En la comunidad de Ojo de Agua, estado de Hidalgo, la Diócesis de Querétaro celebró la Homilía en honor al reconocimiento por la entrega de medallas a peregrinos que cumplieron 25, 50 y 75 años de participar en la tradicional caminata hacia el Tepeyac guadalupano.

Con la presencia de 25 mil marchantes, el obispo de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, fue el encargado de colocar 280 medallas, 210 por 25 años; 68 por 50 veces y 2 por 75 idas a la Basílica.

Al respecto, el obispo queretano aseveró que esta ceremonia fue un reconocimiento a los romeros, quienes movidos por la fe hacia Cristo, caminan evangelizando y proclamando el evangelio.

“La condecoración no es otra cosa más que un reconocimiento de todos los peregrinos, un reconocimiento fraternal, pero sobretodo es una mirada de la Virgen, que toca con su ternura a cada uno de los caminantes para seguir cada uno adelante en su vida cristiana y en su vida como peregrinos”, aseveró.

Agregó que como grey de la Iglesia católica queretana, es una gran alegría haber podido celebrar la ceremonia, sobretodo de tocar los corazones de quienes llevan muchos años de peregrinación, de manera especial los de 75 y 50 años.

“Yo tengo cuatro años caminando y sé la fatiga, y sé que el caminar es una gran alegría, por eso 75, 50 y 25 años es la alegría acumulada, que es fortalecida en su caminar, de un gran amor a la Virgen, es un gran testimonio para nosotros”, acotó.

El encargado de la homilía, el Vicario del pastoral, Fidencio López Plaza, hizo énfasis en que son “ustedes el tesoro más preciado para la Iglesia diocesana”.

Comentó que a dos días de arribar a su destina, tras casi 15 días de peregrinar hacia la Basílica de Guadalupe, es comparable al tiempo en que tardo Jesús en resucitar, para posteriormente subir al cielo.

“Estamos a unos días de llegar, hermanos, a la casita del Tepeyac, en donde todos resucitamos, después de aquella mañana del 12 de diciembre de 1531, el Tepeyac es el jardín donde cada año resucitamos, donde cada vez que vamos a ver a nuestra madrecita, resucitamos”.

Aseguró que aun cuando sean 15, ocho o tres días de camino los que emprendan los peregrinos, valen la pena únicamente para contemplar por unos segundos la mirada de la Virgen, y con ello resucitar y recargar la vida para seguir siendo discípulos y misioneros.

“Aquí en este lugar hermanos, donde celebramos los 25, 50 y 75 años de muchos de ustedes, hermanos peregrinos, aquí se eleva al cielo, más que una plegaria, su persona, porque ustedes son el tesoro de nuestra iglesia diocesana”, destacó el vicario a los congregados.

Agregó que existen testimonios de guadalupanos que a lo largo de su caminar a la Basílica han invitado a otros a unirse en esta tradición andariega, incluyendo a sus hijos, lo que implica que es una costumbre que poco a poco se irá permeando de manera generacional.

“Así es como la Iglesia se evangeliza así misma y de esta peregrinación cada año nacen nuevos peregrinos, nuevos discípulos y nuevos misioneros, aquí en este lugar en donde las plegarias de 25 y 50 años peregrinos se convierten en el siglo supremo de fidelidad a nuestra iglesia diocesana”, argumentó el vicario en su homilía de ayer.

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