Juan Carlos Leandro afirma que el mejor disco de vinil es el que aún no se tiene. Abre la puerta de su negocio, acomoda algunos discos que tiene en el suelo, resguardados en una bolsa de plástico y saca el álbum Mirage del grupo de rock progresivo británico, Camel. Conecta la tornamesa y lo coloca en el plato giratorio. La música hace efecto y las sensaciones se desatan con los temas Freefall y Supertwister.

Una bocina grande emite las melodías de la banda hacia el exterior de su negocio, repleto de discos de vinil en las paredes, otros más discos compactos y algunos casetes. Incluso, perdido entre los estantes de madera, un casete del recién fallecido Tom Petty.

Sentado a un lado en una silla plegable estilo director de cine, donde exhibe los discos en su tienda llamada El Ruido de Fondo, expresa que en los últimos años México ha tenido un nuevo boom por la música en acetatos.

Aunque no le llega a la mente a Juan Carlos alguno de los discos más extraños que tiene en su fonoteca personal, aparte de los que exhibe en su tienda, comenta que uno de los discos más raros que tiene por su historia, es de Caleidoscopio y algunos otros de rock progresivo.

Parte de su colección de discos los ha conseguido ya sea en viajes que ha hecho a Europa, o que contactos suyos que se dedican de tiempo completo y consiguen los ejemplares y surten las peticiones de sus clientes.

“Todavía hay muchos que no tengo, pero sí por ahí me cayó un Caleidoscopio, algo de progresivo difíciles, algunas no los tengo en la mente pero no sé cual, pero te voy a contestar como una vez me preguntaba un amigo ¿Cuál era el disco que más me gustaba? El que todavía no tengo le contesté, es inagotable, hay muchas cosas”.

Temprano despertar

Desde los 12 años, Juan Carlos ha sido aficionado a los discos de vinil, edad en la que ha podido tener la oportunidad de escuchar todo tipo de música apreciada por múltiples coleccionistas, quienes acuden frecuentemente para comprar discos y también, para tener un debate sobre música.

Sus inicios como vendedor de viniles comenzó cuando un amigo suyo lo invitó a una venta en la Alameda Hidalgo: llevó una pequeña caja de madera en la cual colocó los discos de acetato y al tener éxito continuó la venta hasta que se pudo habilitar un lugar en la calle Venustiano Carranza en donde al entrar, se tiene un bazar de antigüedades.

El concepto Ruido de Fondo, atribuido al nombre de su tienda, afirma Juan Carlos, “no surgió a partir de piratear el mismo nombre de la canción de Miguel Ríos”, bromea, sino al ser ingeniero mecánico, le gustó el concepto de la ingeniería en acústica, referido a un sonido emitido de forma simultánea e indeseado.

Su primer disco de vinil que compró, fue de Rod Stewart del álbum Body Wishes de 1983. A partir de ahí ha generado una colección de hasta seis mil piezas. Unos discos distribuidos en la casa de su madre, otros en la de su hermano y la mayoría en su casa, motivo que originó la tienda y vender algunos de estos, por cuestión de espacio.

“El primer disco que le dije a mi mamá que me comprara y eso porque no conocía mucho, fue el de Rod Stewart, Body Wishes, fue el primero que me compraron, ya después compré otras cosas, por ahí compré Moody Brothers, de Status Quo y así. A veces abusaba de algunos amigos que se dedicaban al vicio, tenían muy buenos discos y en ocasiones me decían te lo vendo porque necesitan para otras cosas y aprovechaba esa situación y me vendían cosas muy buenas”.

Hablar de política, futbol y religión, es la misma cosa que aplica cuando de música se trata, plantea Juan Carlos.

El lugar donde tiene sus discos ha permitido que aquellos coleccionistas, que a la postre se han convertido en amigos, se arme el debate pese a los subjetivo que es hablar de los gustos musicales, afirma. No obstante la polémica se genera con frecuencia cuando acuden clientes constantes a comprar nuevos discos.

The Beatles, Bob Marley, The Doors y AC-DC son los discos que por defecto debe tener afirma, ya que sería como “una panadería sin bolillos”, pues hay quienes se quieren acercar a los discos de acetatos pero conocen poco sobre las bandas y los distintos géneros.

Cazadores de rarezas

Juan Carlos expresa que lo interesante del coleccionismo de discos, es el hecho de conseguir rarezas. El arte y la historia que gira en torno a las bandas, las canciones o al mismo proceso creativo de algún álbum, alimenta más el mito y la codicia de los coleccionistas por tenerlo.

“En ocasiones te topas con que la edición inglesa viene con funda doble, vinil de color o es la primera edición, y en ocasiones te encaprichas por ese tipo de características y ya quieres lo raro”.

De acuerdo con Juan Carlos, hoy en día ante la multiplicidad de formatos y formas de escuchar la música, conseguir escuchar una banda o una sola canción no es problema. La pieza artística es un viaje en el que los coleccionistas se embarcan afirma Juan Carlos, para obtener el vinil.

“Platicaba justamente con una amigo que vino en la tarde, él es muy quisquilloso cuando quiere una pieza, porque como bien dices hay formatos de todo tipo, en sí la canción como sea la consigues, él lo que quiere es el artículo en físico, entones todavía hay personas que tienen el fetiche de decir yo lo tengo y nadie más, ya no tanto la canción, el formato en que lo tengan lo pueden bajar de una página conocida o en mp3”.

Juan Carlos dice que en una ocasión adquirió hasta cinco ediciones de un mismo álbum, ya que el arte es distinto de acuerdo al país, por lo que se vuelve necesidad tener la versión distinta de un mismo disco: alemán, mexicano, americano, asiático.

“Es lo raro del artículo de la pieza, empiezas a ser compulsivo, he tenido hasta cinco discos del mismo artista, la edición japonesa, latinoamericana, mexicano, americano y alguna edición alemana o israelí del mismo disco, ya como que también es un vicio per los coleccionistas así son”.

Recargado en una de las mesas donde tiene exhibidas las cajas con discos, Juan Carlos enseña una versión japonesa, que dice, ha sido muy poco apreciada en su tienda, del álbum The Dark Side of the Moon. Incluso habla de un disco que es complicado de escuchar a la primera porque el gusto nace hasta tres o cuatro veces de escucharse afirma, como un disco que exhibe en su pared de la banda alemana Faust de 1971.

Al reflexionar Juan Carlos sobre el tiempo que dedican las personas a escuchar un álbum completo, señala que al menos quienes acuden a su tienda a comprar discos, buscan intercalar leer literatura mientras colocan en su consola el material adquirido.

“Aquí hay mucha gente que se da su tiempo. Hay personas que aparte de compra discos compran libros, se llevan música clásica o progresiva, se dan espacio en las noches para leer y escuchar un buen disco”.

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