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Poco a poco van llegando sus seguidores. Lo hacen a pie desde avenida Constituyentes, pues la calle que da acceso al campo de beisbol donde será el evento del presidente Andrés Manuel López Obrador en Querétaro permanece cerrada por la policía, lo que importa poco a quienes quieren ver de cerca al mandatario.
Se disponen carpas para proteger a los asistentes, muchos de ellos adultos mayores, de los inclementes rayos del sol, o quizá de la lluvia que pudiera caer.
Afuera del campo no pueden faltar los vendedores de aguas frescas, frutas, refrescos y papas.
En el interior, el delegado de los programas sociales, Gilberto Herrera Ruiz, es rodeado por media decena de jóvenes a quienes pregunta algo y da instrucciones. Se nota un tanto preocupado.
A medio discurso del presidente, en el momento en el que mencionaba que los recursos se entregarían sin intermediarios como organizaciones tales como Antorcha y otras más, un grupo de antorchistas, encabezados por su líder en el estado, Gerónimo Gurrola, sacaron cartulinas donde pedían al presidente de la República “ponerse a trabajar”, que dejara de lado el odio y que no mintiera.
Mientras el presidente López Obrador decía que ya no habría intermediarios, la protesta escaló, por lo que llamó a que subiera uno de ellos, “para ver cuál era el problema”. Nadie respondió el reto. El presidente siguió con sus discurso mientras los antorchistas, ahora llamada esa organización “Antorcha Mundial” seguían con su protesta.
El grito de “Es un honor estar con Obrador”, como en campaña, se vuelve a escuchar.
El presidente López Obrador se detiene unos minutos para hablar con Jacinta Francisco Marcial, indígena originaria de Amealco que estuvo presa seis años junto con Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, por “secuestrar” a seis policías judiciales. Las tres mujeres se emocionan con la atención brindada por el presidente hacia ellas.
El camino hacia el estrado, donde ya es esperado el presidente es lento. Tarda más de 25 minutos en recorrer el camino. La gente lo detiene, le dan palmadas en la espalda, le dicen palabras de aliento. Le toman fotografías.
Llega al estrado. La música se apaga y el sonido local da la bienvenida al Presidente.
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