“Cebollitas, palomas, hormiguera, bola de humo, R-15, volcanes”, se escucha vociferar a Gabriela —por ponerle un nombre—, una joven de no más de 20 años de edad que carga en su espalda con un rebozo, a su hijo de dos años.

Su voz es parte de los sonidos que se escuchan en cada semáforo de Querétaro, en la salida de cada centro comercial y en las propias calles de la ciudad. Los fabricantes y comercializadores de pirotecnia encuentran en el fin de año una de las temporadas más rentables para distribuir su mercancía después del 15 de septiembre.

Y ante la dificultad de tener una entrevista abierta con la vendedora de estos productos, el acercamiento se dio como un cliente más. Al salir de una tienda de autoservicio, antes de las 10 de la noche, ella era la primera persona que se podía ver y escuchar tras pasar la puerta automática; ahí, mostraba su mercancía en una carriola.

¿Cuánto cuestan las cebollitas?, le pregunté, a 10 la bolsa, respondió con voz tímida. De a poco me fue describiendo que eran y para qué servía cada uno de los artefactos que vendía. Después, explicó que, como ella, son decenas de personas que se distribuyen en toda la República mexicana para vender la pirotecnia que se fabrica, principalmente, en el Estado de México:

“En la fábrica, en Ecatepec, en Estado de México, somos varios; me da poco lo que es una bolsa de palomitas, una caja de cebollitas, otra caja de volcanes; el dinero que ganamos depende de la mercancía que vendamos, pueden ser hasta mil 500 pesos”.

Las que sí se pueden vender, según dijo, son las que sacan “chispitas”: las “cebollitas”, los garbancitos —esos que se avientan contra el suelo y truenan como chinampas— y las tradicionales lucen de bengala.

En los siete minutos que pude platicar con ella, se acercó otra persona, un papá con su hijo de cinco años, los dos emocionados preguntaron por estos productos.

—¿A cómo son estos?, preguntó el joven papá.

—A 10 pesos, le dijo Gabriela.

—¿Y estos qué hacen?

—Truenan, salen chispas

—¿Y estos?

—A cinco pesos.

—Ya ves, cómprame uno papá, terminó el niño.

Al día siguiente (esto fue la semana pasada) como experiencia personal, me tocó llegar al semáforo de Constituyentes, proveniente de Bernardo Quintana, en la intersección con Avenida de Las Viscaínas, una mujer me ofreció “cebollitas” y luces de bengala, y también habló de R-15, a 25 pesos una bolsa con cuatro de esas bombas, cuando le dije que me los llevaría, me dijo que la esperara y corrió a la tienda de conveniencia que está en la esquina, pidió para sacar unas cosas detrás del mostrador y enseguida salió con la bolsa (que entregó clandestinamente).

Al menos, en este caso se pudo corroborar que no sólo hay una acción ilegal en quien los vende, sino en quien los esconde y almacena para su distribución.

Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos indica que la fabricación, venta y manejo de los fuegos artificiales, según su característica, requiere de permisos especiales. A pesar de que la Unidad Municipal de Protección Civil en la capital, anunció el decomiso, la semana pasada, de 520 kilogramos de pirotecnia, es común encontrar en los cruceros a hombres, mujeres y niños ofreciendo las “lucecitas”.

Fernando Martínez Garza, coordinador de Protección Civil en el municipio, recordó que la pirotecnia constituye un gran peligro para la integridad de las personas, sobre todo de los niños:

“Las fiestas de Navidad y Año Nuevo son el momento propicio para estar en familia, muchas veces son enlutados por un momento, por segundos de hermosas luces tradicionales, los fuegos pirotécnicos año con año dejan una secuela de daños, especialmente en niños y niñas que no tienen la conciencia adecuada al momento de usar estos artefactos”, señaló.

Por ello, autoridades hacen la invitación es a que no se usen, que no se compren y a que los padres de familia sean responsables de restringir estas prácticas en los pequeños.

“Hemos insistido en que la manera más segura de prevenir las lesiones ocasionadas por fuegos artificiales es dejar de usarlos, a pesar de las medidas de la autoridad, cada uno de nosotros como padre de familia debemos de tomar medidas para que ningún miembro de nuestra familia se vea afectado por la pirotecnia”.

En Querétaro, por fortuna, no ha habido casos graves de heridos por el uso de pirotecnia, pero basta recordar su peligrosidad con lo ocurrido el pasado 26 de diciembre en Coatzacoalcos, Veracruz. De acuerdo con medios nacionales, una niña de 14 años de edad murió por traumatismo craneoencefálico cuando quemaba “palomas” en su recámara junto con su hermano; una quema fallida la llevó a acercarse al artefacto que le exploró en el rostro y provocó su muerte, por ello el llamado es a ser responsables y a denunciar cualquier anomalía detectada.

“Denuncien a quien almacene pirotecnia, que venda pirotecnia, a quien esté cerca de su familia porque si esto explotara sería de consecuencias muy graves”, apuntó.

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