Los pasos no son rápidos. No se quiere llegar a la meta en primer lugar, sencillamente se camina por las viejas calles del centro de Querétaro, las cuales están llenas de anécdotas y recuerdos de otros tiempos; ahora son tomadas por poco más de 80 jubilados y pensionados quienes participan en la Primera Caminata del Adulto Mayor, organizada por la Casa del Jubilado y Pensionado del Estado de Querétaro, por su XV aniversario.

El reloj marca las 8:30 de la mañana en punto.

En la puerta de la casona, que ocupa la institución, se arremolina una docena de adultos mayores que, con un número en el pecho, esperan la indicación para salir rumbo al Cerro de las Campanas, lugar donde está programado el arribo de la caminata.

El frío aire de la mañana, los obliga a cubrirse bien para iniciar con su recorrido.

En la calle los esperan elementos de la Guardia Municipal, en bicicleta, y una patrulla, quienes los escoltarán hasta su llegada al histórico cerro y en su regreso a la Casa del Jubilado.

La administradora de la casa, Eva Gabriela Maldonado Santoyo, da las últimas indicaciones antes de iniciar la competencia. Les pide a los participantes no separarse, caminar juntos y, sobre todo, pasarla bien. A todo, los adultos mayores responden afirmativamente.

“No es marcha, es caminata”.

Comienzan a caminar por la calle de Hidalgo, con dirección a Guerrero, vía que tomarán hasta Balvanera. Al paso del contingente la gente se detiene, sonríe, los ve con respeto. Muchos les preguntan de qué es la marcha. “No es marcha, es la caminata de jubilados”, responden entusiasmados. Siguen avanzando, mientras tres hombres mayores recuerdan a la vedette Olga Breeskin. “Todos queremos ver a Olga”, dice uno de ellos, mientras los otros sonríen.

El grupo avanza unos cuantos metros por Ezequiel Montes para luego tomar Héroes del 47, al llegar a Tecnológico y Morelos, se dirigen al Cerro de las Campanas.

El tránsito se detiene por unos minutos al paso del contingente de adultos mayores, quienes llaman la atención de los queretanos que presencian la caminata matutina. Mujeres y hombres avanzan entre charlas y bromas.

Una mujer dice que no conocía el Cerro de las Campanas, donde fusilaron a “su Maxi”. Sus amigas le preguntan cuánto tiempo lleva viviendo en Querétaro. Responde que 20 años, en los cuales no conocía el histórico lugar.

Los adultos mayores llegan hasta las puertas del recinto. Les indican que deben subir hasta la parte más alta, donde se ubica la estatua de Benito Juárez.

El ascenso lo hacen entre risas y bromas. También hay charlas con recuerdos del viejo Querétaro que se quedó en el anecdotario.

Junto con los participantes un grupo de estudiantes asciende al cerro, que es aprovechado por muchas personas para hacer ejercicio, como una pareja cuya rutina es subir las escaleras brincando en los escalones.

Los adultos mayores llegan y toman aire unos minutos. Luego son convocados para tomarse una fotografía del grupo, con la efigie del Benemérito de las Américas de fondo. Todos posan de buena manera y con gusto. Saben que pasan a la historia como los primeros participantes de esta carrera.

De cierta manera todos los adultos mayores se saben especiales. Son una fraternidad, son un grupo de amigos que se reúnen para platicar, aprender o sencillamente recordar los años de juventud.

Luego de la foto oficial de la carrera, se lleva a cabo una sesión de ejercicios. La instructora, también una adulta mayor, les pide hacer un círculo para que la vean y tengan espacio para moverse.

La mayoría de los competidores visten con pants, otros llevan ropa más casual, pero esto no es obstáculo para que participen en la sesión de ejercicio, el escenario lo merece. Sencillamente es espectacular el panorama que se aprecia desde lo alto del lugar.

Presumen la condición física.

Primero, algunos movimientos de calentamiento, para evitar algún mal estirón o un calambre. Muchos de los participantes toman clases de yoga y tai chi, por lo que esta rutina es muy parecida y no hacen un mínimo esfuerzo. Tienen buena condición física.

Algunos comentan que con la caminata y con el ejercicio hasta el frío se les quitó.

En esa parte de la ciudad y antes de las 10:00 horas, el aire de una mañana de otoño aún es frío. La sesión de ejercicio dura poco menos de media hora, tras lo que viene un respiro para los participantes, para posteriormente tomarse otra fotografía, aunque esta vez con un poco más de sudor y la mayoría menos peinada.

Inicia el descenso por las veredas del cerro. Muchos lo hacen en grupo, se ayudan a bajar, mientras comentan lo divertido que fue salir a las calles a caminar, subir el Cerro de las Campanas y hacer ejercicio. Es un día especial para los adultos mayores, quienes en la Casa del Jubilado encuentran un sitio de reunión, a donde pueden fraternizar con otras personas.

Comienzan el camino de regreso a la Casa del Jubilado. Lo hacen por Hidalgo, el camino más recto hasta la casa. Lo hacen más dispersos, pues quienes bajaron más rápido se adelantan.

Un grupo más se queda rezagado, pero son acompañados por personal de la institución. Otros más, de las participantes, aprovechan para hacer una pausa en el camino y comprar algo, desde una botella de agua, hasta fruta o un pan. Los antojos se valen sin importar la edad.

Cuando la mayoría de los adultos mayores regresan a la Casa del Jubilado preguntan al personal si se llevarán a cabo sus cursos y talleres cotidianos.

“Los que nos alcancen el tiempo”, responde una trabajadora, ante el gesto de aprobación de los entusiastas alumnos.

El patio central de la casa se convierte en un área de reunión. Las sillas ahí colocadas son ocupadas por los adultos mayores, quienes aprovechan para tomar un refrigerio, mientras comentan sus experiencias en la caminata matutina en la que les tocó ser pioneros.

Los comentarios son de aprobación por parte de las mujeres y hombres de experiencia, pues tienen presente la importancia de la actividad física como una forma de vida saludable.

Quizá muchos de ellos nunca habían caminado por las calles queretanas de esa forma, o tenían mucho tiempo de no salir de esa manera y con esa compañía, con sus compañeros con los que a diario conviven en la Casa del Jubilado y Pensionado de Querétaro.

Pocos son los adultos mayores que se marchan del lugar, los demás esperan, descansan, charlan, conviven con los mismos miembros de su generación.

No se van, no se quieren ir, indiscutiblemente para ellos es un buen lugar para estar.

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