Por las tardes un salón del colegio El Girasol en la colonia Unidad Nacional, cobra vida con la presencia de 13 madres de familia que ocupan parte de sus tardes para hacer manualidades con madera cortada por láser, ya que con el recurso obtenido por su venta contribuyen a ciertos servicios de la escuela, así como la materia prima para reinvertir.

Estela Ibarra es una de las madres que trabaja en el taller que lleva por nombre Macre (Manos creativas), además de que por las mañanas labora en la misma institución como intendente. Cuenta a EL UNIVERSAL Querétaro que ella ha estado involucrada en El Girasol desde que su hijo mayor, que ahora tiene 21 años, ingresó a segundo de primaria, y ahora el menor, de 11, está por concluir sus estudios.

El colegio es una Institución de Asistencia Privada (I.A.P), razón por la cual desde hace dos años surgió el proyecto de conformar un taller de manualidades, y éste se conformó de productos de madera cortada con láser.

Para tener la variedad de productos que el día de hoy lucen en los estantes del taller, además de la cantidad de pedidos que reciben, las madres de familia tuvieron que tomar cursos de administración y computación.

Para Estela, combinar su trabajo como intendente con las horas en el taller, y hacerse cargo de sus hijos, fue por momentos un tanto cansado, sin embargo, explica con entusiasmo cómo hace para cumplir con cada una de sus tareas.

“Empezamos en septiembre de 2016 con clases de diseño, administración y computadora, en enero llegó la máquina y ahí empezamos a aprender a usar la máquina y perderle miedo (…). Hay unas personas que ya saben diseñar bien, y otras que no sabemos tanto, aquí me capacitan (…). A mí se me hacía más pesado porque cuando empezamos era de ocho a 15 horas, y después cubrir con las horas de administración y computación”, refirió mientras enseña los porta retratos que como tarea extra decide llevarse a casa, y que decora con los recortes de otras piezas.

Creatividad. Mujeres que cambiaron su realidad
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Pedidos

Los productos que realizan han ido creciendo porque se adecuan a las necesidades de cada cliente, los cuales son conseguidos por las madres de familia o cuando exponen su trabajo en bazares artesanales, incluso en el que organiza el sistema DIF en el mes de diciembre.

Cada una de las madres aporta ideas, entre ellas, libretas con la imagen de películas de moda o con diseños tradicionales, cajas para guardar artículos personales, llaveros, ruedas de la fortuna que los asientos sirven para colocar dulces, servilleteros, porta retratos, entre otros.

“Los vendemos a todos el público y si mi dices quiero un recuerdo para graduación, XV años y tienes la idea, nos lo mandas al correo de la escuela, lo vectorizan y se hace el presupuesto”, narra Estela mientras enseña alguno de los artículos realizados.

Próximo paso

En los planes a futuro de este grupo de madres que, como forma de retribuir el reducido pago que hacen a la institución para que sus hijos tengan una educación y actividades extra curriculares, está el tomar clases de pintura para entregar un trabajo más elaborado y que guste más a la clientela.

Durante el tiempo que Estela nos platicó el trabajo que realizan EL UNIVERSAL Querétaro pudo constatar que, incluso algunos de los hijos de las artistas, al terminar sus clases de fútbol, ayudan a sus mamás a dar los últimos detalles a las piezas.

Creatividad. Mujeres que cambiaron su realidad
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Historia del colegio

El por qué impulsar el fomento al auto empleo y la creatividad de las madres de familia, radica en la historia de la fundación del colegio en el año 2000, por sor Assunta Fantástico, después de la donación del predio.

En 1992 la religiosa conoció a un grupo de familias que en su mayoría provenían de generaciones que vivieron asentados de forma irregular en tiraderos de basura en la localidad de Mompaní, y quienes con la construcción del relleno sanitario fueron reubicadas a la periferia de la ciudad bajo promesas no cumplidas.

Esta situación dio como resultado una serie de carencias y problemas socioeconómicos, repuntando la drogadicción y delincuencia; que aunados al repudio de los habitantes de las colonias vecinas, les generaron mayor resentimiento, además de desnutrición, ambiente insalubre, falta de educación formal y formación humana, que caracterizaban su entorno cotidiano.

Debido a la imposibilidad para instalar el servicio de agua potable en aquel asentamiento, se logró la reubicación definitiva de dicha comunidad, y a principios del año 1999, casi todas estas familias fueron reubicadas en la Colonia Unidad Nacional.

Al día de hoy, la mayoría de las familias de la zona ya cuentan con una vivienda digna y su estilo de vida ha reflejado una mejoría, sin embargo, prevalece en la zona un fuerte rezago a nivel social, económico y cultural.

Creatividad. Mujeres que cambiaron su realidad
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