Faltan unos cuantos minutos para las cinco de la mañana en esta ciudad fronteriza, y una luna casi llena funciona como un reflector que ilumina a las más de mil familias mexicanas provenientes de diversas partes de Estados Unidos.
Han llegado a su cita anual, y se preparan para iniciar el recorrido de la décima caravana migrante que recorrerá casi 900 kilómetros hasta su destino en Querétaro, y otros estados del centro de México.
Redacción
A la kilométrica fila de vehículos le toma cerca de tres horas atravesar la línea fronteriza.
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Algunas camionetas son revisadas con lupa por el personal de aduanas, quienes obligan a los migrantes a descargar maleta tras maleta hasta estar seguros de que todo está en orden.
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En la bifurcación de San Luis Potosí la caravana se vuelve una serpiente de dos cabezas. Camino a Río Verde, en la Huasteca potosina, algunos se van quedando en casa, la otra columna avanza a Jalpan, en plena Sierra Gorda, como destino queretano.
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Los habitantes de Río Verde, San Ciro y Arroyo Seco, este último municipio ubicado ya en Querétaro, reciben como héroes a los migrantes. Han triunfado económicamente y las gigantescas camionetas, algunas con toques muy estrafalarios y kitsch, dan cuenta de ello.