Es medio día en el mercado de abastos; cuando el domingo apenas comienza para muchas familias que disfrutan de un día de descanso, para los comerciantes, la jornada de trabajo apenas termina. Sólo esperan a que den las dos de la tarde para irse a descansar.

Varios de ellos, sobre todo los que venden verdura, han estado despiertos toda la noche, pesando, empaquetando o limpiando papas, jitomates y demás.

Ese es el caso de Ricardo Carranza, encargado de un local en el que se venden nopales. “Soy nopalero desde hace 16 años”, dice, actividad que ha desempeñado siempre en el mismo mercado o central de abastos.

“Cuando recién empecé a trabajar como nopalero, no sabía ni cómo agarrarlos, ni cómo pelarlos, era muy lento”, ahora es encargado del negocio y supervisa la labor de sus otros nueve compañeros, que al igual que él pelan nopales, mientras que algunos otros también pican o empaquetan.

Para las 12 del día se acabó casi todo lo que tenía que venderse, pero los trabajadores siguen pelando nopales, no pierden el tiempo pues su forma de pago es “a destajo” es decir, les pagan por kilo de nopales picados o pelados. Algunos, como Ricardo, pueden ganar hasta 900 pesos por jornada.

“Es un buen trabajo, si te concentras y eres aplicado en la actividad te pagan bien, tu salario es distinto cada día, depende de lo que alcances a hacer. Yo ya tengo experiencia, yo alcanzo a llenar 10 cajas en una jornada de trabajo, cada caja me la pagan en 90 pesos”. comenta.

Para Ricardo, ser nopalero le ha permitido salir adelante con su esposa y sus hijos, dice que es un trabajo agradecido, pues el nopal tiene temporadas altas, pero casi nunca tiene malas rachas, pues es un producto que se consume todo el tiempo.

Ricardo Carranza no es el dueño del lugar, pero se encarga de organizar a los trabajadores, recibir la carga, supervisar el trabajo de todos y asegurarse de que el nopal que no alcanzó a venderse, se guarde de la forma correcta para no dañarlo.

Su jornada laboral comienza alrededor de las 11 de la noche, a esa hora llega al mercado de abastos y comienza a pelar nopales, si toca que llegue carga, ese es momento para recibirla y con eso comenzar a trabajar. Al lugar llegan 300 cajas de nopales a la semana, todos el producto se traen desde Aguascalientes.

Durante toda la noche pela nopales y supervisa el trabajo de los otros, debe cuidar que los nopales no tengan “piojitos”, como les llaman a los rastros de espinas. “El nopal debe estar limpio para que el cliente lo vea bonito y se lo lleve, si vemos que tiene “piojitos” tiene que limpiarse otra vez”, cuenta.

Para las cuatro o cinco de la mañana comienzan a llegar los primeros clientes, por eso deben estar listos, limpios y cortados varios kilos de nopales, para que el cliente no tenga que esperar.

Ricardo cuenta que la noche es para pelar el nopal y la mañana para venderlo, por eso para las dos de la tarde el lugar ya está cerrado, los trabajadores van a descansar y ese mismo día regresan, de nuevo a las 11 de la noche para continuar con el trabajo.

“Paso más tiempo en el mercado que en mi propia casa” comenta Ricardo, que dedica 15 horas de su día al trabajo de nopalero.

Tamaño y costo

En este negocio de nopales, en el mercado de abastos, se venden tres tipos de nopal, los diferencia su tamaño y grosor. Los más grandes, aún con espinas se mantienen a la vista acomodados en columnas, éstos llaman la atención de los clientes que se acercan a preguntar el precio, los trabajadores responden que dependiendo de la penca son 400 o 200 pesos, aunque hay situaciones, cuando ven que los clientes están indecisos, en que los empleados les recomiendan comprar por kilos o medios kilos.

“El nopal tiene buena venta casi todo el año, ahorita el kilo está a 25 pesos, está caro por la temporada, como escasea y es más difícil tener nopales bonitos, pues se pone más caro, pero luego los precios cambian de un día para otro”.

Por el otro lado, cuando el costo del nopal baja demasiado surge un segundo reto: la competencia. Ricardo cuenta que además de vender, deben encargarse de ser la mejor opción para los compradores.

“A veces el nopal está muy barato y los demás comerciantes que también venden nopal lo dan más barato y uno tiene que bajar el precio también para que se venda”.

Ricardo recuerda que cuando llegó al mercado de abastos, hace 16 años, la actividad del mercado era únicamente al interior, las calles que lo rodean anteriormente eran llanos. Para este trabajador el crecimiento del mercado ha sido inminente, pues ahora el comercio también está en las calles del lugar, todos los productos están a la vista.

“Cuando yo llegué aquí, la venta era adentro del mercado, afuera era un llano y ahora pues ya se engrandeció, ahora hay comercio en todo alrededor del mercado”, cuenta Ricardo, quien considera que a pesar de la llegada de grandes tiendas de autoservicio, un sector de la población le es fiel a la actividad y a la calidad de los mercados, sean grandes o chicos.

En todo este tiempo no ha notado una disminución en los clientes, dice que el mercado de abastos tiene oportunidad de trabajo para todos y es una buena opción para los compradores, pues encuentran prácticamente todo lo necesario para la canasta básica, en un mismo lugar.

El único aspecto que ha cambiado, dice Ricardo Carranza, y en esto coinciden los demás locatarios, es en la presencia de los llamados “diableros”, las personas encargadas de mover las compras de los clientes. Dicen que desde hace varios años dejaron de dedicarse a eso, porque la gente no quiere apagar.

“Sí hay “diableros” ahorita, pero son de los mismos locales, o sea mis propios empleados son los que usan los diablitos y mueven las cargas de mis clientes, cada lugar funciona así”, comparte una comerciante del mercado de abastos y que administra su negocio junto al local de nopales donde trabaja Ricardo.

El tráfico en la zona es pesado todos los días de la semana, porque la actividad en el mercado siempre es la misma; camionetas y camiones montando y desmontando, diablitos cruzando las calles y gente cargando varias bolsas con verduras, pero cada domingo la situación se complica aún más en el aspecto de movilidad. Sin embargo, los automovilistas y vecinos de la zona parecen acostumbrados al ajetreo del mercado de abastos, uno de los puntos icónicos de la ciudad.