Hace siete años la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció un trazo histórico de dos mil 600 kilómetros que unió a centenas de comunidades en América del Norte, entre la Ciudad de México y Santa Fe en Nuevo México, Estados Unidos: El Camino Real de Tierra Adentro, comunidades que se han mantenido conectadas pese al cambio de fronteras.

Para recordar esto, diversos especialistas se reunieron en un coloquio realizado en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la CDMX, para recordar el esfuerzo colectivo que posibilitó su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial en la categoría de Itinerario Cultural.

Para el antropólogo Diego Prieto, uno de los múltiples partícipes en la integración del expediente técnico que sustentó la candidatura del también llamado Camino de la Plata, éste representó “la columna vertebral del proceso de formación de la nación mexicana, de un país libre que emergió en el seno de la Nueva España”; de ahí su trascendencia.

“El Camino Real de Tierra Adentro implicó un esfuerzo fenomenal de expansión de la economía, de poblamiento y colonización de tierras con circunstancias muy complejas; pero no fue sólo una ruta comercial, por ella no sólo circularon mercancías y abastos para los reales de minas, sino entrañó la circulación de mentalidades y formas de ser”, expresó.

Una empresa que arrancó en 1531 con la fundación de San Juan del Río y de Querétaro en la búsqueda de zonas ricas en plata, y que en la segunda mitad del siglo XVI acompañó la llamada Guerra Chichimeca que lidiaron los españoles y sus aliados indígenas, con estos pueblos nativos más “norteños”.

Fue en 1993 cuando iniciaron los primeros acercamientos para buscar la candidatura del Camino Real de Tierra Adentro, una tarea que llevó avante el INAH como institución rectora en la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural del país; y que supo involucrar y atender las ideas de otras instancias y gobiernos de cuando menos 10 entidades: Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Coahuila, Chihuahua y Ciudad de México, “origen y destino” de esta importante ruta.

El titular del INAH aprovechó la ocasión para recordar que serán los próximos 23 y 24 de octubre cuando en el Museo de Guadalupe, en Zacatecas, se realice el Congreso Internacional sobre Caminos e Itinerarios Históricos. Un foro más para discutir y mantener los valores que hicieron posible considerar al Camino Real de Tierra Adentro como Patrimonio Mundial.

Por su parte, Teresa Franco, ex directora del INAH, y a quien en su primera gestión al frente del mismo tocó crear un equipo multidisciplinario e interinstitucional para plantear la candidatura de este bien binacional en la lista de la UNESCO, comentó que ni la anexión de territorios mexicanos a Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX, ni movimientos armados como la Revolución Mexicana lograron romper los lazos sociales y comerciales unidos por el Camino Real de Tierra Adentro.

Fue hasta mediados del siglo XX, con la construcción de la Carretera Panamericana, que realmente se trastocó lo que había sido la ruta histórica.

La expresión tan mexicana “De ahí pa’l real” —recordó Franco— tiene su origen justamente en la alusión que hacían los arrieros de este inmenso trayecto que los adentraba en los vastos y desconocidos territorios de la Nueva España.

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