Rubén González Suárez, restaurador de autos clásicos desde hace 48 años, señala que hay un auge en esta actividad, propiciada por programas de televisión y las redes sociales. Muchos de sus clientes, dice, tienen un lazo afectivo con sus coches lo que los convierte en especiales para los dueños.

Rubén trabaja en una camioneta F-150, color azul. Ultima los detalles para entregar la unidad a su cliente. La pickup, además de recibir trabajo de pintura, recibe un motor de 600 caballos de fuerza, “necesita una pipa de gasolina atrás y un ancla (para detenerse)”, comenta a manera de broma el hombre, quien aprendió el oficio de restaurador de autos de su hermano, quien de joven radicó en Estados Unidos y al regresar montó su taller mecánico, transmitiendo a Rubén los conocimientos adquiridos en tierras del norte.

El primer auto que restauró el hombre fue un Ford 47, al que se le modificó el tren motriz totalmente.

En el taller se escucha una estación de música de la que llaman “oldie”, éxitos del pasado. Nada mejor para ambientar a los trabajadores del taller. Al fondo del lugar un empleado labora en un coche. Está tan concentrado que apenas se percata del movimiento a su alrededor.

#Especiales | Restaura autos viejos y los deja como nuevos
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Aumenta demanda

Rubén señala que debido a los programas de televisión dedicados a la restauración de vehículos, los precios de autos antiguos se elevaron, propiciando que ciertos modelos se encarezcan tanto que sea muy complicado encontrar uno para restaurarlo y venderlo en un precio razonable.

Comenta que las restauraciones profesionales son pocos los talleres que se dedican a hacerlas, pues en la mayoría de los casos sí las llevan a cabo, pero no como deben realizarse.

“Pienso que les falta experiencia, porque muchas veces hacen algo fácil y lo difícil ya no. O agarran más trabajo, se complican. A mí no me gusta hacer eso. Yo voy sacando carros conforme entran, el taller es grande pero no vamos a llenarlo con carros a los que no vamos a trabajar como debe de ser, y entregarlo en el tiempo que se le dijo al cliente”, apunta.

Sobre una mesa hay un motor. Está pintado de rojo, es ocho cilindros, quizá de alguno de los automóviles que están en espera de ser reparados.

Un poco más adentro, en una mesa Rubén trabaja en el tablero de la F-150. La camioneta está casi lista, faltan unos cuantos detalles para terminar la unidad, cuyo dueño pidió una personalización a profundidad.

El cofre abierto permite ver el motor V8, mientras que en la cabina la combinación de azul y beige luce elegante.

El tiempo de restauración depende mucho de las condiciones de los vehículos y del trabajo que se vaya a realizar, pero puede variar entre ocho meses y año y medio, aunque hay ocasiones en que puede ser mucho más tiempo.

“Tiene un orden hacer las restauraciones. Ese orden principia con la carrocería, desarmarlo todo y ver cómo están pisos, lienzos, láminas, bisagras, varias cosas que hay que hacer. Posteriormente, se hace todo lo que es mecánica, sobre todo si el cliente quiere que se personalice, porque muchos clientes así lo piden”, abunda.

Trabajo a la medida

Una personalización, explica, es cuando el propietario del vehículo solicita que se le cambie el motor o se le ponga más potencia, cambiar frenos, dirección, interiores. Un motor, dice, puede costar hasta 150 mil pesos, pues además de ajustarse se debe de “preparar” para que tenga más caballaje.

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En el taller de Rubén no hay límites, pues cualquier coche, de cualquier marca, se puede restaurar y personalizar. Incluso, presume que un boogie que está a un costado del taller lo diseñó él mismo, tomando como base un vocho, pero haciendo una carrocería nueva.

Explica que en este momento trabaja en una camioneta del año 1928, cuyos rines son de madera, y que ellos mismos están haciendo, pues las piezas son inexistentes en la actualidad.

Muchas de las piezas, abunda, las hacen ellos mismos, ya que o son difíciles de conseguir, son muy caras, o no las hay, por lo que deben elaborarse artesanalmente, aumentando así el valor artístico de la restauración.

Añade que la calidad del trabajo que hacen en su taller es de primera, pues una vez aceptado el presupuesto por parte del cliente, se toma el coche como si fuera del personal, “el carro ya no es del dueño, es de nosotros y eso hace que hagamos un trabajo al 100%”.

Un Chevrolet Bel Air y un Ford Fairline, lucen a punto de terminar sus procesos de restauración, aunque también hay un modelo más moderno, un Trans Am de la desaparecida marca Pontiac, en el que trabaja un mecánico.

De unos años a la fecha la restauración de autos ha cobrado auge, en parte por programas de televisión, por las redes sociales, aunque el gusto por lo antiguo, la nostalgia de otros tiempos siempre ha existido.

Rubén subraya que sus clientes se dan el gusto de restaurar sus viejos automóviles.

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Objetos con historia

“Normalmente todos los vehículos que he restaurado tienen una historia, las cuales son muy importantes porque son de los abuelos de los clientes, de sus papás, sus hermanos, éstos trabajaron y tienen las posibilidades de poderlo restaurar y recordar esos tiempos, cuando aprendieron a manejar, o que el padre lo compró nuevo y se quedó ahí. Muchas historias muy curiosas referentes a los vehículos”, precisa.

Además los usos que les dan a los automóviles son variados, pues algunas personas sólo los sacan los fines de semana, los llevan a exposiciones, otros los revenden pero, eso sí, los coches quedan funcionando como si fueran nuevos.

Hay gente que se enamora de sus coches, muchas son razones sentimentales, haciendo de estas unidades parte importante de la historia de su vida.

Rubén poseía una pickup Chevrolet 51 (recientemente la vendió) que consiguió en un rancho en Querétaro, y que se dio el gusto de restaurarla y para después venderla a un buen precio.

Por último, añade que a los empleados de su taller les gusta mucho hacer su trabajo, lo hacen con mucho amor, redituándole algo importante: darle satisfacción al cliente cuando ve su auto restaurado, como en sus mejores años, luciendo el cromo, la comodidad, la elegancia, trayendo a su mente recuerdos de otras épocas y personas.

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