Un asentamiento prehispánico se oculta entre las verdes copas de los árboles que sobresalen entre los escenarios que ofrecen los caminos de la Sierra Gorda de Querétaro. Se conoce por el nombre de Tancama, que significa ‘cerro de fuego’ en la lengua huasteca, cultura que dio origen al lugar.

Nombre que se cree, resultó de un fenómeno natural que se presenta durante el solsticio de invierno, cuando el Sol se alinea con la cima del Cerro Alto y se forma un halo de luz de color naranja, que a lo lejos da la impresión de observar un cerro en llamas.

Una zona arqueológica que se encuentra en la zona serrana, aunque son pocos los sitios que han sido atendidos por el Instituto de Antropología e Historia (INAH; la mayoría siguen escondidos entre las montañas sin ninguna protección, o sin ser custodiadas, sólo son conocidas por los habitantes de las comunidades aledañas.

Aproximadamente a 13 kilómetros después de la cabecera municipal de Jalpan, sobre la carretera federal 120 que va hacia Xilitla, se encuentra un desvío empedrado que lleva a Tancama.

Desde este lugar se ve la carretera, pero curiosamente desde la autopista no se ve ninguna de las estructuras que se alcanzaron a rescatar, pues desgraciadamente una parte del asentamiento fue totalmente destruido por el hombre.

Son vestigios de las culturas ancestrales que poblaron la zona serrana, principalmente huastecos, lugar donde se alcanzó el máximo esplendor entre los años 700 al 900 de nuestra era; sin embargo, se sabe que fue habitado desde antes de era actual, porque se cree que el inicio de ocupación de la zona data desde el año 200 a.C., cuando los primeros pobladores reconocieron la calidad de suelo para su explotación agrícola así como la diversa gama de recursos naturales que proporciona el área.

Ruinas entre las que se puede caminar y al paso se encuentran todavía miles de pedazos de utensilios de barro, así como piedras de las construcciones que no han sobrevivido los embates de cientos de años.

Son tres hectáreas de historia. Miles de metros donde la imaginación vuela tratando de recrear cómo funcionaba y vivía la civilización ancestral que ahí se desarrolló.

Tancama posee una arquitectura que pertenece al área mesoamericana, pero con rasgos propios de la huasteca como edificaciones hechas con lajas, algunos de forma redonda, un sitio de importancia astronómica pues se rige básicamente por el sol.

Desentierran la historia

El proyecto de exploración de Tancama estuvo a cargo del arqueólogo Jorge Quiroz, investigador del INAH, quien lleva más de 20 años de realizar investigaciones en la zona serrana de Querétaro a través del proyecto ‘Valles de la Sierra Gorda’, que abarca toda la región hasta los límites de ésta, con el estado de San Luis Potosí.

Las exploraciones iniciaron en 1999, pero la investigación monumental se intensificó entre 2006 y 2010. La zona fue abierta a partir de 2011 al público en general.

Trabajos que requirieron una inversión por investigación, excavación y restauración de la arquitectura monumental de 5 millones 370 mil 493.41 pesos. Se sumó el monto por la construcción de la unidad de servicios e infraestructura para los visitantes que fue 1 millón 563 mil 015.53 pesos, más 130 mil pesos por señalización. En total fueron siete millones 261 mil 508.94 pesos los destinados al rescate y apertura al turismo en Tancama.

Con las exploraciones se reveló que entre los años 500 y 750 d.C., fue cuando se edificaron las estructuras más grandes con características de la arquitectura huasteca, que se distingue por el emplazamiento de plazas en desnivel, estructura con muros de laja y edificios de planta circular o mixta (circular y rectangular).

Asimismo, los materiales arqueológicos como la cerámica, al igual que los restos óseos y entierros que fueron recuperados tras las investigaciones, han permitido detallar la filiación cultural huasteca de sus pobladores.

También se puede decir que los constructores de Tancama tuvieron vínculos con las culturas del occidente del país, desde donde recibieron obsidiana y conchas marinas, así como su relación con la costa del Golfo de México, con quienes intercambiaban recursos.

Tras el auge de 250 años, sobrevino el paulatino despoblamiento de Tancama hasta que en el año 1000 d.C., la zona fue abandonada.

Después fue ocupada por grupos de Pames, Jonaces y Ximpenses, llamados genéricamente chichimecas, quienes permanecieron en la región hasta la llegada de los españoles, quienes edificaron las misiones franciscanas de la Sierra Gorda queretana.

Tancama a detalle

Tancama es el primer sitio arqueológico preparado para el turismo dentro de la Sierra queretana. Aquí, los visitantes deleitan su vista con los majestuosos panoramas serranos que convergen con los vestigios prehispánicos.

La zona está conformada por tres plazas en desnivel, simulando así la forma del cerro aledaño, que fungió como centro ceremonial. Santiago es la plaza central y su función era delimitar el acceso al interior de las plazas.

Promesa es una plaza que aún no se explora, debido a la distribución de las estructuras se cree que tiene un aspecto similar al de la Plaza El Mirador.

Este sitio, tenía un uso completamente ceremonial y en ella se encuentran edificios como el denominado “La mariposa de cobre” y la “Espina de mantarraya”, ambos nombres provienen de objetos encontrados en el sitio.

Una plaza en la que además se encuentra la estructura de un pequeño juego de pelota, que tiene las dimensiones más pequeñas de todos los encontrados en Mesoamérica con apenas 18 metros de largo. Entre sus singularidades, está la presencia de una estructura pequeña de forma cuadrangular del lado sur de la explanada; no obstante, hay diferencias con los juegos de pelota de otros sitios, seguramente su práctica en Tancama tuvo relación directa con el mismo ritual para sacrificios humanos.

Entre las edificaciones que ahí se encuentran está el edificio de “La mariposa de cobre”, llamado así porque en la parte superior se recuperó un par de aretes en forma de mariposa, dentro de un entierro colectivo. Fue construido en el lado sur de la plaza El Mirador, de planta rectangular, que quizá estuvo conformado por dos cuerpos escalonados y su fachada principal se orientó hacia el norte; sin embargo, en el pasado fue objeto de un intenso saqueo pues las piedras con las que se hizo el edificio prehispánico fueron vendidas como material de construcción lo que ocasionó una pérdida de su volumen original de aproximadamente dos tercios. No obstante fue reconstruida, y actualmente cuenta con una altura de 7.5 metros.

Está también el edificio de los anzuelos, que fue la primera estructura en explorarse, entre 1999 y 2000, edificación que presenta un mejor trabajo en piedra, en él se encontraron anzuelos de cobre que dieron origen al nombre.

El edificio de la culebra azul presenta características propias de la cultura huasteca, como su forma circular o también denominada de “planta absidal”. En él se encontraron piezas de obsidiana y cerámica, así como entierros que se han analizado y comparado con los encontrados en las regiones de Río Verde y la Huasteca Potosina, se calcula que datan del año 150 a 200 d.C., época en la que se presentó un abandono gradual repentino de la zona. En este sitio se recuperó la información para que los investigadores afirmaran que fueron dos etapas constructivas que se vivieron en el lugar.

En el inmueble de las Espinas de Mantarraya fue donde se encontraron los restos enterrados de una mujer con una ofrenda, que entre otras cosas, tenía una espina de mantarraya, elemento poco común en las culturas del centro del país y que se conoce era usado en rituales que sólo se han encontrado en la zona maya. Las estructuras encontradas, se suponía eran la base de las habitaciones donde las personas habitaban y eran enterradas ahí mismo.

También está el edificio de los cráneos o conocido como el edificio de los muertos, debido a las decenas de entierros encontrados en él tanto de niños, jóvenes y adultos. Su orientación es completamente diferente al resto de las estructuras, pues su ubicación sirvió para hacer registros del sol con el horizonte y permitía establecer los solsticios y equinoccios, por lo que fue un indicador astrológico que les permitía establecer las temporadas de siembra y cosecha.

De las dos etapas de construcción que hubo en Tancama y que cierran la plaza El Mirador por el lado norte, está el edificio denominado como el ‘Cuarto adosado’, que es el de mayores dimensiones. Edificio de dos cuerpos de planta rectangular y su característica principal es su altura y frentes que posee, pues del lado norte mira hacia la plaza Santiago, con una altura de nueve metros en cinco cuerpos; del lado de El Mirador se ve el juego de pelota alcanzando cuatro metros de altura con tan sólo dos cuerpos.

Al frente de este edificio se encuentran tres etapas constructivas de sus pobladores y una característica de la segunda fase es poseer un cuarto adosado con una cista (monumento megalítico funerario individual, de pequeñas dimensiones) en su interior, cubierto por la última división presente en la estructura.

Todas las construcciones fueron realizadas antes de 500 d.C., durante el periodo de apogeo de Tancama, en el periodo clásico medio (500 y 750 d.C.); los nombres de cada edificio van relacionados con los objetos encontrados en ellos o por sus singulares características.

En total, la zona cuenta con 62 edificaciones de diversos tamaños y formas circulares o semicirculares, construidos con lajas de piedra y robustos taludes. Además durante las excavaciones se descubrieron más 50 entierros, en su mayoría de adultos.

Dato curioso

Los antiguos huastecos colocaban vendajes y entablillados en los cráneos de los niños pequeños para conseguir con el paso del tiempo una cierta forma deseada de la cabeza, que aunado al limado de la dentadura, los convertía en una figura respetable en su comunidad, debido a que era una práctica privilegiada para ciertos individuos.

Tras el análisis de un entierro que se halló en uno de los edificios prehispánicos, se ha podido obtener información valiosa de esta práctica, además de confirmar la alta jerarquía del individuo dentro del grupo, que también ayudó a conocer la filiación cultural de los constructores de Tancama, porque el personaje enterrado presenta deformación craneal y mutilación dentaria, costumbres propias de la zona de la huasteca.

Las prácticas de deformación craneal y mutilación dental pudieran parecernos extrañas en la actualidad; sin embargo, en la historia del ser humano las modificaciones corporales han sido constantes en la búsqueda de la belleza y perfección corporal, algo que en la cultura occidental contemporánea vemos reflejado en tatuajes, perforaciones, cirugías estéticas y tratamientos estéticos odontológicos que se practican cotidianamente.

TEMAS RELACIONADOS