El pleito entre América y Tigres fue para hacerse daño. Espectáculo digno entre dos pesos pesados de la Liga MX, que terminó empatado a dos. Peor sabor para los azulcrema, pues cortaron una racha de cuatro victorias en fila. La sensación emplumada es de no haber podido, en casa, contra uno de los máximos contendientes al título. Nada más doloroso que una duda desde el tabique de la ilusión. El equipo de Miguel Herrera había ganado y gustado como prometió al inicio del torneo.

Anoche, el empate le devuelve al piso, donde supo que ante el equipo más poderoso de la Liga MX, en nómina, no pudo. El América batalló ante los Tigres. Los norteños jamás mostraron la debilidad defensiva de los contrincantes anteriores que tuvo el club alado. Ricardo Ferretti privilegió la solidez en su zaga y la velocidad en los costados de Jürgen Damm, Javier Aquino y Enner Valencia. El Tuca guardó a André-Pierre Gignac durante 68 minutos, prueba de su poca osadía para ir al frente.

Los universitarios lograron irse al frente mediante un penalti —polémico—, de Miguel Samudio, sobre Damm. Valencia lo cobró suave (20’).

Los Tigres sonrieron, mas el Ame resucitó. Generó llegadas hasta que Darwin Quintero hizo un túnel mágico a Israel Jiménez para asistir a William da Silva, quien venció a Nahuel Guzmán por debajo de las piernas (40’).

A partir de ese tanto, los americanistas crecieron. Dominaron, se quedaron con el esférico. La creatividad mejoró para la localía que tuvo para anotar su segunda diana, mas Oribe Peralta falló un remate de cabeza, al mandarlo por encima de la portería norteña. El América entendió que el perdón ante una potencia como los Tigres resulta un pecado mayúsculo, y lo pagó.

Valencia hizo su segundo gol. La excelsa definición del ariete tuvo un sello de crack (70’). Golpe duro para el americanismo, aunque no definitivo. El equipo del Piojo nunca se derrumbó. La terquedad llevó al empate, a través de Alejandro Díaz, quien empujó un mal rechace de Nahuel (85’). La igualada fue agradable. Existe la promesa entre ambos de encontrarse en la Liguilla. Y ahí volver a regalar un encuentro de goles.

Sigue el grito homofóbico

La iniciativa para erradicar el grito de “puto” fracasó en el Azteca. En los despejes de Nahuel Guzmán, portero de Tigres, se escuchó el homofóbico alarido. El América se había comprometido a restaurar una escuela en caso de que se sustiuyera esa expresión por “Águilas”. En el Universitario de Monterrey, sí se logró reemplazar el grito. La reja que separaba a La Monumental del terreno de juego se retiró.

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