Catrinas, flores de cempasúchil y rostros pintados de calaveras, invadieron la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) en el tradicional concurso de altares de muertos de los alumnos de bachilleres de esa casa de estudios.

Los alumnos de los siete planteles de bachilleres de la UAQ participan en la trigésima tercera edición del concurso. La explanada de rectoría es una romería, o una sucursal del Mictlán, el inframundo mexica, donde reina Mictlantecuhtli, el descarnado, a donde reposaban los muertos.

Toda la explanada de rectoría es ocupada por los altares. Se dividen en dos: tradicionales y prehispánicos. Los primeros, están elaborados con flores de cempasúchil, tienen también símbolos católicos, además de frutas, comida y las fotos de los difuntos.

Uno de los primeros altares que llaman la atención es el dedicado al primer rector de la UAQ, Fernando Díaz Ramírez, donde Ana Karen Hernández Martínez, ataviada como Catrina, explica la forma en la que elaboraron la ofrenda para el académico.

Los altares, tradición que busca seguir en la memoria de la gente
Los altares, tradición que busca seguir en la memoria de la gente

La estudiante de la Prepa Norte, dice que en la elaboración del altar participaron todos sus compañeros de grupo. Ella es la expositora del altar. Sus compañeros en ese momento no se encuentran.

Jóvenes universitarios pasean entre los altares

En ocasiones se empujan accidentalmente. La atención está puesta en los altares que los jóvenes preparatorianos hicieron durante las últimas dos semanas.

Alexi Ibarra Martínez, también de la Prepa Norte, explica que su ofrenda es un altar michoacano. Las velas y la flor de cempasúchil ayudan a los difuntos a encontrar el camino a sus respectivos altares, de regreso con sus seres amados.

El copal, explica, sirve para alejar a los malos espíritus, y atrae a las almas buenas. El pan de muerto, representa a los difuntos, con sus cráneos y huesos. Algo esencial en el altar, dice, son las fotos de los fallecidos.

A Alexi la acompañan dos de sus compañeros, que son los presentadores del altar. Cada ofrenda tiene un número marcado en el piso para identificarlas.

Entre la gente pasean algunos jóvenes que aprovechan para vender alguna golosina fría, pues el calor es intenso.

Entre los altares que llaman la atención están los tzompantlis, altares prehispánicos, en donde los elementos más representativos son los cráneos colocados en vigas, atravesados de lado al lado.

La mayoría de los altares están elaborados con granos de maíz, calabazas, chile y frijol. No pueden faltar los cráneos, colocados en mecates o vigas. También están presentes las representaciones de los entierros prehispánicos.

Irvin Jurado Torres, junto con sus compañeros, muestra un entierro dedicado a los gobernantes. Explica que lo que se acostumbraba enterrar en cuevas a los personajes más importantes y colocar piezas de cerámica.

Asimismo, dice que se incluían representaciones de guerreros, chamanes y un esclavo para que les ayudaran y protegieran. En el centro de la tumba se colocaban los cuerpos, mientras que en las esquinas se colocaban los guerreros, además de artículos personales.

Por su parte, Eric Melo, otro estudiante, dice que los participantes tuvieron que investigar las diferentes culturas. Agrega que lo que los motivó a crear este altar fue mostrar algo diferente y acoplar su idea de acuerdo a sus recursos.

Los muchachos señalan que se tardaron alrededor de cinco horas en terminar la ofrenda, pues tuvieron que maquillarse y montar todo el altar.

A la distancia se ve un altar que ocupa la parte frontal del edificio de rectoría. Fue hecho por la institución y está dedicado al científico Stephen Hawking, quien falleció el pasado 14 de marzo.

El altar es monumental, tiene fotografías del hombre de ciencia, y quien cambió la cara a la física con sus teorías. Es visitado y fotografiado por estudiantes y trabajadores de la UAQ.

Mientras se reúne un jurado de expertos, quienes califican en apego a la tradición, “el desempeño que tienen los alumnos y la estética”. Los integrantes del jurado añaden que no sólo es montar los altares, sino planificarlos, tarea que les llevó dos semanas.

Es así como le dan vida y memoria a esta tradición.

bft

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