Se cumple el último trayecto espiritual. Un recorrido final de 28 kilómetros desde Cuautitlán, Estado de México, hasta la Basílica en el norte de la Ciudad de México es el que concluyen esta tarde los peregrinos queretanos para finalmente estar frente a la Virgen de Guadalupe, aunque sólo sea por unos segundos.

Se cumplen 17 días de que los primeros grupos de la tradicional peregrinación queretana —considerada la más grande romería del país— salieron desde la localidad serrana de Neblinas, en Landa de Matamoros, a los que durante su caminar se les fueron sumando más guadalupanos conforme avanzaron los días, hasta conformar columnas de alrededor de 28 mil devotos en el caso de los hombres y 18 mil mujeres peregrinas, por lo que se espera que arriben esta tarde al santuario a los pies del Cerro del Tepeyac más de 40 mil devotos. Se prevé su llegada a la Basílica alrededor de las 13:30 horas, y posteriormente, a las 15:30 horas, está programada la misa en honor a la romería queretana.

Por fin, después del kilométrico andar los peregrinos cumplen esta tarde su propósito. Incluso hay quienes llegaron desde Estados Unidos para ser parte de la travesía guadalupana.

Viviana y Beatriz son amigas. Se conocieron en Houston, Texas, donde actualmente radican y trabajan, pero su fervor guadalupano las trajo a Querétaro para realizar el recorrido a pie. Viviana Rosales Navarrete vive en Houston desde hace 15 años pero lleva cinco de ellos viajando a Querétaro para ser parte de la peregrinación. Beatriz Gómez, por su parte, también llegó desde Houston, pero es la primera vez que realiza la caminata espiritual.

Rosales Navarrete no ha podido cumplir su deseo de comenzar la peregrinación desde la sierra por su trabajo, pero trata de no fallar cada año. “Todas las veces que he participado he salido de Querétaro. Siempre he sido devota de la Virgen de Guadalupe y hace cinco años tuve el privilegio de poder arreglar mis papeles en Estados Unidos, pero estuve en México casi un año entero, entonces cuando estuve haciendo todo el trámite fueron las fechas de la peregrinación y me animé a salir desde Querétaro, me gustó mucho y ahora vengo cada año”, comentó en el último tramo de la procesión al Tepeyac.

Una experiencia que para ella es difícil de no repetir. “Llegar y ver a la Virgen, convivir con las demás hermanas pues me vengo con mi gente de donde soy, Santa Matilde Iztacalco, en San Juan del Río y es muy bonita la travesía, algunas personas tenía muchos años de no verlas, por lo que es un privilegio venir acompañadas por ellas”, compartió con el equipo de EL UNIVERSAL Querétaro.

“Ver a la Virgen es mi única motivación, nunca me habían salido ampollas pero este año ya las padecí, sin embargo no hay un día donde se me quiten las ganas de venir a la peregrinación”, añadió la peregrina quien después de tres años de insistir, pudo traerse a su amiga Beatriz.

Debuta en experiencia guadalupana

Beatriz Gómez también llegó desde la ciudad estadounidense de Houston, para vivir en carne propia, por vez primera, la caminata espiritual. Será la primera vez que llegue a pie a ver a la Virgen de Guadalupe. “Viviana me invitó y ahora la puedo considerar una experiencia única, ver tanta gente que viene con su fe, sus mandas, cada una sabe cuáles son, pero yo lo experimento con mucho gozo”, expresó.

Aseguró que ha sido un kilométrico andar que le ha dejado un sinfín de reflexiones internas, un trabajo espiritual donde el cansancio no detiene a la fe. “Me doy cuenta que la fe te lleva a donde quieras llegar, yo por ejemplo, estoy un poco mal de la rodilla pero sé que voy a llegar, ya falta muy poco”, afirmó.

Beatriz radica en Estados Unidos desde hace 34 años, junto a su esposo e hijos, pero además de ser un encuentro divino, para ella la peregrinación también servirá para la convivencia familiar. “Ellos llegaron el viernes y me esperarán hoy en la Basílica y de ahí vamos a visitar a más familia que vive en la Ciudad de México, todos me apoyaron para venir de peregrina, también por ellos estoy aquí, por mis hijos mi esposo y toda mi familia, por lo que me quedaré un poquito a disfrutar un par de días de la ciudad y nos regresamos a Houston el martes por la noche”, reveló.

A pesar de haber recibido la invitación de asistir a la peregrinación queretana desde hace tres años, este año encontró un propósito para estrenarse en la experiencia. “Quería ver todo esto, tantas personas, todo lo que experimentan en el camino, todo lo que batallan pidiendo un baño, alojamiento, es una experiencia muy bonita, las hermanas unas con otras se echan la mano y esto sirve para valorar lo que uno tiene, ver tanta gente humilde que viene paso a paso, tanta mujer de edad avanzada que viene y camina son grandes ejemplos de la entrega por medio de la fe.

“Eso te lleva a seguir adelante, yo trabajo junto a Viviana, una muy buena persona que llevaba tres años invitándome pero no había podido, pero este año me sumé y espero de ahora en adelante volver cada año a vivir la enriquecedora experiencia”, agregó.

Peregrina por convicción

Dolores Trejo Rivera ya cumplió 25 años como peregrina. Inició su caminar desde Querétaro, como cada año, junto al grupo procedente de La Estancia, sin embargo no pidió su medalla conmemorativa debido a que ella siente que le falta un pedacito de recorrido para decir que son 25 recorridos completos. “Este año cumplo 25 años de peregrinar pero no pedí todavía mi medalla porque un año anterior las alcancé en Jilotepec, y esa vez no la cuento completa por lo que digo ‘me falta un pedacito’”, platicó.

A diferencia de la mayoría de los casos donde esta tradición queretana se hereda generación tras generación, la señora Dolores comenzó su andar peregrino a los 13 años por mera convicción, aunque ella sí ha compartido el acto de fe con sus hijos.

“Es el amor de cada quien que le tenga a la Virgen y a Dios. Empecé a participar en la peregrinación solita a mis 13 años, mis papás no me enseñaron ni nadie me trajo, fue una compañera de la escuela la que me invitó pues decía que era una bonita experiencia, me vine esa vez sola, sin dinero, en ese tiempo no vendían tantas cosas, éramos 60 grupos apenas, ahora ya creció mucho, es muchísima gente.

“Ni camiones había para regresarnos en ese entonces, muchas veces nos acomodábamos en los espacios de abajo del camión porque no había tanto transporte a Querétaro, ahora afortunadamente ya nos apoyan con todo, antes no había baños, antes ni nos bañábamos diario”.

Aquella primera vez no la tomó como una promesa, sólo la invitaron y le nació hacer el recorrido para constatar que en efecto, era una gran experiencia espiritual. “Ya no dejé de asistir hasta que me casé, dejé unos años de venir por mis embarazos, tuve a mis hijas y le prometí a la Virgen que las traería alguna vez, son cinco mis hijos y ya todos me acompañaron”.

Además, Dolores Trejo compartió que este año, tres días antes de la salida de Querétaro asistió con su doctora para un chequeo médico “y me dijo que no la terminaría, fui con un dolor fuerte en la rodilla por lo que me recomendaba que no asistiera a la peregrinación pues no la iba a aguantar, pero al final la misma doctora reconoció que no podía impedirme venir y me recetó mis medicamentos. El sábado caminé y la primera misa que hicimos después de salir de Querétaro la ofrecí por mi dolor y se me quitó, ahora he caminado muy bien sin complicaciones los últimos kilómetros. Con esa experiencia constaté que la Virgen sí nos ayuda”, reveló.

Al estar frente al altar de la Virgen de Guadalupe “entregas todo. Este año vengo a darle gracias que mi hija mayor se graduó, se recibió de enfermera y para que lo lograra hizo mucho sacrificio pues se fue a vivir sola a la Ciudad de México, a veces me marcaba y me preguntaba qué había comido y yo me preocupaba porque no sabía si ella realmente estaba comiendo bien, si tenía dinero, por lo que vengo a darle gracias a la Virgen así como por todos mis hijos para que me los haga buenas personas”.

Kilométrico andar desde la sierra

Rocío Vargas García es de las pocas del grupo 43 que salió desde la localidad serrana de Neblinas, en Landa de Matamoros, el pasado 8 de julio. Es su novena peregrinación, pero la tercera consecutiva que inicia desde la Sierra.

“Venimos muy contentas y llenas de alegría, venir desde la sierra implica un cansancio del cuerpo que es normal, pero uno se llena de una fe muy bonita, se viven experiencias hermosas, la sierra nos nutre de esperanza que se refleja en nuestra vida cotidiana, no es solo caminar 20 días, es un compromiso de siempre, las peregrinaciones dejan un gran recuerdo en el alma y el corazón que nos ayuda a salir adelante en situaciones complicadas”, externó. Ver como las personas a su paso viven y se entregan a la peregrinación, que dan lo que tienen, que se desprenden de cosas, “es algo que en lo personal me nutre y me ayuda mucho a seguir adelante”.

Su caminar hace nueve años inició por una promesa, debido a una enfermedad en su sobrino. “Le pedí mucho que lo ayudara por enfermedad muy peligrosa que tenía, este caminar empezó por esa promesa y actualmente mi sobrino está bien”, detalló.

Rocío reconoce que peregrinar genera una “sensación inexplicable porque son un cúmulo de emociones al acercarnos cada día más a nuestra meta, una gran felicidad cuando estás frente a la Virgen, verla a los ojos es una emoción muy bonita. “Este año le agradeceré por todos los favores recibidos, todas las gracias y bendiciones que nos ha dado y ponerle en sus plantas a los hermanos que se quedaron atrás en la Sierra y que se encomendaron con nosotros para llevarles sus recados”.

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