BARCELONA.— Es la historia del clásico, pero al revés. La que en el pasado protagonizó un perenne drama merengue, con un Cristiano Ronaldo satanizado y desdibujado por un deslumbrante Lionel Messi; hoy es el portugués capaz de eclipsar al astro argentino, desaparecido y borrado por el oportunismo de un mago luso que ha devuelto al Real Madrid el sello dominante frente a su eterno antagonista, el Barcelona.

La tosca bofetada de ayer ha dejado al margen al Barça de la Copa del Rey, gracias a un par de dianas del resucitado Cristiano, quien de pasadita ha asestado el doloroso traspié en el mismísimo Camp Nou, donde Ronaldo acumula seis encuentros en fila con al menos un gol. Impensable dato que taladra el orgullo blaugrana, luego de un largo dominio sobre la blanca prenda madridista.

Desnudo, el Barcelona llora su adiós de la Copa del Rey (1-3), mientras el equipo avanza a la final del certamen, gracias a la estratégica lección del polémico José Mourinho.

Los merengues leyeron a la perfección el encuentro y no dieron opciones a sus oponentes, carentes de capacidad de reacción y con un Leo Messi decepcionante, desactivado, desconocido por su afición.

Este ha sido un clásico repetido. Un partido ya visto, no sólo en esta temporada ante el Milán o el Sevilla, sino de otras campañas, en las que el Barça tiene el control, pero se muestra indolente frente a un rival que juega a la contra, enjaula a Messi y se adelanta en el marcador.

El compromiso estuvo donde el Madrid lo quería. Sin sorpresas en la alineación del Barça y sin Villa, no existía ese nueve que amarrara a los centrales. Jordi Roura, o Tito Vilanova, decidieron que era el momento para volver a confiar en su 11 de gala, mas la fórmula no funcionó.

José Mourinho dejó en el banquillo a Pepe y a Benzema. Sabía el técnico portugués que con espacios y con Cristiano Ronaldo reactivado, sería letal para acabar con el mito blaugrana... Y así fue.

Messi apenas tuvo una ocasión, al minuto 2, cuando Pedro recibió un gran pase de Xavi y remató cruzado. El argentino, jugando de enganche, no se sintió nunca cómodo.

Y el Madrid aprovechó todos los errores del rival. Monopolizando la posesión, una arrancada de Cristiano por la derecha fulminó a los azulgranas. Se midió con Piqué en la carrera, entró en el área y después de una, dos, tres bicicletas, fue derribado por el central azulgrana. Penalti, 0-1, en 13 minutos.

Tras el descanso, Andrés Iniesta tomó las riendas del duelo, pero no bastó. Una jugada suya permitió una buena opción para Sergio Busquets, pero cuando mas volcado estaba su equipo, el Real Madrid volvió a desnudarlos.

Di María, en carrera, sembró a Puyol con un recorte letal. El bombazo cayó de rebote para Cristiano y él no perdonó. El 0-3 fue obra de Varane, quien remató de cabeza a la salida de un córner. A 23 minutos para el final, todo estaba resuelto, salvo que Alba consiguió acortar, a un minuto del final, para la pura honra. Demasiado tarde para pensar en otra cosa. El tiqui-taca de antaño sólo queda para el recuerdo. El Madrid, práctico y dinámico, lo ha desnudado al fin.

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