Todos Estamos Por una Esperanza (TEPE) es una Institución de Asistencia Privada que atiende a 45 niños y jóvenes en situación de calle o en riesgo de trabajo infantil, con el fin de disminuir los peligros que representa permanecer en la calle desde temprana edad.

La directora operativa del centro de este organismo, Lizbeth Romero Guadarrama, expuso que el objetivo principal es reducir el tiempo calle de los niños que tienen padres que se dedican a trabajar en la vía pública, además de ofrecerles un espacio en el que se puedan desarrollar académica y socialmente.

“No es que se trate de niños que no tengan familias, simplemente se trata de menores que pasan mucho tiempo en la calle por una u otra razón como la de acompañar a sus padres mientras trabajan en la vía pública; también es importante aclarar que no somos un albergue ni tampoco una guardería”, explicó Romero Guadarrama.

Agregó que durante el tiempo que los menores pasan en TEPE se les ofrece desayuno y comida, lo que representa un apoyo para los padres, ya que estos perciben poco por las actividades que realizan en la calle; además la medida —celebró— es una forma eficiente de nutrir a los menores que asisten a la institución.

Los niños ingresan a las instalaciones del centro de día por la mañana para recibir talleres de control de ira, tolerancia, modales, como relacionarse con las personas que los rodean, como resolver un conflicto sin violencia, aseo personal y sus espaciados.

No obstante, Romero Guadarrama señaló que un requisito fundamental para que un menor pueda ingresar al centro de día, es estar inscrito en el sistema de educación pública, para reducir así más el tiempo que pasan los niños en la calle.

“Durante la mañana los niños se atienden aquí, y por la tarde se trasladan a sus escuelas en el sistema regular de educación, logrando así una reducción significativa del tiempo que estarán en la calle”, pronunció la directora.

De igual manera, lamentó que entre las principales problemáticas que se identifican no sólo en los niños, sino en sus familias se encuentra la violencia, conflictos de género, y carencia de recursos económicos.

“Es cierto, la ayuda es directa para los niños, pero para nosotros es necesario que los padres se involucren, y no solo no los vengan a dejar, sino que estén enterados de las cosas que están mal y las que se están haciendo bien”, concluyó.

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