El sentimiento de alegría llega mientras va en la ruta de camión de Satélite hacia el Centro. Escucha los acordes y el ritmo de “Suena mi tambor”, e inmediatamente se le quita lo “agüitado”.

Además, la música y la cumbia inspiran al joven a escribir un texto que años después sería seleccionado con mención honorífica, en el cuarto Gran Premio de Periodismo Gonzo 2018.

“Pusieron una cumbia: ‘Suena mi tambor’. Entonces estaba así como agüitado, ya sabes que la cotidianidad es bastante hastía a veces y me acuerdo que empecé a escuchar este ritmito y me sentí muy feliz”, expresa David Álvarez Vázquez, joven de Querétaro que escribió el texto “Cumbia, cumbe, paracumbé”, uno de los 10 escritos que fueron seleccionados en todo el país para el libro publicado y editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).

Además de escritor, David es profesor de Humanidades a nivel medio superior y egresado de la licenciatura en Sociología por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Participó en una convocatoria del Premio Nacional de Periodismo Gonzo 2018, en la categoría de texto inédito.

En enero de este año, el día en que David recibió la notificación de que su texto fue seleccionado, se encontraba dando clases en la preparatoria IDEL ,y Juan Manuel Servín, encargado de Producciones El Salario del Miedo, editorial que también impulsa los premios de periodismo gonzo, fue quien lo etiquetó en una publicación junto con Paul Medrano (ganador) y ocho escritores.

“Ganaron varios que conozco y la neta escriben muy bien”, menciona con emoción el único queretano que aparece en el libro.

La alegría que le causó la música en aquel momento en la ruta, fue lo que lo llevó a escribir su texto, el cual contiene un juego de palabras sobre la etimología de la cumbia.

El escrito explica “cómo las personas vivimos ese ritmo en nuestra individualidad”. El texto contiene una narración de su proceso para aprender a bailar cumbia en distintas etapas de su vida y lo vinculó con la historia de la negritud en América Latina.

“En sí el texto es de cómo yo aprendí a bailar cumbia. A mí me encanta mucho el ritmo. Me gusta bastante el sonidero y básicamente lo que hago ahí es explicar por una parte de qué manera fui aprendiendo cumbia durante muchas etapas de mi vida (…) y por segunda ocasión, o sea la otra historia que estaba entremetida, era platicar la historia de la negritud en América Latina. Venir de una generación y un lugar distintos modifica la perspectiva en la crónica”, señala

David, profesor de una preparatoria ubicada por los rumbos de la calle Circunvalación, dice que no tenía previsto dar clases, pero que es algo que le gusta mucho.

Sus talleres de crónica y escritura testimonial se basan en relatar sobre sí mismo o sobre alguna situación experimentada, porque cree que es la manera adecuada para empezar a escribir.

Considera que la crónica es importante porque a través de ella se puede expresar lo que ocurre en Querétaro y de lo que muchos no hablaban. También toma en cuenta que la generación es un elemento que ayuda a ver de manera más amplia y cuestiona que los cronistas queretanos sean únicamente gente grande que se cierra a la añoranza de mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, ya que el panorama puede abarcar más allá.

“Siento que hay otras situaciones que me permiten también entender ese punto desde distintas miradas; o sea, el hecho de que yo, por ejemplo, vengo de Satélite, de una zona en la que tampoco se ha dicho mucho.

“Si te fijas los cronistas queretanos son como gente grande, que habla de este Querétaro del siglo XX, mediados del siglo XIX. Y que nada más dicen lo mismo ¿no?: La Mariposa, el Centro Histórico. Es como ‘¡ya güey!’.

“Venir de un lugar distinto cambia básicamente el panorama. También ser de una generación noventera, pues modifica la perspectiva. Porque tienes otras sensaciones, un Querétaro mucho más amplio (…) Tengo nostalgias de la Alameda con comercio, ahí fue donde yo escuché ska, reggae. Y dices: ‘güey, tu nostalgia no es ni más ni menos que la mía’”.

En su perspectiva sociológica manifiesta que la escritura testimonial es un análisis fundamental en términos sociales, además juega con conceptos como la memoria, la realidad y la ficción; la estima como un género revolucionario que tiene el potencial de señalar que “la realidad no es monolítica, tiene una serie de variaciones y a final de cuentas mucho de esto se sostiene por discursos”.

Señala que escritores como César López, Juan Manuel Servín, Manuel Ayala y Javier Ibarra ejercen y practican “de buena manera el periodismo gonzo actualmente”; pero de igual manera invita a que más jóvenes se interesen por escribir este tipo de textos.

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