RÍO DE JANEIRO.— Colombia y Uruguay se medirán en los octavos de final del Mundial de Brasil 2014, en un duelo sobre el que se extiende la sombra del escándalo de la mordida de Luis Suárez.
En juego está meterse entre los ocho mejores equipos de la Copa del Mundo, pero el terremoto causado por la dura sanción al delantero uruguayo sacudió sin remedio el partido de hoy en el Maracaná de Río de Janeiro.
Por primera vez, Uruguay regresa al estadio en el que logró su mayor hazaña futbolística para jugar un encuentro mundialista. Hace 64 años, la victoria por 2-1 de los “charrúas” ante Brasil en el partido decisivo del Mundial sumió al país anfitrión en la tristeza y pasó a la historia como el Maracanazo.
Uruguay ganó en 1950 su segundo y hasta ahora último título mundial, por lo que el estadio carioca posee un significado especial en el imaginario colectivo del pequeño país sudamericano.
Es una incógnita saber, pues, cómo afectará en los jugadores de La Celeste la marea de impulsos emocionales en la que llegaron arrastrados a Río de Janeiro, después de que la FIFA anunciara el jueves la suspensión de Suárez por nueve partidos con su selección y cuatro meses de inhabilitación por morder al italiano Giorgio Chiellini.
“Indignación, impotencia; creo que eso es lo que todos sentimos”, comentó el capitán del equipo uruguayo, Diego Lugano, tras conocerse el castigo. “A nosotros no nos detendrá nada”, añadió.
Envalentonarse ante las adversidades es marca de la casa en Uruguay, pero perder a su mejor hombre de esa manera podría ser demasiado incluso para el aguerrido grupo del técnico Óscar Tabárez, que hace cuatro años se metió en las semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010 de una forma asombrosa.
Suárez fue entonces protagonista al detener con la mano un disparo que iba a gol prácticamente en el último segundo del partido de cuartos ante Ghana. El atacante fue expulsado, pero su imagen celebrando en el túnel de vestuario el error del penal empezó a arruinar su imagen a nivel internacional.
Su mordisco en Brasil lo convirtió en un “indeseado”, así que el atacante del Liverpool verá los octavos de final en televisión desde Uruguay, donde recibió apoyo hasta del presidente del país, José Mujica.
Su lugar en el equipo lo ocupará probablemente el veterano Diego Forlán, que a sus 35 años y tras una temporada gris en el Cerezo Osaka, de Japón, está muy lejos del que fue designado mejor jugador del Mundial de Sudáfrica 2010.
A no ser que Lugano regrese al centro de la zaga, no se esperan más cambios respecto al equipo que derrotó a Inglaterra e Italia, con Muslera en la portería; González, Giménez, Godín, Cáceres y Álvaro Pereira en defensa; Lodeiro, Arévalo y Cristian Rodríguez la media, y Cavani junto a Forlán en ataque.
Colombia llega lanzada a la fase de octavos, después de ganar con solvencia sus tres partidos de grupo, anotar nueve goles y hacer uno de los juegos más sólidos y efectivos del torneo.
La ausencia de Radamel Falcao es ya sólo un vago recuerdo ante la personalidad demostrada por jugadores como James Rodríguez, a quien el ex campeón mundial Jorge Valdano comparó con Carlos Valderrama. El Pibe es un emblema de la mejor generación de futbolistas colombianos, que pese a su calidad sólo logró alcanzar los octavos de final en 1990. Nunca la selección cafetera superó ese límite.
Después de 16 años de ausencia en Mundiales, el equipo dirigido por el argentino José Pekerman parece dispuesto a derribar la barrera. El técnico también tiene cuentas pendientes con el torneo, después de que en Alemania 2006 cayera en los penales ante el anfitrión en cuartos, cuando dirigía a Argentina.
El ganador de este duelo se enfrentará en cuartos de final con el que sobreviva en el Brasil-Chile, así que Sudamérica tiene asegurada una plaza en semifinales.