Carlos “N” y Amelia “N” han sufrido accidentes en diferentes etapas de su vida.

En el caso de Amelia, en dos ocasiones chocaron su automóvil y las dos veces ella tuvo que pagar los deducibles, pues a pesar de contar con seguro, las personas que chocaron con ella, no. Mientras que en el caso de Carlos, un percance con un conductor ebrio le costó más de un año de recuperación física y secuelas para toda la vida.

Carlos, médico de profesión, cuenta que hace nueve años, cuando iba a trabajar al hospital donde prestaba sus servicios, sobre boulevard Bernardo Quintana, un conductor en estado ebriedad y a exceso de velocidad impactó su camioneta, proyectándolo contra un poste, que cayó sobre la unidad, lo que lo dejó atrapado entre los fierros de la camioneta.

El otro conductor, “venía alcoholizado totalmente. Se sale de Bernardo Quintana (yo venía por la lateral) me estrella contra una barda y un poste. Él no tenía seguro y los abogados dicen que si no es con un acuerdo el tipo se va, y me quedo chocado y sin dinero, tienes que llegar a un acuerdo”.

Las secuelas del accidente aún persiguen a Carlos, pues tuvo fractura de cadera y fémur. Incluso, dice riendo, que “tengo una pata más corta que la otra”, por lo que tuvo daño permanente en su cuerpo, debido a lo fuerte del golpe.

Tardó un año en volver a caminar más o menos bien. En cama estuvo un mes, en silla de ruedas 20 días, más otro tiempo más prolongado con muletas y bastón.

En gastos médicos, como fue atendido en el Hospital General, dependiente de la Secretaría de Salud, el gasto no fue tan elevado como un nosocomio particular, aunque sí tuvo que desembolsar cerca de 60 mil pesos, más la camioneta que quedó totalmente destruida. El otro conductor sólo desembolsó 40 mil pesos.

La historia se repite.

No ha sido la única ocasión que Carlos ha sufrido un accidente, pues recientemente una conductora que se pasó un semáforo en rojo también lo impactó.

Narra que pasando el puente de la carretera 57 y avenida Cimatario, una mujer a exceso de velocidad chocó contra su auto.

“Era una joven. Venían dos adolescentes en el coche (ella y un acompañante) bajo el influjo del alcohol, pero la policía no toma en cuenta eso. Ella ya había dicho que se había pasado el semáforo, pero cuando llega (el ajustador) de su seguro, se ponen de acuerdo y le dice que como no hay cámaras de seguridad en esa avenida no se puede corroborar la versión y se maneja como un semaforazo”, comentó.

Agrega que los conminaron a llegar a un acuerdo, pero Carlos lo rechazó, pues la joven fue la responsable del percance. Se llevaron los coches al corralón, y luego de tres meses, la autoridad determina que no tuvo responsbilidad, por lo que Carlos tuvo que pagar su deducible para reparar su coche.

“Después de varios meses de estar en un ir y venir en juzgados, para ver quién había tenido la culpa, al final lo dieron como un semaforazo, por que no había cámaras de seguridad. Eso fue una colmillada del ajustador del seguro de la joven, porque la chava ya había aceptado su culpa en ese percance”, dice.

A pesar de que la otra conductora tenía seguro, al final no se hizo responsable del accidente, al contrario, el del seguro tuvo que ver para que la conductora no pagara por su error que había cometido.

Costosas distracciones.

Por otro lado, Amelia recuerda que en una ocasión, en 5 de Febrero dirección a la Ciudad de México, un conductor la chocó por alcance, pues la circulación se detuvo y el conductor venía distraído, por lo que no alcanzó a frenarse.

Recuerda que al lugar llegaron elementos de la Policía Estatal, quienes les pidieron salir a los carriles laterales, para no entorpecer la circulación. Sin embargo, para ese momento Amelia ya no podía moverse bien, debido a que tenía rectificación de columna y el dolor en el cuello ya era muy molesto.

“Me acuerdo que era un señor el que me chocó, porque lo vi por el retrovisor que no iba a alcanzar a frenar, todos estaban parando, yo frené, pero cuando voltee a ver por el retrovisor él iba distraído, platicando con alguien más. Cuando llegó la patrulla aceptó que me había pegado. Luego llegó su patrón, porque era un empleado y cambió su versión. Dijo que me había frenado muy rápido y que no tenía seguro. Fue mi aseguradora la que se hizo cargo del coche. Me llevaron a un hospital, pero no me acuerdo cuánto tiempo pasó para que llegaran a un acuerdo”, explica.

Dice que en el momento el conductor aceptó su responsabilidad, pero después ya no quiso hacerlo.

Otro percance que tuvo Amelia fue en avenida Constituyentes, cuando un sujeto en una automóvil salió de una de las calles, impactando su unidad en un costado.

“Era noche y me fui siguiéndolo para anotar las placas y acordarme del modelo. Se dio la vuelta por Tecnológico y se siguió por Zaragoza. Cuando llegamos a la Alameda vi una patrulla y le dije que el coche que iba adelante de mi me había chocado en el costado y que seguramente iba borracho.

Los policías me dijeron que no podían hacer nada, que no los siguiera y que me fuera a la agencia del Ministerio Público que está en Zaragoza y que presentara una denuncia. Fui a la agencia, con los datos del coche y el número de patrulla. Me dijeron que no podía presentar una denuncia, a menos que llevara papeles originales”, aseveró.

Explica que como el percance pasó un fin de semana, regresó hasta el lunes a presentar la denuncia. Se tardaron días en localizar al dueño, pero había cambiado la defensa de su coche, argumentando que le habían hecho un rayón y la habían arreglado, pero después de mucho aceptó que la había chocado, pero que como no tenía seguro lo más que podía darle eran tres mil pesos, pero sus daños eran mayores, pues tenían que cambiar las dos puertas, y el seguro le pedía deducible para arreglar su coche.

Después de mucho negociar y que el agente ministerial le dijera que “lamentablemente los accidentes de tránsito son como estar en un tianguis y había que regatear para tratar de sacar lo más que se pudiera, porque la gente no tenía seguro”. Al final la mayoría de los gastos corrieron por su cuenta, y tuvo que pagar el deducible de su seguro.

De acuerdo, con la Secretaría de Seguridad Ciudadana, en el estado aproximadamente 50% de los accidentes de tránsito son provocados por automovilistas que no cuentan con seguro de daños a terceros.

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