Fiorella Fenoglio e Israel Lara, arqueóloga y antropólogo físico, se pueden considerar viajeros en el tiempo, pues con su trabajo ayudan a entender el pasado de la vida en la tierra. Pacientemente, limpian los restos de un mamut localizado en el municipio de Huimilpan en 2013 y que, una vez terminada su labor, será expuesto en el museo de esa localidad, para poner su historia al alcance de la comunidad.

Con sentido del humor y dispuestos a compartir sus conocimientos, ambos investigadores del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de Querétaro trabajan en la limpieza de los restos de un mamut. Una costilla y un hueso iliaco del animal están colocados sobre una mesa para ser limpiados minuciosamente.

El trabajo de Fiorella e Israel es lento, requiere de paciencia para revelar poco a poco los restos óseos, que están cubiertos de sedimentos duros y resistentes, que a la vez, permitieron su conservación durante 10 mil años.

“Son vestigios paleontológicos que se encontraron en una comunidad de Huimilpan que se llama La Joya. Se rescataron en 2013 y se han estado trabajando desde entonces. Es un proceso muy lento, porque hay que ir dejando que el material pierda la humedad lentamente, ya que los cambios drásticos de temperatura los rompen y desintegran”, indica Israel.

En ese mismo año comenzaron a trabajar los restos y participaron en las primeras labores con sus compañeros del Museo Regional y del Centro INAH, dice Israel. Agrega que actualmente se trabaja en la parte final.

Fiorella narra que uno de los habitantes de La Joya iba caminando por donde había un arroyo, donde descubrió unos huesos gigantes, por lo que les habló y acudieron al lugar.

“Hicimos una inspección en el lugar. Cuando el señor descubrió los restos lo único que se veía en el perfil era un círculo, que correspondía a una defensa de mamut [colmillo] que ahora está en el Museo Regional en proceso de restauración. Ya que vimos que se trataba de una probable defensa iniciamos el proceso de excavación arqueológica para recuperarlo y conforme fuimos avanzando en la perforación del área descubrimos que estaban estas dos defensas. Recuperamos todo lo que había en esa zona y los trajimos para iniciar los trabajos de restauración”, apunta.

Los investigadores están instalados dentro de una carpa dentro del Centro INAH, las mesas están cubiertas con esponja, para mayor cuidado de las piezas, que son cubiertas de poliuretano que les brinda protección durante el traslado. Otras dos piezas, colmillos de mamut, se encuentran en el espacio.

“En realidad es un proceso muy complicado. Se hace una excavación arqueológica. En el caso de los restos paleontológicos tienen una particularidad: por estar en el tipo de sedimento en el que se encuentran que tiene millones de años, o al menos miles, es un sedimento que se pone muy duro, casi como piedra. Se hace un proceso de excavación arqueológica, pero lo que cambia son las herramientas.

“Normalmente, en cualquier sitio arqueológico, excavamos con herramienta muy fina, como brochas, cucharillas, en este caso utilizamos herramienta más pesada como cincel y brochas, por la particularidad del sedimento. Es muy complicado porque es mucho más lento. Si de por sí es la excavación arqueológica es un proceso muy lento, la perforación de restos paleontológicos es mucho más. Procuramos no sacar el bloque, salvo que sea necesario, porque son muy pesados”, abunda.

Explica que siempre que se rescatan restos se transportan con la menos tierra posible, para que sea fáciles de llevar y se conserve su integridad porque se pueden fracturar.

Se tiene que hacer un proceso de embalaje que permita conservar la pieza; además el montaje de las camionetas de traslado y se tiene que realizar con sumo cuidado, con medidas de seguridad para que no se vayan a mover.

Israel explica que como antropólogo lo suyo es trabajar con restos óseos humanos, pero cuando entró a trabajar al INAH, las necesidades de atender este tipo de casos lo pusieron en ese lugar y de la mano de los expertos, que manejan las técnicas que se requieren para el manejo de estos materiales, aprendió poco a poco y adquirió el compromiso de la protección del patrimonio en cualquiera de sus ámbitos, ya sea paleontológico, arqueológico o histórico.

“Lo interesante de dedicarte a esto es que cada caso es como un enigma que intentarás resolver. Siempre es bien entretenido lidiar con cuestiones, incluso de la dureza, como pensar qué utilizar para reblandecer el material, de lo que vas descubriendo, cómo lo vas viendo, esto es como una aventura”, precisa Israel.

En el caso de Fiorella, comenta que ella como arqueóloga, por “necesidades del servicio”; además de que en su país no hay muchos especialistas en la materia, y siendo Querétaro una zona que tiene muchos restos de este tipo, a partir de que se fueron dando los hallazgos y con el fin de protegerlos, se tuvo que “meter” más a estas labores; por lo cual se interesó más en los descubrimientos de fósiles, pues dice que la gente piensa que los arqueólogos son paleontólogos, ya que siempre le preguntan si trabaja con dinosaurios, cuando eso no sucede necesariamente, aunque con este trabajo adquieren más experiencias para tratar este tipo de materiales.

“Ha sido súper apasionante, porque aunque no está dentro de nuestra rama de especialidad ir descubriendo nuevas cosas, aprendiendo de los bichos que vivieron hace miles de años, cómo eran ellos, cómo era su ambiente, eso de irte relacionando con nuevas disciplinas, como biología, anatomía de animales extintos, es apasionante. Es como nos metimos en esto y ahora somos un poco más expertos de lo que éramos hace unos años”, subraya.

Recalca que en México no existe la carrera de paleontología como tal, ya que es una especialidad de otras carreras, como biología, incluso antropología o arqueología, pero como carrera no hay tal, sólo la gente que se interesa en ella la estudia para ser experto.

“Es una disciplina que le interesa a mucha gente, en realidad sí hay muchas personas dedicadas a esto, pero no existe como tal, como carrera… Esto también tiene que ver con un problema de recursos, no existe el suficiente dinero para poder apoyar las investigaciones que se realizan en el país. Son cuestiones monetarias para poder ampliar las posibilidades de investigación, el personal, el recurso humano”, asevera.

Agrega que dentro de sus especialidades, la parte más complicada es el trabajo en campo, porque implica contar con un vehículo, además de los viáticos para quedarse en el sitio. Pone como ejemplo los restos del mamut en los que trabajan, para lo cual estuvieron dos semanas en campo, tiempo en el que tuvieron que cubrir hospedajes y comidas, entre otros gastos, así como los materiales para la extracción y conservación de los hallazgos.

Ambos investigadores tienen el gusto por su profesiones en la sangre. En el caso de Fiorella es por influencia de parientes que son arqueólogos y antropólogos, con quienes desde niña se iba a las exploraciones.

Mientras que a Israel la influencia fue su padre, quien tenía libros de antropología; luego en la preparatoria descubrió la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Después de 20 años, ambos siguen buscando los tesoros que oculta la tierra, continuando con sus proyectos personales, sus descubrimientos, revelando a los queretanos y al mundo la riqueza de épocas pasadas.

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