Ubicado en el Barrio Rojo de Ámsterdam, es la zona más grande de prostitución permisible del mundo. Ahí está el famoso burdel donde fue asesinada una prostituta llamada Annie. Un crimen que sigue sin resolverse hasta el día de hoy.

Dentro del museo hay un altar a las prostitutas que han sido asesinadas en la zona, pero especialmente está dedicado a Annie.

Esta prostituta fue asesinada en 1956, le apodaban La China, era una mujer holandesa con rasgos chinos y trabajó muchos años en el barrio más excitante de los Países Bajos.

Un muro de confesiones, objetos olvidados por clientes que muestran el estado en el que mucha gente acude a visitar a las terapeutas del amor.

Salas, oficinas, baños, habitaciones, historias personales y los secretos de la profesión más antigua del mundo es lo que ofrece el museo. Este lugar permite experimentar cómo se siente sentarse detrás de una de las ventanas y ver pasar a los turistas que van en busca de una aventura.

En el Barrio Rojo existe una estricta inspección y supervisión para minimizar los posibles abusos, el objetivo es la prevención de la prostitución forzada.

La historia

El Barrio Rojo es el distrito más antiguo de Ámsterdam. Desde su construcción, alrededor de 1385, ha sido famoso y notorio por las mujeres que habitan sus calles.

Desde el comienzo de la historia moderna, Ámsterdam ha sido una ciudad comercial con un gran puerto. En los siglos XIV y XV, los marineros, que esperaban la partida de sus barcos, deambulaban por el barrio en busca de diversión, este era el vecindario que les proporcionaba todo lo que necesitaban: tanto cerveza como mujeres estaban disponibles en innumerables bares y posadas.

La prostitución era incluso legal en el siglo XV, aunque visitar a una prostituta oficialmente no lo era. Se estima que miles de mujeres se prostituían para ganarse la vida en estos años.

Las enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea y la sífilis, comenzaron también a extenderse.

Al principio del siglo XVIII se desbordó una ola de moralidad e intolerancia, protestando contra el pecado y la sexualidad.

La ocupación de los Países Bajos por los franceses, desde 1795 en adelante, significó una nueva fase para el Barrio Rojo. Aunque principalmente destinado a combatir las enfermedades de transmisión sexual, Napoleón introdujo un tipo de prostitución legalizada.

Las prostitutas tuvieron que presentarse ante la policía dos veces por semana para un chequeo médico. Las mujeres sanas recibieron una tarjeta roja y podían continuar su trabajo. En el caso de cualquier enfermedad, se les daba una tarjeta blanca, con el nombre de la enfermedad, y se les proporcionaba un tratamiento gratuito y no podían trabajar.

Esta política continuó incluso después de que los franceses se fueron en 1813. Para entonces, el número de prostitutas en Ámsterdam había aumentado dramáticamente. Se habló de más de 3 mil mujeres caminando por las calles del Barrio Rojo.

La prostitución se extendió tanto que la policía no permitió a las mujeres atraer a sus clientes parados en sus puertas. Sólo podían hacer eso desde detrás de las cortinas de la ventana. Por lo tanto, un número cada vez mayor de prostitutas estaba haciendo tic tac en el cristal, seduciendo a los hombres que pasaban por allí.

La escasez de ventanas hacía que los propietarios de las instalaciones aumentaran el alquiler a cantidades exorbitantes, y resultó ser el comienzo de la prostitución de ventanas que actualmente se ejerce en Ámsterdam.

La actualidad

La prostitución en una profesión legal en Ámsterdam. En el año 2000, los burdeles en los Países Bajos finalmente se legalizaron.

La prostitución se considera hoy en día como una profesión oficial, lo que significa que las prostitutas deben, como las personas en cualquier otro trabajo, pagar el impuesto sobre la renta y seguir las normas y reglamentos aplicables a otras profesiones.

En 2007, el municipio de Ámsterdam comenzó el Proyecto 1012, que lleva el nombre del código postal del Barrio Rojo. El objetivo era despenalizar aún más la prostitución, concentrándola en un número limitado de calles y prohibiendo los elementos criminales de la profesión.

Como resultado, se cerraron unas 126 ventanas desde entonces. Mientras tanto, las trabajadoras se volvieron más abiertas.

Hay cientos de cámaras de vigilancia, policías vestidos de civiles que a todas horas custodian la zona, está prohibido hacer fotografías, hay multas y castigos muy grandes para quienes hacen videos o se les registra cámaras ocultas.

La mayoría de las prostitutas tienen gente dentro y fuera que cuida de ellas, pero también en algunas zonas cerca de bares cuentan con un botón de pánico para llamar a la policía.

Existen aproximadamente 300 habitaciones para ejercer la prostitución de forma libre, cada habitación genera una renta de más de 400 euros por día, lo que es considerado demasiado dinero involucrado en este negocio.

Cada año, aproximadamente 5.4 millones de turistas visitan el Barrio Rojo. Caminan junto a los canales y a través de los pequeños callejones miran asombrados a su alrededor a las sexoservidoras más misteriosas, orgullosas de su profesión, su cuerpo y su trabajo.

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