A sus 85 años lo que caracteriza a Alicia Quiroz es su alegría, su gran sonrisa, su humor y amena charla. Originaria de Pachuca, Hidalgo, se fue a vivir a los 12 años a la Ciudad de México, y en 1979 llegó a Querétaro. Estudió para secretaria ejecutiva bilingüe, se recibió a los 17 años y se casó a esa misma edad. Es madre de dos hijos y tiene cuatro nietos.

Desde hace 16 años, asiste al Centro Gerontológico Plan Vida, ahí ha tomado talleres de literatura, teatro, música y acondicionamiento físico y también ha hecho grandes amistades. Minutos antes de platicar con ella, disfruta del mediodía en el patio de la institución, a su lado, su gran amiga María Concepción Jiménez, Conchita, como le dice de cariño.

—¿Alicia, cuántos años tiene?

—Eso no se le pregunta a una dama (risas).

—¿Verdad que esa pregunta, de la edad, nos pega más a las mujeres?

—En tu caso quizás sí, pero para nosotros es una verdadera bendición, es un triunfo tener 85 años.

—¿Tiene 85 años?

—Sí claro y no me creas orgullosa o algo por el estilo, pero hasta ahorita tengo todo, mi caminar, mi vista, mi oído, a medias, claro, ya no como antes, pero no me hace falta el bastón y la silla de ruedas para moverme, estoy completita y eso lo agradezco.

Dependiendo del ánimo. Un día en la vida de Alicia está lleno de actividades. Dependiendo del ánimo con que despierta decide levantarse temprano o quedarse en la cama unos minutos más. “Me levantó, arregló y vengo para acá. Ya no manejo desde hace cuatro años. Tomó mi camioncito, que es un verdadero problema ahora, son terribles los conductores, pero Dios me da todavía licencia de caminar y aquí estoy”.

En Plan Vida, entre clase y clase, platica con sus amigas, al terminar, regresa a casa en camión. Le gusta leer, tiene una biblioteca de más de 300 libros y con orgullo dice que leyó cada uno. También le gusta la música y a veces ve la televisión, pero asegura que “nunca” telenovelas.

Su pasión por las artes, la lectura y escritura, la ha llevado a involucrarse en un proyecto del que saldrán sus memorias.

Los jóvenes, dice, siempre se han distinguido por ignorar el futuro, porque no piensan qué en algún momento llegarán a la tercera edad. “Desde mi época nunca pensamos que vamos a ser unos ancianos con necesidades; los jóvenes de ahora menos, tristemente con todos los adelantos tremendos que tenemosen cuanto a comunicación, ya ni platican entre ellos, todo es a través de sus aparititos”.

Ver la vida con alegría, con humor y sobre todo con carácter, son los que consejos que da a las nuevas generaciones. “Hay que estar atentos a lo que se nos viene, porque todo cambia muy a prisa, y los jóvenes deben de entender eso, el mundo cambia, pero el mundo es suyo, cuídenlo y cuídense”.

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