Miles de personas acuden cada año en peregrinación a visitar al Santo Niño de Jalpan, para venerar la imagen ‘milagrosa’ que sigue presente en la fe del pueblo católico. Ésta es sin duda la fiesta religiosa más importante para los habitantes de la Sierra Gorda Queretana.

La imagen data de principios del siglo XX, pertenecía al señor Justo Yáñez, originario de la localidad de Ahuacatlán de Guadalupe y fue bendecida por el padre Nazario Téllez, párroco de Jalpan. Poco tiempo después pasó a ser propiedad del señor Antonio Velásquez, quien vivía en una localidad conocida como ‘La Mezclita’ (de ahí que también se le conozca con este nombre) y que decidió donarla a la parroquia de Santiago de Jalpan de Serra, en el tiempo en que don Román Herrera fungiera como párroco asignado.

Por los constantes milagros que se le empezaron a adjudicar a la imagen, la devoción a ésta fue creciendo y la llevaron a visitar poblados y ciudades vecinas, en las que se le recibía con fiesta y velaciones, hasta que se decidió dejarla permanentemente en la parroquia de Jalpan para que así, toda la gente pudiera rendirle culto.

Aunque las peregrinaciones a la parroquia de Jalpan parten desde el 28 de diciembre, el 5 de enero podría marcarse como el inicio de esta festividad, cuando miles de personas —aproximadamente 20 mil— acuden a visitar la milagrosa imagen del Santo Niño.

El presbítero de Jalpan, Fidencio Servín, quien es presidente del Decanato de la Sierra Gorda, afirma que esta fe es muy grande, y que la presencia de Dios se ve en este tipo de manifestaciones populares.

“Son miles de personas las que vienen a venerar al santo niño, aquí esta manifestado, es Jesucristo quien nos mueve a seguir en nuestro andar”, argumenta el líder religioso.

Asimismo, agradece a la población por su gran colaboración para desarrollar y llevar a cabo una fiesta de esta naturaleza. “Nuestros hermanas y hermanos apoyan de buena voluntad, con comida y con servicio, ya que prácticamente no se duerme la madrugada del 6 de Enero”.

Peregrinaciones constantes, rezos, peticiones y agradecimientos es lo que la gente pide al Santo Niño, muchos tienen que esperar incluso hasta una hora para poder postrarse a los pies del ‘niño milagroso’.

Ante la multitud, el atrio parroquial opera como morada, ya que la gente busca un espacio donde dormir cerca de la imagen; este año particularmente se notó más gente que el anterior, a quienes se les olvidan las penas y su cansancio con tan sólo tocar el manto de la imagen.

A las cinco de la mañana se despertó a los pocos peregrinos que aún dormitaban con una salva de cohetones, un repique de campanas y unas sonoras mañanitas.

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