“¡Uno, dos, tres, Gallos!”, gritan los jugadores del equipo queretano de aquel 1987, quienes como cada año, en el mes de julio, se reúnen para celebrar el aniversario del conjunto, el 67 en esta ocasión, motivo o excusa para reunirse con los viejos camaradas, para recordar a los que se fueron y revivir anécdotas de viejos tiempos.

El estadio municipal, escenario y testigo de la historia, recibe a los jugadores que dieron brillo y forman parte del legado del futbol en Querétaro. Algunos se conservan en forma, tras retirarse no perdieron la disciplina del deporte. Otros, por la edad, caminan lentamente. Algunos ya se han ido “se adelantaron en el viaje”.

Los que acuden a la cita llegan poco antes de las 10:00 horas, con un aire cálido que presagia que pronto subirá la temperatura. El primer partido es entre Veteranos de Gallos Blancos contra Veteranos de Atletas Campesinos.

Jugadores de uno y otro bando se preparan. Se colocan sus zapatos de futbol, terminan de ponerse su uniforme, voltean a las gradas del estadio Municipal, donde la afición se da cita.

Al recién llegado lo saludan los jugadores que ya esperan el inicio de este cotejo. Lo saludan por su apodo, preguntan por su familia, sus hijos… por sus rodillas. Preguntas clásicas que se escuchan entre los integrantes de ambas escuadras, quienes sin importar qué colores portan saben que al final será igual, ambos equipos, en esencia e historia, son el mismo.

Las familias se saludan, preguntan por los hijos, la esposa, el cuñado, por la salud. Rememoran vivencias, éxitos y fracasos, mientras se calzan los tacos, y se ponen las espinilleras.

Entre los participantes, se encuentra el ex procurador de Justicia del estado, Arsenio Durán Becerra, defiende los colores del Atletas Campesinos, con uniforme en color blanco, verde y rojo.

El ex funcionario dice que en su juventud jugó en las fuerzas básicas de Gallos Blancos, durante un tiempo, tiene muchos recuerdos, en esa época se jugaba en los intermedios de los partidos del primer equipo.

“Nos tocó una ocasión muy violenta cuando estuvimos a punto de subir a primera división contra el Atlante, aquí, en el estadio municipal, se presentó una riña generalizada, pero son recuerdos muy bonitos, por las convivencias deportivas”, abunda.

Durán Becerra termina de uniformarse e ingresa al terreno de juego.

Sus compañeros ya están dentro de la cancha. El partido está a punto de arrancar. Las escuadras ocupan sus lugares. El balón rueda y las acciones comienzan, mientras los gritos de apoyo se escuchan desde las gradas.

El partido se juega a ritmo semilento, con mucho toque de balón por parte de Atletas Campesinos, quienes controlan las acciones, abre el terreno de juego, busca superar la férrea defensa de Gallos Blancos, que aprovecha cuando tiene el balón para contragolpear a sus contrincantes.

La mayoría de los jugadores aguantan el primer tiempo. Sólo se da un cambio por Atletas y dos por Gallos Blancos. La mayoría permanecen en el terreno de juego, no quieren dejar pasar la oportunidad de volver a estar dentro del campo del Municipal. Nadie se lo quiere perder.

Durante el descanso se dan reclamos e instrucciones en ambas bancas.

Se “regañan”, se hacen bromas, ríen, toman aire, se recuperan se ponen de acuerdo para los cambios, hasta siete por equipo.

Justino Velázquez defiende a los Atletas Campesinos. Es de los más entusiastas, se divierte. “La verdad es un gusto, primero, el motivo del festejo y luego reunirnos, gente de diferentes generaciones, incluido nosotros, los Campesinos, es un privilegio y gusto compartir con los compañeros”, dice.

El jugador veterano menciona que cuando se reúnen recuerdan anécdotas, muchas de las cuales son desconocidas por los demás, o que los recuerdan de diferentes maneras, enriqueciendo esos momentos que guardan.

Destaca que, por ejemplo, una ocasión el entrenador, de quien omite el nombre, llamó a un jugador para que ingresara al terreno de juego, quien sorprendido le preguntó por qué lo quería ingresar al terreno de juego, a lo que en técnico le dijo que entraba porque no tenía otro jugador.

“Yo aquí crecí, aquí me desarrollé, participé en los grandes éxitos que tuvimos, me emociona nuevamente estar aquí”, sostiene el ex jugador, quien tiene una escuela de futbol junto otro dos de sus compañeros.

El partido finaliza empatado sin goles. Los jugadores de ambos equipos se abrazan se saludan, pero no intercambian camisetas, las cuales son valiosas para cada uno de ellos.

Entre los dos partidos se dan reconocimientos a los jugadores más veteranos y se hace un recuento de los Gallos que han muerto durante el último año.

El partido estelar, entre los jugadores de Gallos Blancos de la UAQ, de 1987 contra el equipo de Pymesa, está por comenzar. El festejo se prolongará hasta entrada la tarde, así son estas reuniones, donde todos tienen una anécdota por contar, un recuerdo que compartir para que forme parte de la leyenda de un equipo de futbol nacido hace 67 años.

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