Turín.— El Barcelona consiguió su clasificación matemática a los octavos de final de Champions League, y como primero de grupo, al empatar sin goles en su visita a la Juventus.

El conjunto blaugrana se permitió, incluso, el lujo de arrancar el partido con Lionel Messi en el banquillo y tampoco le echó de menos para lograr su objetivo, aunque fuera sin brillantez.

Fue una primera parte dura como el cemento. El Barcelona fue lo más italiano que se puede ser y la Juve se le acercó. Así salieron 45 minutos trabados, imprecisos y escasamente estéticos.

El conjunto local llevó el dominio, aunque al Barcelona no le importó. Con Paulo Dybala muy activo, la Juventus insinuó más peligro que su rival. Sin embargo, le faltó que Gonzalo Higuaín tuviera más peso en el encuentro.

El equipo español tuvo su ocasión más clara a los 23 minutos, aunque lejos de su voluntad. Rakitic puso el balón en el área y acabó estrellándose en el palo. Fueron todas las noticias en ataque del Barcelona en la primera parte.

En el inicio de la segunda parte, el partido presentó otro envoltorio, con un Barcelona que quería más. Pasó a dominar ante una Juventus temblorosa. El conjunto catalán insinuó doblar su apuesta con la entrada de Messi a los 55 minutos. Pero fueron fuegos de artificio.

El choque regresó a su tono plomizo y poco a poco el silencio se apoderó de la grada. El arquero del Barcelona volvió a ser decisivo y así se acabó un choque que sólo será recordado por la suplencia de Messi y la máxima rentabilidad obtenida por el equipo blaugrana, primero de grupo, a falta de una jornada.

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