Y el acto de magia comenzó: fuegos artificiales y la sensación de que el viento frío se esfumó fue lo que hizo Bruno Mars cuando apareció en el escenario del Foro Sol.

Bastó con que el moreno apareciera para que cosas mágicas pasaran.

El frío, por ejemplo, dejó de sentirse, así de la nada, los sentidos se enfocaron al escenario que hipnotizaba a sus fans con luces de colores brillantes y dinámicas.

La luna en su máximo esplendor también fue testigo del show. El mar compuesto por más de 57 mil personas dejó de estar en calma y hasta subió su temperatura. Aquella masa de personas se dejaron seducir por el mago del escenario, quien con su voz y sus pasos de baile contagió no sólo energía, también sensualidad y hasta romanticismo.

“Hola muchacha. Soy yo. El jefe, el patrón, el Brunito, el capitán puerco, ya sé qué hacer. Te quiero mucho, mamacita. Te quiero mucho mamacita, mamacita”, expresó el cantante. Y fue así como la palabra mágica de la noche fue el “mamacita”. Y con ella conseguiría que esas miles de personas siguieran su breve coreografía y así, el mar de gente se movió. Allí todos eran fans, todos podían presumir que se sabían las canciones que en menos de ocho años han convertido al treintañero en músico que vende discos y llena conciertos. De gorra y brillantes cadenas doradas, vestuario noventero con colores muy mexicanos (por aquello del verde, blanco y rojo), el chico de otro mundo cumplió su promesa: volver atierra mexicana.

“Les dijimos que volveríamos. Afortunadamente lucimos mejor y estamos más fuertes”, expresó.

Ya con la experiencia de haber estado en Monterrey, el cantante perfeccionó los guiños a su público mexicano. Más palabras en español, más acordes guapachosos y latinos, más “México” saliendo de su boca.

Después de haber tenido como teloneros a Bebe Rexha y Nick Jonas, Mars salió a las 21:37 horas para presumir sus canciones nuevas, sus habilidades como músico en la guitarra y como bailarín junto a sus compañeros de escena. Sus letras sonaron y fueron coreados. “Finesse”, “24k magic”, “Treasure”, “Perm”, “Calling all my lovelies”, “Chunky”, “That’s what I like”, “Versace on the floor” y “Marry you”, fueron algunos de los temas. Hasta se dio el lujo de bajar la música, por aquello de que dejó de escuchar los gritos de su público. Fue hasta que el unísono de: “Bruno, Bruno, Bruno” lo dejó satisfecho para continuar con su música.

Todos somos Bruno. Los fans suelen ser fieles seguidores, guerreros que por ver a su ídolo hacen largas filas, pagan cantidades estratosféricas de dinero y hasta soportan la inclemencia del clima con tal de ver a su artista por unos minutos lo más cerca posible.

Pocas son las agrupaciones o artistas que tienen actualmente una base de fans tan fuerte como la de Bruno Mars, ya que además de seguirlo a su hotel, en muchos casos hasta cambian su aspecto físico para parecerse a él.

A los alrededores del inmueble lo que más destacaba era el bling bling, el brillo y sobre todo muchas personas llevando el flow a su máxima expresión.

Algunos fans incluso se atrevieron a entrar en la onda y optaron por hacerse base en el cabello, es decir, chinos para parecerse a Bruno Mars.

Las joyas falsas no pudieron faltar: cadenas, collares, relojes y lentes de armazón grande se veían desfilar por los alrededores, todos imitando una generación, el funk.

Quienes parece que esta ocasión no se pusieron listos fueron los vendedores de mercancía. Pues aunque ponían a la venta las acostumbradas playeras, sudaderas, tazas, encendedores y llaveros, nunca pensaron en poner a la venta cadenas y gafas.

Muchos fans del artista hawaiano llegaban con los vendedores a preguntar si tenían a la disposición estos objetos tan característicos en la imagen de Mars. Todos ellos tuvieron que conformarse con la gorra del recuerdo, el póster o el disco.

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