El olor a caldo se esparce por la calle Capitán Pedro Urtiaga, en El Pueblito, Corregidora. Las mesas y las ollas están dispuestas para recibir a los comensales que acudirán por su caldo de buey, una de las tradiciones más representativas del estado y de ese municipio.

Las tenanches y los mayordomos están listos para servir el tradicional caldo, hecho con los bueyes que se pasearon el domingo por las calles de El Pueblito, como marca la tradición.

Al interior de la casa de Marcela Pueblito Zúñiga Olvera, primer tenanche de la corporación 2019-2020 de las fiestas de Nuestra Señora de El Pueblito, un grupo de mujeres da los últimos toques al caldo que en pocos minutos se servirá a los cientos, quizás miles de asistentes a la tradición.

Marcela explica que los preparativos para el caldo comienzan desde un día antes, porque tras pasear al buey se reparten la carne entre quienes harán el caldo, además de que compran más carne.

Tienen que preparar también los demás ingredientes del caldo, como garbanzos, chiles y otros. “Prácticamente empezamos desde la madrugada, a las cinco de la mañana, a cocer carne, a preparar todos los ingredientes, como los garbanzos, el chile, la zanahoria, el jitomate, la cebolla, el ajo, y el caldo, que es la pieza de carne de los bueyes”, indica.

En la calle, la banda de música ejecuta algunas piezas musicales para amenizar la espera. Muchos de los anfitriones esperan sentados a las mesas. Para pasar mejor el rato y calmar el calor que se siente bajo las lonas, algunos toman una cerveza, un tequila, o un sencillo vaso de refresco.

La calle se llena de mayordomos y familiares que corren de un lado a otro con las ollas, las cajas de panes, de tortillas, de refrescos. La ca lle es menos transitable. Se forman filas frente a las diferentes mesas. La espera se hace eterna para muchos que quieren regresar a casa a comer caldo. Ello lleva a los empujones y molestia de muchos de los presentes, que impacientes invaden el espacio vital de los demás.

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En tanto, Marcela dice que su familia y ella prepararon 300 kilos de carne y 200 kilos de garbanzo. En esta ocasión, apunta, se compraron tres toros, que se dividieron entre las 25 personas que conforman la corporación, por lo que les tocó de 54 kilos de carne.

Las ollas con el caldo ocupan el patio de la vivienda de Marcela. También dispuso de una mesa al interior, donde dos hombres de la familia ya degustan el caldo. Algunas mujeres “le dan una vuelta” al caldo, para que no se quemen los ingredientes que están el fondo de la olla. El vapor sale cuando las mujeres, ayudadas con cucharones, mezclan los ingredientes. Otras más, se toman un descanso del trabajo que comenzó desde temprana hora, antes de que saliera el sol.

Marcela explica que hace 20 años su mamá fue primer tenanche, y ella siguió con la tradición, dos décadas después, ella sigue el legado de los progenitora. En su familia han participado en otros años, pero con el “número” que tiene ella, no, desde su mamá.

La mujer explica que espera, poniendo la fe en la Virgen de El Pueblito, el caldo alcance para darle de comer a toda la gente que llegará, estimada en tres mil almas.

Agrega que no sólo es la comida, pues en la noche, después de las 19:00 horas también se repartirá el caldo, con la corporación saliente, en partes iguales, aunque es más para los integrantes de las corporaciones y parte del pueblo, no está abierto en general.

Indica que para ser parte de esta fiesta, como mayordomo o tenanche, se debe ser originario de Corregidora, además de contar con mucha alegría y emoción para formar la fiesta. Además, de cooperar para llevar a cabo la festividad, que dependiendo el caso, puede ser entre 50 mil y 100 mil pesos, pues se preparan desde medio año antes.

Las mujeres visten con falda larga floreada, blusa de tres cuartos con un clarín y una faja que vaya acorde con el color de las flores de la falda, así como un rebozo negro y zapatos negros. Los hombres llevan un pantalón de mezclilla, camisa blanca de manga larga, con fajilla roja, sombrero y botas. Es el traje tradicional para ser identificados en la corporación.

Pasan de las dos de la tarde

Las autoridades civiles y religiosas arriban a la calle donde comerán. El alcalde Roberto Sosa Pichardo llega con integrantes de su gabinete, mientras que los sacerdotes del Santuario de El Pueblito llegan por el otro lado de la calle.

Los primeros en tomar asiento son los frailes, quienes ocupan los lugares de los costados de la mesa. Luego, Sosa Pichardo, junto con su esposa, Karina Antuñano, ocupan sus lugares, tras saludar a algunos de los presentes, y a las mujeres que prepararon el caldo que comerá.

Tras la bendición y el “buen provecho” deseado a todos los presentes, se comienza a servir el caldo de buey, mientras los cohetones estallan en el aire y la banda toca melodías que amenizan el reparto del caldo, para conmemorar los 283 años del santuario actual de la Virgen de El Pueblito.

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