Karl Lagerfeld habrá sólo uno y él lo sabía. Un día, mientras su amiga discutía con la expareja, vio cómo un vaso de vidrio, lanzado en la rencilla, se dirigió a sus gafas: “Entonces me di cuenta de que los ojos son lo más preciado que tengo”, contaría tiempo después.

Por eso siempre, de día o noche, el llamado Káiser de la moda fue visto con lentes oscuros. Por eso, al apagarse esa mirada ayer a los 85 años, se cierra una página en la historia de la moda. La de un legado que renovó importantes marcas como Chanel y Fendi con esa mirada aguda que no distinguió linajes o formalidades, que fue frontal más allá de lo políticamente correcto.

Fue amado por muchas estrellas del espectáculo como Penélope Cruz, Kristen Stewart y Keira Knightley, criticado por su visión ácida por otras, como la cantante Adele.

“Está un poco demasiado gorda, pero tiene una cara preciosa y una voz divina”, expresó el diseñador al diario Metro en 2012.

La británica le respondió. No pretendía lucir como las modelos de revistas y se sentía orgullosa de representar a la mayoría de las mujeres. Esto provocó que Karl Lagerfeld se disculpara, que manifestara su admiración por la artista y que, una vez más, todos se replantearan el concepto del cuerpo ideal.

Todos menos el Káiser. Él se sometió a sus propios cánones con una dieta diseñada en exclusiva décadas atrás. La que le hizo perder 38 kilos en pocos meses.

El diseñador era ácido consigo, y con quien fuera. Meryl Streep tampoco escapó de sus declaraciones.

“Es una actriz genial pero también vulgar ¿no?”, dijo en 2017 a la revista WWD, cuando la multipremiada decidió no vestir el diseño que él realizó para la entrega del Oscar de ese año, pues prefirió que otra firma (Elie Saab) le ofreciera dinero para vestirla.

Su visión tampoco buscó filtros ante la realeza, o al menos ante sus allegados, al declarar sobre Pippa Middleton, hermana de la duquesa de Cambridge: “No me gusta su cara, ella debe mostrar sólo su espalda”.

Tampoco fue amable con su compatriota Heidi Klum, cuando dijo que no sabía quién era la top model porque “nunca fue conocida en Francia”, y también ignoraba qué había hecho Claudia Schiffer.

La cabeza por 35 años de Chanel incluso manifestó su disgusto por la gente que consideró “bajita, curvilínea, fea y tatuada”.

Pero, en cambio, expresó su admiración por la actriz Julianne Moore.

“Ella es la perfecta representación de lo que yo entiendo por feminidad en el mejor sentido de la palabra”, dijo sobre la estadounidense, a quien le unía una amistad de años y fue una de sus musas.

Además de sus palabras, su imagen fue parte de la iconografía de la cultura popular de esta época. En 2001 realizó una aparición en la película Zoolandery en 2012 se convirtió en un personaje de Los Simpson, cuando el artista italiano Alexsandro Palombo realizó su versión amarilla junto a la de Grace Coddington y Anna Wintour. Tradujo su visión a la lente, al realizar cortos para las colecciones de Chanel, como Reincarnation, en el que Cara Delevingne y Pharrell Williams asumen el papel de los emperadores austriacos Sissi y Francisco José I.

Hay algo más: Choupette, a la que definió como “la gatita más famosa y rica”, la de “color caramelo en torno a sus ojos”, los únicos a los que, probablemente, miró sin gafas, sin filtros, al final de su vida. Redacción

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