El historiador Gustavo Pérez Lara Hernández coincidió con el exdirector del Centro INAH Querétaro, Manuel Naredo, en que se debe restringir el paso de vehículos por Calzada de Los Arcos, pues además de la vibración por el paso de los vehículos, los gases resultado del uso de combustibles fósiles daña la cantera.

El también promotor cultural en el municipio de El Marqués explica que está a favor de la medida propuesta por Manuel Naredo, quien dijo que para evitar más daños en Los Arcos el paso vehicular se debería de restringir a lo largo de ese monumento histórico.

Pérez Lara señala que el gobierno tiene muchas formas de solucionar este problema. Uno de ellos es buscar la salida por predios que de alguna forma pertenecen a gente mucho muy acomodada.

“Sería de la idea, hay algunos lugares en donde se debe de restringir el tránsito por un problema muy grave que existe ahorita, que son los asentamientos del suelo que se dan, pues como ya hemos explotado mucho los mantos acuíferos, por ejemplo, lugares como Los Arcos, incluso la parte periférica de la Iglesia Chiquita, en La Cañada, sí deben de dotarse de andadores porque son monumentos que nosotros vemos que a lo mejor resisten mucho, pero tienen una respuesta a estas agresiones”, explica.

Inicio del problema

La polémica sobre Los Arcos inició cuando se denunciaron hundimientos en la avenida, frente a la obra conocida como Barrio Santiago. Sin embargo, opiniones de especialistas y de la misma autoridad descartaron que hubiera afectaciones al monumento.

Pérez Lara agrega que la medida de restringir el paso por Los Arcos a los automóviles es una buena medida, también pensando en el mediano plazo, pues al ritmo de crecimiento de la ciudad de Querétaro y el número del parque vehicular aumentará en los próximos años, saturando las vialidades y estresando los monumentos históricos.

“Hay que imaginarse actualmente cuántos vehículos pasan. Pensemos cuántos van a pasar dentro de cinco años. Creo que sí urge, y es plausible la idea de que se haga un andador amplio, para que de alguna manera se puedan conservar esos arcos que son icónicos, que son parte de nuestra identidad”, subraya.

El acueducto fue construido por iniciativa de Juan Antonio Urrutia y Arana. Su construcción comenzó en 1726 y sus mil 280 metros se terminaron de construir en 1735.

En la actualidad Los Arcos son uno de los monumentos más emblemáticos y conocidos de la ciudad de Querétaro, siendo visitado todos los días por turistas que, atraídos por la majestuosidad de la obra, no pierden oportunidad de conocerlos y tomarse fotografías en el sitio.

A lo largo de calzada de Los Arcos se ubican restaurantes, bares, cafés, farmacias y locales de distinto giro que dan aún más vida a la avenida. Debajo de Los Arcos, en los meses de marzo y abril, las jacarandas sembradas en el camellón, bajo el acueducto, ofrecen un espectáculo único.

Sin embargo, el dinamismo de la ciudad afecta no sólo a Los Arcos, sino a cualquiera de los monumentos históricos del primer cuadro de la capital queretana.

Pérez Lara explica que el problema no es nuevo, pues desde siglos atrás hubo una mala planeación.

“Gran parte del problema es que se utilizó el Camino Real de la Plata para construir. Este camino venía de otros lugares, librando hacia arriba en donde está ahora Loma Dorada, muy cerca de avenida Constituyentes. Era por donde pasaba todo el afluente para la Ciudad de México.

“Desafortunadamente, lo que sucedió fue que por intereses de personas que eran dueños de esos terrenos se prohibió el arroyo vehicular, y, de hecho, en los años 70 del siglo pasado se hizo esa carretera que pasa por arriba de Hércules y por arriba de La Cañada. Algo que no se debió de haber hecho. Debió de haberse construido por arriba de ese cerro, donde está ahora Milenio”, sostiene.

Además, el historiador explica que la contaminación de los autos se “incrusta” en la cantera, así como todas las fachadas de los monumentos históricos. Luego, con el agua comienzan a producirse gases que penetran las grietas de los materiales, dañando aún más las construcciones.

Comenta que la contaminación ambiental de la vida moderna perjudica mucho los monumentos históricos y uno de los más nocivos es el hollín, que con el tiempo genera una especie de aceite que deteriora la fachada y las partes internas de los monumentos, introduciéndose por las grietas. Los compuestos de plomo y tóxicos de los motores de combustión interna están haciendo que a nivel mundial los monumentos históricos se deterioren, y su recuperación es muy cara, más la vibración causada por el paso de los mismos automóviles.

Pérez Lara agrega que en Querétaro hay restauradores bien capacitados, que usando métodos tradicionales pueden dar un buen mantenimiento a los monumentos históricos.

Incluso, dice, los cohetones que se usan en las fiestas patronales representan daños a las cúpulas de los templos, pues las detonaciones generan que partículas de pintura se desprendan por el “tronido” de la pirotecnia. “Si eso pasa con un templo, imagina lo que pasa con los coches en Los Arcos todos los días”.

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