“Nunca había pasado algo así en la comunidad (Ajuchitlán). Se va como un héroe”, dice Juan Carlos Pérez Balderas, hermano de Luis Fernando, el brigadista de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) que perdió la vida en el accidente del helicóptero de la Armada de México que combatía el incendio forestal en la Sierra Gorda, y que fue velado en su casa. Su pueblo, su gente, le rinde tributo.

Ya no temo, Señor, a la muerte”, cantan las mujeres presentes en el funeral que se lleva a cabo en la vivienda de la familia Pérez Balderas.

Los habitantes de la comunidad poco a poco llegan. Entran al patio de la casa donde se encuentra el féretro blanco con el cuerpo de Fernando, junto con una escultura de la virgen María y una imagen de Cristo.

El rosario termina y los cohetes se elevan en el aire. Su sonido es la señal de que se lleva a cabo el velorio de Fernando, de apenas 21 años de edad.

En la calle se han dispuesto sillas para quienes acompañan a la familia en su dolor. Los recibe Juan Carlos, hermano mayor de Fernando. El joven recibe el pésame de los vecinos y amigos. Juan Carlos luce sereno, pero cada vez que se acerca alguien a mostrar su respeto, parece quebrarse.

En la calle la gente platica en voz baja, son apenas unos murmullos, mientras adentro de la casa los cánticos y alabanzas continúan.

La gente sigue llegando. Se saludan todos, pues en esta comunidad casi todos se conocen.

Un viento corre por las calles. El cielo nublado acompaña a los dolientes que llegan a la casa de la familia. Preguntan a Juan Carlos por sus papás. Su madre está en el Interior, cerca de Fernando. Su padre fue a la ciudad de Querétaro a hacer algunas diligencias.

La calle permanece cerrada. Una patrulla de la Policía Municipal de Colón se encarga de la vigilancia.

Sobre el ataúd está colocada la foto de Fernando. A los pies del féretro hay otra con una de las camionetas usadas en su trabajo como brigadista.

Respondiendo al llamado, muchos de los dolientes llegan con moños, flores o globos blancos.

Cada cierto tiempo se lanzan los cohetes al aire. El hombre encargado de prenderlos luce triste.

Vuelta a casa

Juan Carlos dice que el cuerpo de Fernando llegó a Ajuchitlán alrededor de las tres y media de la mañana del viernes, donde la gente de la comunidad fue a recibirlo con flores, moños y globos blancos.

Juan Carlos es el hermano mayor de la familia. Cuenta con 28 años de edad. Fernando cumpliría 22 años en diciembre de este año.

Explica que Fernando era soltero, aunque tenía a su novia. Desde hace cinco años, señala, entró a trabajar a la Conafor como brigadista.

El joven es el encargado de recibir a quien llega a dar el pésame a la familia. Un hombre con playera de la Conafor llega a la casa. Intercambia saludos con Juan Carlos y entra al patio, convertido en capilla ardiente.

El hombre se sienta a un lado del ataúd y llora. Se seca las lágrimas, mientras las mujeres rezan.

Permanece ahí más de 40 minutos, con la cabeza entre la manos, recargado hacia adelante. Una llamada lo obliga a salir de la casa.

Juan Carlos, en voz baja, dice que han recibido todo el apoyo de la Conafor, que se ha encargado de todos los trámites que amerita el caso. La Armada de México, precisa, les dijo que se cuenta con un seguro que tenía el MI-17 de la Marina siniestrado el 24 de mayo pasado.

Emocionalmente, dice Juan Carlos, la familia está destrozada por la pérdida prematura de Fernando, pues no se esperaba esta tragedia.

Su hermano, dice Juan Carlos, “se va como un héroe”, acompañada de la comunidad que los acompaña.

Luego del estruendo del cohetón se escuchan las campanas de la iglesia repicar. Cuando paran se escucha el “Ave María” por una bocinas instaladas en el templo.

Algunas personas se retiran de la casa de los Pérez Balderas. Se despiden de los deudos y luego se persignan al momento de salir.

El ir y venir de personas no para sobre la calle de Amaranto, en Ajuchitlán. Las sillas bajo la lona que se colocó frente a la casa se ocupan por personas que recién llegan al velorio, o por personas que estaban dentro de la casa y que salen unos momentos, para dar espacio a nuevas personas que buscan a la mamá de Fernando.

Días imposibles de olvidar

Ha pasado una semana exacta desde el accidente en el que perdiera la vida Luis Fernando y cinco elementos de la Armada de México en la Sierra Gorda queretana. Una semana complicada para la familia Pérez Balderas, pues tuvieron que esperar ocho días para poder despedir a Luis Fernando.

Este sábado, el municipio de Colón, en la cabecera municipal, realizará un homenaje a Luis Fernando, en donde estarán presentes las autoridades de la demarcación. Pero un día antes, el homenaje se lo tributan sus vecinos, sus amigos, su familia, la gente que lo conoció desde niño, que lo vio crecer y que, ahora, con dolor, le viene a decir adiós.

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