utilizan menos nuestro servicio; son los mayores los que acostumbran más el mantener sus zapatos limpios, mis muchachos han salido adelante por mi trabajo y el de mi esposa. Mi hija tiene 25 años y ya se graduó como contadora, mi hijo tiene 23 y es ingeniero en sistemas, el más joven de mis hijos está en la prepa, a pesar de ser muchos “el sol sale para todos” aquí no nos peleamos por los clientes”.

De acuerdo con los diferentes boleros del jardín Zenea, la asociación de boleros no les permite revelar cuántos clientes atienden al día, pero al observar su trabajo, podría decirse que el número de clientes varía entre diez y 15, por lo que el ingreso familiar aproximado es de 300 pesos diarios, en promedio.

El ingreso de nuevos boleros está regulado por los dirigentes de las asociaciones de los diferentes espacios públicos de Querétaro.

Los más de 70 boleros de la zona centro de la ciudad, sí permiten que nuevas personas lleguen para intentar ganarse el sustento, siempre y cuando no lleven un carro semifijo como el de ellos para instalarse pues esto representa para ellos una práctica desleal.

Los limpiabotas se conocen mutuamente y en caso de requerirlo se proporcionan ayuda. “En una ocasión un muchacho después de que le limpiaron las botas, se rehusó a pagar los 20 pesos que se le cobraban y le dio una patada a un compañero. En ese momento, cuando lo vimos caer al piso, llegamos al menos diez limpiadores de calzado y detuvimos al agresor que fue entregado a la policía y tuvo que pagar una multa para salir de la cárcel” narró Guillermo Muñoz.

Hace más de 20 años el costo de una boleada era de diez pesos, pero la tarifa ha aumentado por los cambios en la economía, y los aumentos al precio de las grasas, tintas, jabones, cepillos y brochas que usan los boleros.

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