Dejaron Acapulco por la falta de empleo y decidieron empezar una nueva vida en Querétaro, donde trabajar en la industria les permitió cumplir el sueño de comprar una casa, que este jueves se inundó y que dejó a su hijo de cinco años de edad asustado con cualquier lluvia, ya que teme que el agua se lo lleve todo.

Óscar Manuel Sánchez y Laura Cristina Fernández empezaron una vida en Querétaro cuando ella consiguió empleo en una fábrica del sector automotriz y él logró un buen trabajo en una bodega de uno de los parques industriales de El Marqués.

Con tres hijos, dos niños y una niña, Óscar y Laura compraron su vivienda en Paseos de El Marqués. Una casa de una sola habitación, de menos de 40 metros cuadrados de construcción, con un baño, ubicada junto a la alcantarilla del drenaje del condominio Burgos. No sabían que varias casas del fraccionamiento se construyeron en una zona de alto riesgo. Tampoco conocían las quejas que hay desde hace 10 años contra esas viviendas, por fallas estructurales y problemas en el drenaje.

El jueves pasado la familia acapulqueña vio cómo las aguas negras se regresaban por el drenaje y botaron la alcantarilla afuera de su vivienda. De un momento a otro rebasaron los 50 centímetros de altura y Laura Cristina vio flotar su refrigerador, como si fuera una lancha dentro de su casa.

“El drenaje debería ser la salida, pero en lugar de salir, entra el agua negra, se botó la rejilla y se nos echó a perder todo. Esto es cada año, llevamos aquí cinco años y hemos tenido ese problema, pero este año fue peor, nunca había llegado el agua así”, cuenta Óscar.

Sus tres colchones se perdieron. La cama de triplay de su hija se desbarató en el agua. Los zapatos y la ropa de la familia quedaron inservibles, “no podemos lavarla, porque es agua de drenaje, hiede, no se puede usar”.

Óscar se consuela un poco con que sólo se perdieron cosas materiales y todo eso se puede recuperar, “su esposa y sus hijos, gracias a Dios están bien”, aunque viven ahora con el susto. “Mi niño de cinco años empieza a llorar en las noches, llueve y llora porque cree que se va a meter al agua. Empieza a correr para alzar las cosas, cree que la lluvia se las va a llevar y ya no queremos pasar cada año lo mismo, mis niños van a quedar traumados, nomás están viendo que no se vaya a inundar”, expresa.

Ahora les dicen que los van a reubicar, porque cada año pasa lo mismo y no tiene caso que les ayuden a recuperar las cosas si en cualquier momento volverán a inundarse. Más vale que los cambien, que sus viviendas se pongan en otro lado.

Los otros años el agua sí se metía a las casas, pero no pasaba los 10 centímetros, tal vez un poco más. Como medida preventiva hace 15 días la familia decidió pagar, con ayuda de su vecina, la construcción de una pequeña barda que cubriera esa altura para evitar que entrara el agua a las dos casas, marcadas con los números 31 y 32.

“El agua siempre llegaba hasta ahí, tiene como 15 días que echamos este muro. Apenas esta última lluvia lo rebasó, el muro ya no la sostuvo y se metió toda el agua”, señala Óscar.

Las pérdidas de aparatos en su casa podrían superar los 18 mil pesos. El refrigerador lo adquirieron en pagos, les costó 10 mil pesos; la estufa, los muebles, los zapatos, la ropa. Todo tendrá que volver a comprarse.

Laura Cristina no puede creer todo lo que pasó en un momento. Vio cómo el agua le llegaba casi a la cadera a su hijo mayor. Ella no quiso meterse en la inundación a tratar de recuperar las cosas, corrió a otra casa menos afectada por las aguas negras, acompañada de sus pequeños. No se arrepiente de buscar una nueva vida en Querétaro. Espera que todo mejore, que les den respuesta y los ayuden con su problema de inundación.

“Venimos a buscar una mejor vida, porque ya ve cómo están las cosas, en Acapulco, en el puerto, no hay trabajo. Acá encontramos trabajo en la fábrica, uno en una fábrica y yo en otra”, cuenta.

Acaba de regresar de una brigada de salud estatal que se colocó en la entrada del condominio Burgos, donde ella vive. Les repartieron medicamentos contra la gripa, desparasitantes y les dieron recomendaciones ante cualquier infección que pudieran presentar en la piel por estar en contacto con las aguas negras.

Ella y su hijo de cinco años tienen gripa desde el viernes pasado, pero su mayor temor es que puedan desarrollar alguna otra infección. Con el agua, su niño se pegó y tiene un pie muy hinchado.

Con sus cosas mojadas, colocadas a rayo de sol en plena calle del condominio, la familia espera que mejoren las cosas, que sus niños le pierdan el miedo a la lluvia y que los reubiquen pronto.

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