El impecable traje gris de Eduardo Aguilar no le impide montar uno de los juegos del parque de bolsillo. Así como Sebastián tiene a su Caballito en pleno Paseo de la Reforma, el titular de la Autoridad del Espacio Público (AEP) presume su espacio, ubicado a las afueras del Palacio del Ayuntamiento, en pleno Centro Histórico de la ciudad de México.

Este parque lo ha visto todo: lluvias, izamientos de bandera y hasta la “eterna” manifestación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 2013, cuando pedía la derogación de la reforma educativa.

—¿Se vale que el espacio público sea tomado por manifestantes?

—Manifestarse es una cuestión de expresión y no hay mejor lugar para hacerlo que el espacio público, siempre y cuando no se afecte a un tercero.

—Su jefe Simón Neumann (secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda) ha externado su opinión contra las manifestaciones de la CNTE…

—Manifestarse es válido, pero hay que hacerlo con cuidado.

Este treintañero bien podría considerarse un tecnócrata del espacio urbano: es arquitecto por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), tiene estudios de posgrado por la Universidad de Harvard y la Escuela de Arquitectura de Arhus, en Dinamarca. No está afiliado a partido político alguno, es más, ha trabajado con priístas, panistas y ahora con un gobierno emanado del PRD.

Cuando el tricolor Natividad González Parás gobernó Nuevo León, Aguilar trabajó con él en la planeación y rescate de espacios públicos. Fue el responsable del proyecto que, a través de un canal artificial, une el Parque Fundidora y la Macroplaza.

Con el panista Mauricio Fernández (a quien define como “un alcalde innovador”) al frente del municipio de San Pedro Garza García trabajó en proyectos similares y en 2012, por recomendación de Juan Ignacio Barragán, ex secretario de Desarrollo Urbano de Nuevo León y luego de una serie de entrevistas, fue seleccionado como Autoridad del Espacio Público de la ciudad.

Desde que asumió esa responsabilidad ha enfrentado polémicas como la colocación de parquímetros en el Centro de Coyoacán que a los vecinos de la zona no les hizo gracia.

También le ha tocado lidiar con las obras en Presidente Masaryk que, según acusan comerciantes de la zona, han sufrido retrasos.

Generalmente contesta a cualquier entrevista, pero en los momentos más agudos del debate sobre ambos temas, optó por guardar silencio.

Cuando se le pregunta por Coyoacán, la respuesta es siempre la misma: están a la espera de la consulta para definir si los aparatos se instalan o no.

Sobre Masaryk, la AEP ha aclarado que la rehabilitación del corredor urbano será un detonador del cambio en la zona.

El que vino de Guadalajara

Eduardo Aguilar nació en Guadalajara, Jalisco. Le tocó vivir la ciudad con visos de violencia a causa del crimen organizado de los años 80.

Junto a sus padres, de niño quedó en medio de una balacera en una gasolinera ubicada en avenida Vallarta.

“Tenía como seis años. Tengo recuerdos vagos de inseguridad. Oía sobre bombazos que había en la ciudad y eso te intimida, pues ya no sabes en qué lugares puedes estar y en cuáles no”, recuerda.

Pese a esos momentos, Eduardo creció jugando al futbol y las canicas. Aclara que no es generación Atari, sino Nintendo.

Para el funcionario capitalino no hubo duda al momento de optar entre el ballet de su madre Silvia (fue bailarina en su juventud y luego puso una escuela en Guadalajara) y la ingeniería civil de Eduardo, su padre.

“Acompañaba a mi papá a las obras, jugaba con los albañiles, veía cómo se iban haciendo los edificios, tal vez sin entender mucho, pero ahí empecé a involucrarme”, narra.

Con su hermano Jonathan (hoy dedicado a la venta de muebles en Ciudad del Carmen, Campeche) lo unía la complicidad de cuidarse las espaldas cuando alguno había protagonizado pleitos: “Teníamos que avisarnos ‘oye, me pelee y me están esperando a la salida’, así llegábamos los dos para echar montón”.

Paradójicamente, el hombre que hoy rescata el espacio público ve con tristeza que la calle en la que jugaba en sus años de infancia en Guadalajara ya no sirve más para eso.

La licenciatura en Arquitectura la estudió en su ciudad natal, en Monterrey y en el Distrito Federal, para con ello conocer ciudades con problemas similares.

Es decir, pasó de las tortas ahogadas, la carne en su jugo y la birria, a la machaca y las quesadillas: “La comida más rica es la de la ciudad de México, hasta el arroz es delicioso”.

Cazado por ‘head hunters’

El primer contacto de Eduardo Aguilar con la política fue vía el priísta Natividad González Parás, a quien conoció en el campus del Tec de Monterrey cuando el primero estudiaba y el segundo ofrecía conferencias.

“Me acerqué a él para conocer su proyecto de recuperación de espacios públicos antes de que fuera gobernador. Cuando empezó a hablar de conceptos como ciudades dignas, lo busqué, junto con mi grupo de amigos, para platicar de proyectos que habíamos desarrollado en la universidad”, explica.

Ya en el gobierno, González Parás creó la Agencia para la Planeación del Desarrollo Urbano e invitó a Aguilar a colaborar en el área de planeación y rescate de espacios públicos.

Al gobierno capitalino llegó por recomendación de Juan Ignacio Barragán, actual presidente de la Asociación de Urbanistas de Nuevo León y ex secretario de Desarrollo Urbano de ese estado.

“Conocí al jefe de Gobierno por recomendación del ex secretario de Desarrollo Urbano de Nuevo León, vine a varias entrevistas, expliqué lo que había hecho en Monterrey y tuve la fortuna de que me invitara a su proyecto”, comparte.

Ya como funcionario, la peatonalización de espacios y los parquímetros han sido sus temas.

—¿Qué opinas de las críticas contra la semipeatonalización de la calle 16 de Septiembre? Dicen que no se entiende por donde va el peatón y por donde el auto.

—Es un proyecto innovador, es cuestión de irse acostumbrando. Hicimos estudios técnicos, mesas de participación ciudadana, porque ésta fue una solicitud de los vecinos después de ver el beneficio económico de la calle Madero. Teníamos 300 carros contra 3 mil peatones en horas pico. Entonces, hicimos un modelo diferente de calle.

El coordinador de la AEP asegura que sí usa la infraestructura de la ciudad que desarrolla. También aclara que prefiere caminar y que sí se ha subido al Metrobús.

—¿Usas la infraestructura que creas?

—Sí la uso. Por ejemplo, la calle 16 de septiembre, vengo en bicicleta los fines de semana. Prefiero caminar y cuando tengo tiempo vengo aquí (al Centro Histórico).

—¿Qué te gusta más, el Metro o el Metrobús?

—Los dos, todo depende de la hora, pero me gusta más el Metrobús, porque puedo ver la ciudad.

—Nunca te subiste a la Línea 12 cuando todavía funcionaba completa?

—No, no tuve la oportunidad.

Técnico, no político

Aguilar Valdez afirma que se considera más un técnico que un político y que ello le ha permitido trabajar con gobernantes de distintas siglas partidistas.

—¿Se puede ser técnico en un gobierno de políticos?

—Los temas que yo manejo implican conciliación, trascienden la agenda política. A todos nos interesa el espacio público y los beneficios sociales, estéticos, de seguridad, de desarrollo económico y turismo que generan. Tendrá cada quien su postura de acuerdo a su filiación política, pero es un tema de acuerdos.

—¿Se puede tener aspiraciones políticas sin afiliarse a algún partido?

—Aspiraciones políticas no lo sé, pero aspiraciones técnicas y urbanas yo creo que sí.

—¿Se puede ser aséptico al ambiente político diciendo “soy técnico”?

—Hay un lado institucional. Tener un partido para el que trabajas implica tomar en cuenta eso, hay que seguir líneas.

—¿Eres técnico o tecnócrata?

—Técnico, porque me apasionan los proyectos con algún beneficio social.

—¿Mantendrás tu idea de no afiliarte a algún partido político?

—Me voy a mantener respetando la línea del partido con el que trabajo

—Parafraseando a Andrés Manuel López Obrador, bien podrías ser un pirrurris...

—¿Por?

—Tuviste acceso a buenas escuelas, has vivido en otros países...

—Creo que es más bien una responsabilidad y estoy consciente de eso, porque es difícil tener acceso a la educación, pero creo que también es algo que me hace responsable con mi país, donde hay más oportunidades. Por eso mi interés en la política, lo que he aprendido puedo desarrollarlo en beneficio de la ciudad.

El hacerte pirrurris te responsabiliza como ciudadano y como mexicano.

Y le hace a los juegos

Eduardo Aguilar acaba de asistir a un evento en Palacio Nacional. Conoce a uno de los militares que resguarda la zona. Se toma una foto con él.

Debe cortar la entrevista, lo aguardan en otro lado.

“Pero faltan las fotos”, le recuerdo al funcionario. “Mmm, las hacemos”, responde.

Así comienza una danza en el parque de bolsillo que lo lleva por las sillas, los juegos y hasta las bicicletas que se ubican cerca del área.

Este niño de ciudad, pese a todo, se mueve bastante bien dentro del caos.

“¿Listo?”, pregunta Aguilar. “Listo”, responde el fotógrafo.

Es entonces cuando el titular de la AEP baja del pequeño caballito (o algo parecido) adherido con un resorte metálico a la base del parque de bolsillo.

¿De verdad no se perdió nada, cuando la CNTE acampó aquí en el Zócalo?

—Nada, sólo movieron cosas de lugar y hubo deterioro de las plantas existentes.

Luego de responder, cruza la calle donde su chofer ya lo espera.

Hoy no caminará. Tiene prisa.

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