A un año de que le robaron su vocho del 96, justo del estacionamiento de la delegación Epigmenio González, Ernesto sigue sin respuesta de la autoridad y lamenta que ninguna aseguradora quisiera cubrir a su auto contra robo, sólo le ofrecían paquetes de respaldo en caso de daños a terceros.

Le dijeron que su coche era “del tipo” de autos al que ya no protegen contra robos, porque su valor comercial ni siquiera figura en el “famoso librito azul” con el que se hacen los avalúos de las unidades en las aseguradoras.

Luego de preguntar en algunas compañías, la mejor opción que le dieron fue dejar que el auto llegara a los 20 años, para valuarlo entonces como auto antiguo y entonces sí poderle cubrir el seguro en caso de robo.

En lo que llegaba esa fecha, lo más que le ofrecían era la cobertura contra daños a terceros, porque “no les conviene asegurarlo por menos”, porque los autos viejos se roban fácil y sólo hay que preocuparse si le pegas a alguien.

Según le explicaron después que compró el coche, no valía la pena asegurar por robo a un auto “tan viejo” que no tenía un valor comercial importante, a menos que dejara pasar el tiempo necesario para que pudieran considerarlo una antigüedad.

Con las negativas de por lo menos tres aseguradoras de autos que consultó, decidió que lo mejor sería equiparlo y repararlo lo mejor posible, en espera de que llegara la fecha para protegerlo contra el robo.

“Decían que es más el valor que tú le das, el valor que el usuario le da, porque un vocho maltratado se puede vender hasta en 30 mil pesos, o menos, un vocho modelo 60 y tantos, pero en buen estado lo puedes vender hasta en 200 mil o 250 mil pesos, pero son carros que te tienen que valuar para lo puedas asegurar”, recuerda.

Decidió seguir los consejos de los agentes de las aseguradoras que consultó y dejar que el coche llegara a los 20 años, para entonces valuarlo y registrarlo como un auto clásico con el fin de poderlo asegurar, ahora sí, contra robo, lo que implicaba también pagar un peritaje a las mismas compañías. Como tenía que esperar el tiempo necesario para solicitar un perito que le permitiera asegurarlo, decidió aguantarse y luego buscar que lo consideraran clásico.

Era un vocho del 96 que le costó poco más de 7 mil pesos porque no tenía un motor que funcionara y había que meterle dinero.

Se dedicó entonces a arreglarlo. Con la compra del motor nuevo, rines, llantas y equipamiento, estima que invirtió alrededor de 40 mil pesos en el que fue su primer automóvil, con la esperanza de poderlo valuar como auto clásico, como una inversión a futuro.

El gusto le duró poco. Sólo usó su coche alrededor de ocho meses. El Domingo de Ramos de 2015 lo dejó en el estacionamiento de la delegación Epigmenio González, por donde está la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Querétaro.

“Salí a las 6 de la mañana, ahí lo dejé, la calle estaba cerrada porque era domingo familiar, a las 11 de la mañana regresé, la calle seguía cerrada, pero ya no estaba mi coche y fui a presentar denuncia a la agencia especializada”, recuerda Ernesto.

Dos meses después de presentar la denuncia, recibió una llamada de los investigadores para preguntarle si tenía alguna información adicional, si sospechaba quién lo podía tener o si poseía más datos que les indicaran por dónde empezar a buscarlo. Desde entonces no volvió a recibir más llamadas, ni notificaciones, ni nada que le indique qué pasó con su vehículo.

Ante la falta de información, hace unos días Ernesto acudió a preguntar cómo iba la investigación por robo, para saber si había posibilidades de recuperarlo o si se había avanzado en algo en su expediente. Recuerda que “estaba por la zona de la agencia, les dije que desde hace un año no recibía ningún aviso y quería saber si yo debía preguntar o ellos me avisaban y una secretaria me dijo: si lo llegamos a encontrar y tenemos todas las cosas para poder devolvértelo, te llamamos, si no, pues no. O sea, así como: para que no estés molestando”.

Hace cuatro meses, ya con un auto Chevy, fue a las 3 de la tarde a arreglar algunos papeles al centro. Lo dejó estacionado casi frente al Corral de Comedias, en la calle Venustiano Carranza y luego caminó a La Congregación, donde encontró un grupo de policías multando a quienes estaban estacionados en los lugares para personas con discapacidad. Menos de 10 minutos después regresó a donde estaba su auto y lo encontró sin estéreo, a la vuelta de donde seguían los policías, “les dio tiempo hasta de encontarme los cables del estéreo”.

“Me regresé a donde estaban los policías, en lo que yo pasé ellos no se movieron de ahí, les dije: si conocen al que me robó el estéreo les dejo la cinta de aislar, ahí se la devuelven. Me dijeron que podía levantar una denuncia, pero ya no quise, estaban a la vuelta y no lo pudieron detener”.

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