Muchos pensaron que el 1 de diciembre de 2012 sería el fin de la carrera de Miguel Ángel Cotto. Y cómo no hacerlo si esa noche ‘Junito’ sucumbió con Mike Trout en el Madison Square Garden de Nueva York, la casa adoptiva del puertorriqueño que lo vio ganar en sus siete combates previos a aquella fecha.

Antes de la pelea principal, todo era una fiesta boricua en el Madison que esperaba el regreso triunfal del hijo pródigo que en mayo de aquel año tragó la amarga derrota que Floyd Mayweather le propinó, para muchos y para el propio Miguel Ángel, de forma controversial, pues en el imaginario se quedó que el caribeño mereció por lo menos un empate en la velada.

Aquella noche, con el correr de los rounds, las luces de Nueva York se apagaron para Miguel y el reflector quedó sobre Trout quien alzó el triunfo. La espesa bruma que arrastra consigo el adiós envolvió a Cotto, quien en ese momento sumó dos descalabros en menos de 12 meses, algo que nunca sufrió ‘Junito’ desde que comenzó a ganarse la vida comiendo puños con sabor a sangre.

Con su forma de hablar, en tercera persona, y la mirada clavada al piso por su carácter introvertido, Cotto —quien es nativo de Providence, Rhode Island, pero con pasaporte y corazón de la isla de Puerto Rico— no negó que en algún punto pensó en el retiro, pues sus tres títulos en diferentes categorías lo situaron a la altura de glorias de su país como Wilfredo Gómez, Félix ‘Tito’ Trinidad y Héctor ‘Macho’ Camacho.

Pero no, Miguel Cotto optó por continuar en gran medida por él y en otro tanto por honrar la memoria de su padre, quien falleció en 2010 víctima de un infarto cardiaco.

Salió de las tinieblas y se puso bajo las órdenes de Freddie Roach, el mismo entrenador que ideó la estrategia con la que Manny Pacquiao noqueó al propio boricua en el duodécimo asalto en 2009.

Con memoria corta por aquel hecho, Cotto comenzó a entrenar para revivir el brillo que su boxeo tuvo hasta 2008, cuando el mexicano Antonio Margarito no sólo lo venció, sino que produjo una de las escenas más crudas al ver al hijo de Miguel llorando por el rostro destrozado de su padre, quien conoció la lona después de 32 triunfos al hilo.

Casi un año después de la pelea con Trout, ‘Junito’ subió al ring en Orlando y noqueó en tres asalto a Delvin Rodríguez. Los medios calificaron como insípida la victoria. Cotto no escuchó, supo que ese día en Florida su carrera retoñó.

En junio del año pasado el mundo del pugilismo también contempló el nocaut que le recetó a Sergio ‘Maravilla’ Martínez para su cuarto cetro en diferentes categorías.

Con 35 años de edad un y récord de 44-4-0, 33 KO, Miguel ha recorrido cualquier cantidad de lona. Es potente de puños, pero sobre todo es peligroso porque ya no pierde nada.

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