Un poema de lidia. En donde la inspiración se palpa a cada muletazo y el trasteo se mueve al compás de la imaginación taurina. Eso fue lo que presentó el matador Morante de la Puebla.

A Chatote, un noble ejemplar de la dehesa de San Isidro, el diestro sevillano supo entender sus tiempos. Lo metió en cintura, primero por izquierda y, después, también sacando provecho de su lado derecho. En ese pitón delineó los mejores naturales.

Su interpretación de la Fiesta Brava llevó a Morante de la Puebla a recibir sonoros aplausos de las personas que se dieron cita en la Plaza de Toros México. Fieles que asistieron a la corrida conmemorativa por las festividades de la Revolución Mexicana.

Una vez que el matador español dio muerte al toro, la recompensa vino con dos unánimes orejas y una acalorada vuelta al ruedo. Los mejores halagos por, quizá, lo que ha sido la mejor lidia en lo que va de la Temporada Grande del Coso de Insurgentes.

Uriel Moreno El Zapata salió con un apéndice, después de mostrar destellos de su arte con Caudillo, un cuarto de la tarde a quien recibió con cinco faroles de rodillas. El matador mexicano complació al público con su gustada ejecución con las banderilla y exprimió lo más que pudo de su ejemplar para ganar la oreja.

En tanto que José Mauricio sólo rescató palmas en su entrega con el primero de su lote. Le faltó cuajar su trasteo en el último de la tarde y se despidió en silencio.

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