La Moraleja te transportará a un verdadero recinto español, ya que la decoración está inspirada en los bares europeos y por ello, recrea el ambiente de un restaurante ubicado en los barrios viejos.

La combinación de productos mexicanos y españoles conforman no sólo el concepto de La Moraleja, sino también el principio de este lugar, que es la creación de platillos preparados directamente en la cocina del establecimiento, en donde los chefs fundadores enriquecen cada día los paladares.

El nacimiento de esta idea tiene sus raíces muchos años atrás; cuando las abuelitas de la familia Gálvez comenzaron a cocinar como parte de su vida diaria, mientras una de ellas tenía un restaurante rústico en la cochera de su casa, la otra fue educada por monjas españolas en un convento, donde aprendió la cultura por medio del arte culinario.

“Crecimos comiendo y haciendo ese tipo de comida que mis abuelas nos enseñaban, siempre que teníamos invitados en casa preparábamos platillos así, era como un gran recuerdo”, dijo Laura Gálvez, chef ejecutivo y cofundadora.

Hace un año todo comenzó a cuadrar, la familia se mudó a Querétaro y la idea de abrir un restaurante en donde sirvieran lo que comúnmente comen en casa —pero profesionalizado— no sonaba nada mal.

Laura, quien por un tiempo estudió diseño gráfico y a la par vivió en España, aportaría sus conocimientos adquiridos directamente de las cocinas de sus amigos españoles, mientras tanto, su sobrino Sebastián sería parte fundamental al ser el primer integrante graduado como licenciado en Gastronomía.

“El primer dibujo que tienen mis papás del kinder es un monito con un gorro y palitos de chef, fui el primero que rompió con el esquema y que estudió esta rama para hacer que la gente se enamorara de la gastronomía y de la buena cocina; son recetas de casa que vienen desde hace muchos años”, comentó Sebastián Gálvez.

El 19 de mayo La Moraleja fue inaugurada oficialmente con una propuesta que crea un vínculo entre dos culturas, bajo la premisa de que la comida mexicana no sería lo que es hoy si los españoles no hubieran llegado y un platillo muestra de esta fusión es el pozole.

Por otra parte, los alimentos de España, como la paella, tampoco existirían de la forma en la que la conocemos si no se hubiesen llevado ingredientes de México al viejo mundo, entonces a pesar de ser diferentes estas cocinas, tienen influencia una sobre la otra, sin embargo, cuando se separaron tomaron diferentes caminos.

El menú consolida toda esta historia con preparados como cerdo alimentado de bellotas, del cual surge el jamón ibérico e igualmente está el cerdo fresco sin curado, servido a los dos pipianes; un plato que refleja el toque mexicano, ya que es preparado con semilla de calabaza tostada y molida, con la que se hace una buena salsa.

“Los platos empiezan desde cero y no usamos nada prefabricado, por ejemplo, compramos los jitomates y hacemos el puré o los ingredientes necesarios para elementos básicos de nuestro menú, como el recado o pasta de achiote”, expresó Laura.

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