Pocas veces es posible ver al director mexicano Alejandro González Iñárritu tan relajado y abierto como lo estuvo en la plática acerca de su carrera que dio junto a la artista yugoslava Marina Abramovic en el marco del Festival Tribeca.

En un ambiente íntimo y desenfadado con el público (las entradas a este evento se agotaron desde hace meses), Alejandro sólo hizo una mención respecto al presidente Trump cuando una persona le preguntó su opinión sobre la idea de construir un muro en la frontera con México: “Lo que sé es que hay mucha ignorancia y miedo y esos son los verdaderos enemigos”, dijo sin querer ahondar más en el tema.

Sobre lo que sí profundizó fue acerca de lo entusiasmado que está con su proyecto Carne y arena que se presentará en mayo en el Festival de Cannes y que es un trabajo de realidad virtual para el cual tuvo que aprender todo y volver a empezar de cero.

“Me sentí como un niño volviendo a descubrir el mundo, lleno de emoción y con la felicidad que te da el darte cuenta de que no tienes miedo de hacer algo nuevo, eso fue increíble”.

Carne y arena, según explicó, es un trabajo experimental en el que lo que más cuenta es la calidad y no la cantidad, pues es una experiencia individual: “Es una comunicación muy directa con el espectador y es una idea que tuve hace más de cuatro años después de escuchar muchas historias de inmigrantes latinoamericanos que viven realidades muy duras.

“Me pareció que era interesante documentar esos momentos e historias de sus viajes por el desierto. Además, el hecho de usar la tecnología de la realidad virtual ha sido un gran descubrimiento porque siempre se ha pensado en ella como una extensión del cine pero lo cierto es que todavía no sabemos nada de esta herramienta, está todo por descubrir en ese campo y lo mío sólo han sido unos primeros pasos”, explicó el director que si en algo se identifica con Abramovic es en que ambos se exploran el dolor en sus obras.

“Tengo un guía espiritual que siempre me dice que `sin barro, no hay flor´ y es verdad, pues la felicidad no existe sin el dolor. Hay mucha gente que quiere evitarlo de maneras artificiales pero lo único que consigue es estar en una especie de limbo en el que no son felices ni sienten nada nunca. A mí por eso me gusta sentir en las películas que veo y hago. Creo que todos hemos vivido momentos muy dolorosos”.

Dolor personal. González Iñárritu se abrió incluso para cntar que su relación con el dolor es biográfica:

“Mi esposa y yo atravesamos una experiencia muy traumática sin la cual yo sería una persona completamente distinta así que reconozco que el sufrimiento es de alguna forma el gran maestro”, contó el director que lleva a sus actores al límite.

“A la conclusión que he llegado después de trabajar con actores provenientes de todas partes y con todo tipo de formaciones es que el miedo que existe a quemarlos con demasiados ensayos y exigencias es infundado.

“El cine no es un momento de inspiración sino una cuestión mucho más artesanal hecha a base de los aprendizajes de los errores.

“Haciendo 100 veces la misma escena, los actores la hacen parte de sus células, de sus cuerpos y de sus movimientos y es ahí cuando realmente se liberan y logran el mejor resultado”.

Remató su reflexión con una frase: “La cualidad de la adrenalina cuando se mezcla con muchas horas de preparación es perfecta”.

Respecto a sus proyectos futuros comentó que tiene muchas ideas, unas que van tirando con más fuerza que otras pero que de lo que más ganas tiene es de hacer algo divertido.

“Estoy en una etapa en la que quiero jugar más y no hacer algo tan serio, tan sufrido”.

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