Día de aprendizaje y preparación para los elementos de la Cruz Roja, así como de otras organizaciones dedicadas a atender las urgencias médicas.

Con la conferencia “Bienestar del TUM (técnico en urgencias médicas)”, impartida por la sicóloga Guadalupe Martínez Farías, arrancó la primera Jornada de Atención Prehospitalaria, que organiza el área de capacitación de la Cruz Roja dentro de las instalaciones del Centro Cultural Manuel Gómez Morín.

Muchas veces los técnicos en urgencias médicas son, por su pronta atención, los responsables de que una vida se salve, sin embargo, la reflexión fue que aunque se protegen físicamente con su equipo, también deben protegerse emocionalmente.

La ponente proyectó un video sobre el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, que hablaba sobre las estrategias de afrontamiento a las situaciones difíciles y muertes.

Para quienes se dedican a esta labor, la sicóloga recomendó reducir el estrés con algunas técnicas: descansar dentro de su jornada laboral; aumentar la competencia con la visualización de objetivos reales, factibles; mantenerse abierto y flexible al cambio de funciones; establecer prioridades; y aunque ésta sea una pasión, tener alguna alternativa que no tenga nada que ver con la atención de urgencias.

“Cuando pensamos en un TUM, lo primero que se nos viene es a quién atienden, pero pocas veces en la gente que atiende y el autocuidado que deben tener, justamente desde ahí es muy valioso que se sensibilice sobre el tema, generar conciencia y enseñarles cómo pueden resolver algunas situaciones”, aseguró Guadalupe Martínez en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro tras su participación en la jornada enfocada a los cuerpos de atención médica.

La especialista consideró que así como los técnicos en urgencias médicas trabajan bajo una alta acumulación de estrés, hay otras profesiones que lo padecen, “sobre todo las que tienen que ver con el trato de personas”, como todo el equipo de salud, los sicólogos, médicoa, enfermeras, bomberos, policías, todo el equipo de la milicia, periodistas, profesores, entre otros.

Martínez Farías resaltó que es importante conocer lo que los paramédicos atraviesan emocionalmente luego de un servicio.

“Muchas veces hacen suyo a un paciente que no logran salvar, se les queda una responsabilidad, pero yo que he podido trabajar de cerca con ellos... —antes en intervención en crisis y ahora con los talleres y conferencias que se imparten— y el estar cerca de ellos... te permite sensibilizarte a lo que ellos viven todos los días, y desde ahí creo que es un trabajo bien valioso el que ellos hacen”, comentó.

Más de un centenar de elementos de la Cruz Roja de diversos puntos del Bajío, así como de otras organizaciones o empresas dedicadas a la atención prehospitalaria, atendieron el llamado para la capacitación, pues es un medio en el que las constantes actualizaciones de protocolos de seguridad y atención demandan precisamente que el aprendizaje sea constante.

Técnicos en urgencias, rescatistas, médicos, enfermeras, bomberos, además de los alumnos de las academias de la Cruz Roja de Jalisco, Michoacán, de la Ciudad de México, Monterrey y Querétaro compartieron desde las nueve de la mañana hasta las siete de la noche diversas conferencias, talleres y actividades prácticas como parte de su especialización.

Otras conferencias que se impartieron durante la jornada fueron “Tratamiento del paciente policontundido'” “Manejo de urgencias hipertensivas”, además de los talleres “Manejo de vía aérea avanzada”, “Obtención de accesos y fluidoterapia” y “Sistema de comando de incidentes”.

42 años de vocación y servicio.

Entre los asistentes se encontraba don Celestino Molina Martínez, quien tras 42 años de servicio en la Cruz Roja de Apaseo El Grande, cuenta que gracias a su padre fue como conoció la institución de asistencia social.

“Empecé en esto porque mi papá era instructor de bandas de guerra en Celaya, Guanajuato, y un día nos invitaron a tocar con la Cruz Roja y fui con mi papá como parte de la banda. “Ya después me invitó un amigo, que ya falleció, Francisco Muñíz, por lo que me empezó a gustar bastante... y hasta la fecha seguimos todavía activos”, platica.

Es un oficio para el que se requiere una gran vocación: “Me gusta ayudar al ser humano, incluso también tengo un gimnasio de box en Apaseo El Grande con el que complemento mi labor con Cruz Roja, donde entré porque me invitaron. Salí a los primeros servicios con miedo, pero con el paso del tiempo y los servicios se va quitando”.

Don Celestino considera que este tipo de jornadas de capacitación son de suma importancia para continuar con su labor.

“Algunas veces al ver a los enfermos o pacientes a los que atendemos se nos viene a la cabeza algún familiar que pasó por algo así, ahí es donde uno trata de poner mayor empeño; ahora nos tocó ésta capacitación y hay que echarle ganas y seguir aprendiendo”, expresa el rescatista que vive en Apaseo El Grande, lugar donde hace 29 años fundó Cruz Roja de la localidad tras varios años de servicio en la organización de Celaya, lugar donde nació.

Herencia familiar.

Ariadna Paola Gutiérrez Reyes es una joven queretana de 23 años Desde hace dos se desempeña como Técnica en Urgencias Médicas, un oficio que aprendió desde casa y a una corta edad.

“Entré a la Cruz Roja por mi familia, mi mamá y mi tío son técnicos de urgencias médicas y ellos me metieron primero al grupo que se llama Juventud, a los 12 años, y cuando cumplí los 18 años me metí a la academia para ser TUM”, relató.

La joven recuerda que estuvo en contacto con los servicios de primeros auxilios básicos desde pequeña, algo que facilitó su paso por la academia de especialización.

“En Juventud se enfocaban en los primeros auxilios básicos, pero sobre todo te inculcaban la ayuda humanitaria; íbamos a asilos, a escuelas, Casas Hogar, y ya de ahí fue lo que me llamó para convertirme en técnica de urgencias, cuenta Ariadna.

Aceptó que su labor como TUM le apasiona y desde hace dos años pone todo su empeño en cada servicio que le toca, pues no deja de sentir la adrenalina que —asegura— sintió desde su primer llamado a calle.

“Estuve muy nerviosa en mi primer servicio, fue un apuñalamiento y creo que fue la prueba de fuego para mí, donde dije que sí podía dedicarme de lleno a esto; me gustó ayudar a las personas y creo esa es la clave, más que ver sangre o morbo, uno está ahí para ayudar a las personas y tratarlos como a uno le gustaría que lo trataran”, menciona la joven.

Por último, resalta que con este tipo de capacitaciones van a poder brindar un mejor servicio de atención prehospitalaria a la sociedad.

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