L uego de 19 años de servicio como guardia de seguridad en el gobierno del estado, Gonzalo Velázquez Jaime tiene cuatro meses trabajando en lo mismo, pero para una empresa privada, donde labora de las 8:30 horas a las 20:30 de lunes a viernes.

Don Gonzalo, adulto mayor y quien toda su vida se ha dedicado a ser guardia de seguridad privada, apunta que con el cambio de administración estatal, en diciembre pasado, lo despidieron.

“El 15 de diciembre, a las tres de la tarde, cuando salía me dijeron que era el último día que trabajaba. Pregunté por qué, quizá cometí un error, le falté el respeto a las personas, me robé algo. Me dijeron que eran órdenes de allá… así”.

Indica que por 19 años de trabajo le querían dar de liquidación 13 mil 726 pesos, suma que decidió no aceptar, por lo que le dieron a firmar un papel donde renunciaba al trabajo.

“Les dije que no estaba renunciando, que me estaban corriendo. Si yo estuviera renunciando aceptaba lo que me estaban dando, pero no, y estamos en pleito”.

Don Gonzalo presta sus servicios para empresa de seguridad privada y fue asignado a una librería que se ubica en el centro de la ciudad, donde vigila que los visitantes no hurten libros, además de ayudar a recibir a proveedores y paquetes.

Su arma es una macana que porta en la cintura, pues muchas de las empresas que brindan el servicio de seguridad no tienen permisos para la portación de armas de fuego.

De apariencia serena y tranquila, don Gonzalo precisa que logró el trabajo gracias a que muchas personas lo conocen y le dieron respaldo.

Comenta que al ingresar a la empresa no le dieron ninguna capacitación, pues al conocer de su experiencia confiaron en que realizaría el trabajo de manera profesional.

Con experiencia. Gonzalo narra que primero trabajó para la extinta Secretaría de Recursos Hidráulicos, pero ahí hubo un retiro voluntario y lo tomó.

Luego buscó trabajo y lo encontró como chofer particular de la esposa de un ex gobernador de Veracruz, y posteriormente pasó a la desaparecida Policía Judicial federal.

Tras un año como chofer, le ofrecieron que se mudara a la Ciudad de México, pero no aceptó, por lo que consiguió trabajo con la ayuda de unos de sus compañeros en la Procuraduría General de la República (PGR), donde estuvo tres años y medio, en Huauchinango, Puebla.

Tras esos años fuera de Querétaro, su estado natal, regresó, y en la administración de Jesús Rodríguez, como presidente municipal le dieron trabajo en labores de seguridad.

Como guardia de seguridad prestó sus servicios en varios lugares, como el Instituto Tecnológico de Querétaro y luego al Museo de la Ciudad, que se inauguró el 14 de febrero de 1997, de donde era guardia.

Desde su mirada, don Gonzalo ha visto los cambios en la ciudad, con el crecimiento demográfico, económico y social, y considera que este movimiento ha sido para bien, pues en términos generales quienes llegan son buenas personas.

Casado, tuvo tres hijos, uno recientemente fallecido, don Gonzalo hace una pausa y sus ojos se llenan de lágrimas al recordar a su vástago. El recio guardia, quien en la PGR trabajó en el área de narcóticos, se dobla por unos instantes, pero no se rompe.

Tras unos momentos, sigue de manera pausada la charla. Dice que el mayor de sus hijos es abogado, el más chico tiene una licenciatura en música y el que falleció era ingeniero en sistemas, agrega.

Arduas jornadas. El trabajo de don Gonzalo es de lunes a viernes, de 8:30 a 20:30 horas, con una hora para comer. En su tiempo libre le gusta estar en familia, conviviendo con su nieta, su esposa y sus hijos.

Se confiesa amante de la lectura, principalmente de libros sobre Querétaro. Toda la historia del estado le llama la atención, como los motivos por los cuales se construyó el Acueducto, las leyendas como La Carambada y las razones por las que, se dice, murió Benito Juárez.

Echa a volar su imaginación y visualiza una ciudad de Querétaro en el siglo XIX más pequeña, con menos personas y en la cual le hubiera gustado vivir.

Recuerda que su abuelo, quien murió a los 118 años, le platicaba de los años de la Revolución Mexicana y fue soldado de Francisco Villa, y le hablaba de los años de la revuelta.

24 por 24. Jorge Luis Escalante Jiménez es otro elemento de seguridad privada de la misma empresa para la que labora don Gonzalo, pero su horario de trabajo es de 24 horas de trabajo por 24 de descanso.

Sus servicios los presta en el Museo de la Ciudad, donde su labor es atender a todo el público que asiste al recinto a visitar las distintas exposiciones, aunque en otras ocasiones los rolan a otros servicios que se ofrecen, ya sea porque uno de sus compañeros faltó o pidió permiso.

Señala que la empresa les da cursos de capacitación, aunque éstos se imparten en días de descanso, sobre atención al público, cómo proceder en caso de algún incidente, ya sea para llamar a las autoridades, además de primeros auxilios.

Apunta que el sueldo quincenal que percibe es de 2 mil 500 pesos, aunque es variable, toda vez que si hacen horas extras, pueden percibir mayores ingresos.

Al igual que don Gonzalo, Jorge Luis ingresó a la misma empresa de seguridad privada hace cuatro meses, y también cuenta con experiencia previa en el puesto.

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