GUADALAJARA.— Como si el pasado se enterrara con goles, Omar Bravo grita sin reservas. Explota al ver las redes estremecerse. Arranca en un festejo inusualmente eufórico. Inesperado para un partido amistoso de pretemporada, pero necesario para buscar aceptación de una afición rojinegra que no perdona sus raíces rojiblancas.

El de Omar es el gol que abre el camino para la remontada. Al final, Atlas derrota por 2-1 a Chivas, pero Bravo es quien más gana con este resultado. Por eso, cuando sale de cambio, divide opiniones: no se fue sólo entre abucheos, como cuando inició el encuentro; se llevó, con el festejo más que con la misma anotación, algunos aplausos.

Es el Guadalajara el que ejerce dominio al inicio y encuentra recompensa poco más tarde. Érick Cubo Torres recibe dentro del área, de espalda al arco. Facundo Erpen lo toca por atrás. El rojiblanco cae al césped. El árbitro Paul Delgadillo marca como penalti el empujón y Torres lo cambia por gol.

Pero el cuadro rojiblanco se complica al quedarse con un hombre menos cuando el mediocampista Miguel Basulto es expulsado por una entrada cerca del círculo central sobre Luis Macue Robles.

A partir de entonces, las condiciones cambian. En la segunda parte, Atlas recuerda que se trata de un clásico. Ataca desde el principio y encuentra rápido la oportunidad de empatar cuando Kristian Álvarez derrumba a Jahir Barraza dentro del área y se decreta la pena máxima.

Omar Bravo toma valor. Pide la pelota. Se prepara para cobrar ante el equipo que lo vio nacer. Un sinfín de luces invaden la tribuna. Silbatazo. Impulso. Disparo. Potente y elevado. Imposible para Jiménez.

El 1-1 provoca el júbilo de Bravo, quien celebra eufórico lo que a la postre sería una victoria, gracias al 2-1 anotado por Erpen; pese a ello, la noche fue del otrora símbolo chiva.

Google News

TEMAS RELACIONADOS