Hasta los 32 años, Coral Bonelli fue hombre.

Bautizado como Fernando García Ortega, llegó a ser considerado niño prodigio en el cine mexicano por sus participaciones en las películas Fe, esperanza y caridad y El hijo de los pobres.

En la primera cinta, era uno de los niños que se peleaban cuando el personaje de Sara García arroja unas monedas, generando entonces una violenta reacción en uno de los padres.

El golpe que se le da en la frente con una piedra, en dicha escena, lo recordaba gracias a la cicatriz que le quedó.

Ayer, quien fue protagonista del documental Quebranto, donde se contaba su vida, falleció como consecuencia de la diabetes que padecía desde hace años.

“Estoy muy triste”, dijo el realizador de la producción, Roberto Fiesco, en un mensaje de Facebook a través del cual dio a conocer el deceso.

“Me quedaré siempre con su buen humor, su inteligencia, su coraje y su generosidad sin límites”, agregó.

Coral, antes Fernando, fue un gran imitador del cantante español Raphael y junto con su madre, Lilia Ortega (Los Héroes del Norte), recorrían en caravanas varios lugares.

Pero pasó el tiempo y el niño, que en el cine fue conocido como Pinolito, ya no fue llamado para películas y cambió la actuación por el baile, presentándose en el Teatro Blanquita, a un lado de Plaza Garibaldi donde vivió por más de cuatro décadas.

Asumido como gay, según sus propias palabras, y convertido en Coral, “fichó” por un tiempo en calles donde algunas de sus “compañeras” eran asesinadas por los clientes.

“Me molesta —dijo en su momento en una entrevista con EL UNIVERSAL— que me sigan llamando por mi nombre antiguo”.

“A muchos les molesta que cambiara de vida y no sé por qué. Mucha comunidad gay me dijo que el documental les había ayudado a salir del clóset”, abundó en esa ocasión.

La cinta Estrellas solitarias, de Fernando Urdapilleta, fue una de sus últimas apariciones en la pantalla grande.

En ella encarnaba a un activista gay que le da consejos al protagonista.

Quebranto, el documental que estelarizó, ganó en festivales internacionales como San Sebastián, Guadalajara y Morelia, y el premio Ariel.

Coral, una de las más activas impulsoras del movimiento trans en México, de 57 años, falleció en su casa de la zona centro de la capital del país.

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