Hace decenas de años, la delegación Felipe Carrillo Puerto era una mancha verde en medio de la ciudad de Querétaro, una zona llena de flora y agua; con ríos y lagunas que rodeaban la comunidad, en donde las mujeres salían a bañarse o a lavar ropa.
El nombre de la delegación hace honor a la fuerte humedad que alguna vez se tuvo en la zona; era común que en cada vivienda se tuviera un pozo de agua y que las familias utilizaran carrillos para sacar el líquido.
Redacción
Hoy, la delegación Felipe Carrillo Puerto es un lugar absorbido por la urbanización. Ya no hay corrientes de ríos, ni zonas verdes, solamente persisten las inundaciones por las lluvias, debido a la mala planeación de la ciudad.
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Muchas de las tradiciones de aquel entonces siguen presentes en lo que ahora es Felipe Carrillo Puerto. Sin embargo, la más arraigada y desconocida a la vez, es la de los oratorios familiares, ahora transformados en capillas.
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Fueron espacios particulares, creados por las familias generalmente dentro de sus propiedades (tal vez un jardín o un patio trasero), después fueron abiertos a la comunidad y posteriormente donados a la iglesia.