Juan Carlos Saint-Charles y Fernando González Zozaya, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), responden con respectivo buen humor al enterarse por este diario de que el predio en el que hace 16 años realizaron investigaciones dentro del Barrio de la Cruz fue, justamente, el que ahora ocupa la fortaleza de las calles de Olivo y Chabacano, donde hace seis meses explotó una toma clandestina de gas.

“Puedo jurarte que yo no realicé ese túnel”, bromea Saint-Charles; mientras que González Zozaya se sorprende: “Increíble, es una coincidencia histórica.”

En su libro Arqueología Funeraria en San Juan del Río, publicado por el Centro INAH Querétaro, González Zozaya reconstruye parte de la experiencia que vivió a mediados del año 2000, al lado de su maestro, Saint-Charles, donde realizaron trabajos de rescate arqueológico, que aportaron la información académica más reciente obtenida en el Barrio de la Cruz.

“Este lugar constituye un icono de identidad regional para Querétaro; es punto de confluencia de muchas culturas, un lugar simbólico y con alto poder religioso”, define González.

Juan Carlos Saint-Charles añade: “El Barrio de la Cruz posee los vestigios más antiguos del estado, y es básico para entender los procesos de desarrollo que tuvieron los pueblos locales y vecinos.”

Enterado del recientemente anunciado proyecto de rescate del barrio sanjuanense, por parte del gobierno del estado, Saint-Charles sugiere al Centro INAH Querétaro participar activamente en dicho plan, a fin de velar por que se realice una adecuada salvaguarda del lugar.

Por su parte, González Zozaya sugiere que el INAH plantee de inmediato la creación de “un museo comunitario bien hecho”; aunado a que los gobiernos federal, estatal y municipal emprendan un “sincero y honesto proyecto integral de recuperación” para el entorno; porque “ese Barrio de la Cruz era un vergel… y no lo que hoy se ve.”

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