Sentado en una silla al lado de su local, José Antonio Vázquez toma el pedazo de mezquite al que le está dando forma. Plantea que al igual que cuando se cosechan frutos, le pide permiso a la madera para ser tallada, para ser el medio en el que se plasme el conocimiento del pasado prehispánico, la cosmología precolombina en México.

José Antonio es un artista de la madera que se forjó a través de la dedicación. Durante su formación universitaria, jamás pensó que pudiera dedicarse al arte de tallar la madera.

El artista tiene la licenciatura de médico veterinario, actividad que creía realizaría durante toda su vida, debido a que contaba con su consultorio, un criadero de mascotas y una farmacia.

En el año de 1997, quería unas esculturas para decorar, las cuales encargó a algunos artistas pero al no tener buen resultado decidió comprar un pedazo de madera y herramientas. Fue ahí que comenzó su viaje por el arte de esculpir la madera.

“De pronto mandé hacer unas piezas en madera con un concepto propio, vi a varios escultores y ninguno me las hizo como yo quería, por lo que empecé a tallar madera. Compré un juego de herramientas y madera, empecé hacerlo de manera individual, hice lo que yo visualizaba y de ahí empezó todo. Nunca tuve una visión de que lo que era ser artista”, dice.

En su andar por el arte, cuyas herramientas son un mazo y algunas gubias, que se asemejan al cincel, le ofrecieron que presentara una exposición en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Guanajuato (UG), esto en 1998. José Antonio acudió con reservas, ya que al no tener ningún tipo de formación, pensaba en que quizá aquellos expertos en arte desecharían su obra.

“Los maestros pintores, escultores, me hablaban con términos que no conocía porque no tuve ningún maestro, fue un poco extraña mi integración a esa área. Cuando ya todos decían que lo que hacía era arte, empecé a hacer propuestas para exposición y fue muy rápido todo. También me preocupé por avalarme como artista plástico, no por estudios sino por obras y con asociaciones de artistas”, relata.

Actualmente, su obra está presente en 27 países, ha montado 118 exposiciones individuales y en 15 ciudades poseen esculturas de las que ha realizado y son parte de su patrimonio cultural.

Para José Antonio la inspiración del artista durante el proceso creativo debe estar presente diariamente. No es un ente que aparezca y desaparezca dependiendo del estado de ánimo, sino más bien forma parte de un trabajo constante.

“De hecho esa parte como que no la integro yo como inspiración, creo que es algo que es constante, no tienes que esperar un momento adecuado para una idea, realmente todo está fluyendo continuamente las 24 horas del día y la posibilidad de iniciar un trabajo, continuar otro o tener ideas, no hay inspiración como tal. No es algo que hoy sí y al rato no, no sé cómo sea la inspiración para los artistas, para mí es continuo las 24 horas”, explica.

José Antonio abunda más en lo que significa ser artista. Para él, que pasó de dedicarse a la veterinaria a ser escultor, el ser artista siempre está en los genes. Todo es cuestión de dedicación. A partir de ésta, las ideas de cada creador van fluyendo y es cuando surge el arte.

“Creo que el artista está en cada uno de nosotros, todos nacemos para artista por supuesto, si ponemos atención en ello. Pero esto se trata de tener intención y de tener atención, después de ello viene la práctica, la habilidad se va adquiriendo y cuando estamos atentos, la creatividad es permanente”, asegura.

El tallado en madera no es artesanía

José Antonio, quien es originario del municipio de Apaseo El Alto, vecino del estado de Querétaro, en el que al pasar por la carretera libre rumbo a la entidad, es común observar múltiples establecimientos donde venden diversos artículos de madera; se encuentran varios objetos desde mesas, bancos, libreros y salas, hasta gran cantidad de accesorios para el hogar.

Incluso en esa localidad se realizan concursos anuales de tallado de madera, pero José Antonio discrepa pues se le compara mucho con los artesanos de la madera por lo que trata de demostrar, con los certificados de autenticidad, que lo que elabora son piezas únicas con un valor estético y artístico y no talladas en masa.

“Está la idea de que la madera tallada es artesanía, no hay mucha percepción de que el trabajo escultórico en madera puede ser arte y puede tener un valor, pero todos lo traducen como artesanía y como tal, todo mundo cree que es barata y que no tiene un valor. Cada una de mis obras la acompaño con un certificado de autenticidad, que es de pieza única la cual está foliada y con este se respalda el valor artístico y el comercial de la obra”, destaca.

Sus obras, han sido reconocidas por artistas como Jesús Mayagoitia, dedicado al geometrismo, Eduardo Nasta, en la abstracción lírica y Abel Ramírez, premiado a nivel internacional, que afirman que sus creaciones salen de lo convencional.

Los instrumentos ceremoniales

Al lado de su local, ubicado en la avenida Don Bosco, que llega justo a la zona arqueológica de El Cerrito, en el municipio de Corregidora, José Antonio tiene algunos troncos que le han donado o los ha adquirido con el tiempo. Mezquites, eucaliptos, roble y abedul. En la pequeña exhibición también tiene troncos en los que hace huéhuetl, que es un tambor que representa la voz de los antepasados.

El huéhuetl, palo de lluvia, la sonaja o el teponaztli son más que instrumentos musicales prehispánicos, plantea. Tiene que ver con una investigación sobre los antepasados. El ritual es distinto por lo que dice no hacen música. Crear melodías con estos instrumentos es esclavizar la voz del abuelo a una escala de pentagrama.

“Por apoyo de sabios de tradición, guardianes, chamanes, grandes señores que me ha tocado conocer, veo cuál es el concepto y lo que normalmente se le llama instrumentos musicales y ahora esa es la tradición. Son elementos ceremoniales, todos ellos desde el inicio llevan una serie de ceremonias para integrar realmente su participación energética con todos nosotros, cuando es música no tiene ningún fondo energético real”, agrega.

En la interacción con los códices y el sonido que emana como voz de los ancianos, José Antonio se encuentra buscando, a través de las ceremonias, el conocimiento y la sabiduría de los antepasados.

Dicho conocimiento lo proyecta en los grabados que realiza mientras talla la madera, con previa petición al pedazo de tronco para que sea el móvil de las enseñanzas de los antepasados.

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