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María del Carmen de Jesús García es una jovencita de 17 años, originaria de Amealco, viene hasta la capital para vender flores; junto a su madre diariamente buscan el sustento de ellas y sus 12 hermanos, quienes las esperan en su pueblo natal.
“Vengo a vender flores, sólo algunos días: lunes, martes, jueves y sábado”; debido a que en su casa las esperan sus hermanos, cada día que llegan a la capital regresan a su oriundo Amealco. Desde las seis de la mañana ya viene en camino, llegan acá entre siete y ocho de la mañana, a esa hora ya empiezan a recorrer las calles de la ciudad, en busca de clientes —de los fijos y de nuevos—.
Las flores son adquiridas por restaurantes y personas en general, asegura María. Y provienen del mercado Escobedo y de un panteón, lugares de donde son traídas por las vendedoras de flores. “Las flores las compramos en un panteón y en el mercado Escobedo”.
Entre la mercancía se concentran los alcatraces, los que tienen más éxito, los que son más comprados. Y cuyos ramos tiene un costo de 50 pesos, mientras las demás flores cuestan 40 pesos. “Los alcatraces a 50 y las demás a 40 el ramito”, comenta la joven florista.
De Jesús García recuerda que comenzó a venir desde que tenía 7 años, entonces sólo acompañaba ocasionalmente a su mamá: “empecé a venir a los 7 años, con mi mamá”.
Desde hace 10 años se trasladan en camiones, “nos venimos en camión, de la central agarramos el taxi y llegamos al mercado a comprar las flores, en el Escobedo”.
“El camión nos cobra 6.5 de aquí a la central y de Querétaro a Amealco 42 pesos, pero a ese gasto se le suma el un taxi que las acerca a su casa y que les cobra 50 pesos, entre las dos gastan casi 160 pesos, sólo en los pasajes de un día.
De Amealco a la ciudad
Una de las razones por las cuales recurren a la capital es porque en su lugar natal no encuentran empleo: “para allá no hay trabajo y por eso venimos aquí a vender flores y pues tengo 12 hermanitos que hay que alimentar”.
Los días en que más venden obtienen una ganancia de mil o mil 200 pesos y los días en que menos, 600 pesos; al decir cuánto ganan al día María afirma que “sí sale”, con ello se refiere a que sí les reditúa el comercio para llevar alimento a sus hermanos, para el transporte y para invertir en flores.
La joven amealcense relata que estudió hasta tercero de secundaria, pues la necesidad de venir a trabajar junto a su madre le impidió continuar estudiando. Aún recuerda su paso por la escuela, dice añorar las clases de matemáticas y a sus compañeros.
María reconoce haber truncado sus estudios para dedicarse a la venta de flores. Asegura que de seguir estudiando le gustaría ser maestra, para enseñar a los niños a estudiar.
“Estudié hasta la secundaria, me gustaría continuar, pero tuve que dejarlo para trabajar”. Y refrenda su anhelo: “quería seguir en la escuela pero ya no, porque tenía que venir a trabajar con mi mamá para mantener a mis hermanos”.
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