En una página de Facebook dirigida a traileros, un chofer expresa su enojo contra la empresa en que labora, sugiriendo a sus colegas: “Si su patrón no les da aguinaldo, pasen a la cachimba y vendan el diesel, las llantas y parte de la carga”.

La publicación, ilustrada con la foto de un fajo de dinero puesto sobre la mesa de un restaurante, tiene 434 likes, 44 compartidos y 60 comentarios, algunos de los cuales critican al usuario por incitar al delito (“lo robado no luce”). Sin embargo, la mayoría lo apoya.

“Mi padre es trailero y me encanta ese trabajo, pero desgraciadamente hay que robar diesel y casetas todo el año, porque los patrones no dan viáticos y quieren que pagues todo con el chivo”, dice Gustavo, mientras que Javier advierte: “Si no pagan bien, que no se quejen de que uno se cobre a lo chino, la ley del talión”.

La página titulada “Quién te dijo que eras fullero” (con 38 mil seguidores) es una de las 40 dedicadas a transportistas del país ubicadas en la red social por este diario. Entre las más activas se encuentran “No tuve infancia, nací grande” (259 mil), “Traileros mamalones de la 57” (236 mil) y “Cachimberos de la 57” (51 mil).

Auto-ordeña o huachicoleo hormiga

La auto-ordeña de diesel por parte de los choferes de camiones, junto con los robos reales que igualmente sufren, conforma una singular vertiente del negocio ilícito del huachicoleo, que en este caso no afecta directamente a las finanzas de la paraestatal Pemex, sino las de 143 mil empresas del ramo que operan en el país.

La prevalencia de un delito que también atañe a industrias locales es confirmada a EL UNIVERSAL Querétaro por Omar Quiyono, vocero de Ubícalo, empresa que desarrolla tecnología GPS contra el robo de diesel a vehículos de carga y pasaje.

—Lamentablemente, muchos choferes ordeñan sus propios camiones: llegan a las cachimbas dedicadas a ese negocio y venden (hasta a la mitad de su precio) parte del diesel que traen en el tanque, ya facturado en gasolineras. A su vez, otros conductores compran el producto ordeñado a un precio más bajo (hasta un 25 por ciento) que el vendido por Pemex— explica Quiyono, quien luego comenta:

“La ganancia del chofer parece ser poca (puede ganarse entre 200 y dos mil pesos). Pero si lo multiplicamos por cantidad de vehículos y por litros perdidos, una empresa afectada puede tener pérdidas del 20 por ciento o más, según la región del país. En el caso de Querétaro, no te podría dar nombres de industrias afectadas, pero si te diré que son varias las que sufren estas mermas y buscan resolverlas.”

Con diesel robado, 3 de cada 10 motores

Según cifras proporcionadas a esta casa editorial por empresarios participantes en el XVII Foro Nacional de Transporte de Carga, un número estimado de 180 mil choferes de carga y pasaje —la tercera parte de un total de 550 mil— se mueven con diesel robado; es decir, con huachicol.

Durante el citado foro, tres cámaras del autotransporte así como el organismo de monitoreo internacional FreightWatch denunciaron que el mercado negro del diesel tiene su origen, de manera predominante, en la ordeña practicada en los mismos camiones, tanto la que realiza el propio conductor, como la originada por robos por descuido de unidades o bien por asaltos.

Dentro del informe, las llamadas cachimbas (negocitos situados a pie de carretera), resultaron ser la sede más popular de este mercado negro, además de una diversidad de locales que se disfrazan como talleres o vulcanizadoras, entre otros giros, y hasta de cachimbas-rodantes (vehículos que surten a domicilio).

En México, el consumo de diesel es de 385 mil barriles diarios; de los cuales, 128 mil provienen de un imaginario contenedor clandestino que posee dos gargantas: la que absorbe la típica ordeña de ductos oficiales y la que se chupa mediante una simple manguera de los plateados cilindros de los traileros.

Robos al trailero

A sus 36 años, Juan Manuel López dice que hay momentos en los que, viajando por carretera, se pone nostálgico, imaginando si canjearía los dos (“aburridos”) años que lleva trabajando como chofer de un omnibus de ruta turística por aquellos 15 en los que manejó un enorme tráiler y vivió toda clase de aventuras en las carreteras (y cachimbas) del país.

—Sí… ahora soy un chofer “cuello duro”, lo que nunca creí. Pero un día tuve que pensar en mi familia, mis hijos, y pues ahora aquí andamos; gano mejor, tengo chamba fija— dice.

Se le pide una opinión acerca de la auto-ordeña de combustible por parte del gremio, aunque reconoce que el problema existe, cree que no es generalizado.

“Sí supe de colegas ratas o que, metidos en apuros de dinero, tenían que andar sacando gas para completarse. Pero pienso que los que hacen eso no son verdaderos traileros, no aman su chamba”, dice telefónicamente.

A Juan Manuel le parece más común que los choferes sean despojados del combustible mientras duermen o cuando “se les va el tiempo cotorreando en la cachimba, en tanto que alguien, les baja el diesel”.

No sin mencionar que los asaltos son un grave problema que enfrentan los traileros, Juan Manuel menciona otro problema que juzga relevante destacar:

“Hay empresas que roban al trailero, lo hacen trabajar mientras les sirve, y cuando lo quieren correr, lo acusan de robo; ya no del diesel, sino de la carga. Inclusive, cuando de veras te asaltan en la carretera, pobre de ti si no te golpean los malandrines, porque el patrón te puede acusar de ser cómplice. Es su palabra contra la tuya”.

Renuncia “voluntaria”

El penúltimo día de 2018, el trailero Juan Carlos Herrera fue hecho llamar por el representante jurídico de la línea de origen mexiquense en la que trabaja, Transportes Monroy, con objeto de solicitarle su “renuncia voluntaria”.

La petición le sorprendió mucho —cuenta Herrera a este diario—, especialmente porque el abogado lo acusó verbalmente de robo, sin presentarle ninguna denuncia formal, sólo diciéndole que el 24 de octubre anterior, durante la entrega de mercancía en una tienda, lo habían reportado con un “faltante” de 91 cajas de vino.

“Tenemos los documentos, pero no te los puedo enseñar, porque es parte del expediente que llevaremos al juez. Pero, mira, la empresa no quiere escándalos, así que te proponemos que te vayas por la buena y que todo quede ahí”, dice Herrera, recreando las palabras del acusador, quien solamente esperaba su firma sobre un formato para mandarlo con un guardia a la puerta de salida.

Herrera se precia de ser un buen conductor y de contar con la juventud y experiencia necesaria para obtener otro empleo dentro de un mercado laboral que padece la falta de choferes. Dice que con gusto habría renunciado, pero que la acusación por “robo” le parecía infamante después de haber trabajado sin quejas durante cinco años y “sin haberme robado ni un litro de diesel”.

Tras negarse a firmar el papel, el trailero no pudo evitar ser llevado a la caseta de salida. Era la víspera de año nuevo y sólo podía marcharse a casa para pensar en alguna estrategia, en aras de esperar al siguiente día laboral. Sin embargo, cuando ese día llegó, el vigilante no lo dejó ingresar.

La acusación que ahora se cierne sobre Herrera, según pudo averiguarlo a través de un amigo, ya no es la de robo, sino la de “ausentarse” de un empleo que supuestamente conserva, aunque aún no le han depositado la última quincena del año.

Vocación trailera

Alberto, trailero sanjuanense, tiene 56 años y no piensa dejar de manejar un mastodonte mientras le reste salud y el deseo de “vivir la libertad”, un estilo de vida que, según dice, es el motor que mueve a los choferes con al menos diez años de experiencia.

Cuando ya agarras tiempo en esto, no caes tan fácil en las cosas que friegan al trailero”, dice el entrevistado, refiriéndose al uso del llamado “perico”; anfetamina que en algunos organismos sirve para permanecer despierto durante jornadas de hasta 20 horas de manejo. Empero, comenta, “son porquerías químicas que te acaban volviendo más loco de lo que estás”.

“Yo prefiero el café de grano que el perico. Si de verdad tengo que manejar más de diez horas, que es mi tope normal, le pego al café (siempre viajo con tres termos), pero no me meto esa madre.

“Claro que sí usé perico cuando estaba más chavo, pero con el tiempo vas agarrando callo y un día convences al patrón de que más vale que llegue la carga segura a que no llegue nunca y más si por culpa de andar a las prisas pierdes camión y chofer”.

Dice Alberto que no faltan colegas jóvenes que lo acusan de ser arrastrado u oreja del dueño, pero que las críticas se le resbalan. “Pienso en mi familia y en la oportunidad que tengo de seguir dándole al rocanrol”.

“A lo mejor no gano muy bien, pero gano más no metiéndome con nada de la empresa, ni con el diesel ni con la carga. Sé de ‘compas’ que sí le entran, pero ese es su riesgo. Agua que no pasa por mi casa a mi no me moja. Si esos cuates me saludan, bien, pero ni ellos me dan de comer ni yo a ellos, así que cada quien con su vida. ¿Facebook? No, tampoco le entro a esa madre”.

arq

Google News

TEMAS RELACIONADOS